viernes, 12 de octubre de 2007

Vamos a contar mentiras

Hicimos una apuesta harto peligrosa y decidimos pasar un día completo, cada uno por su lado con la condición de contarnos después con pelo y señales nuestra aventura, sin que pudiéramos enfadarnos ni echarnos nada en cara. Yo acepté pues, conociendo a Mari, estaba seguro que su “aventura” no me iba a molestar. Pensé jugarle una faena marchándome todo el día fuera y contarle algo fuerte para que tuviese celos. Regresé a casa a las 4 de la mañana y mi mujer no estaba en ella. Sobre las 8 llegó con cara muy cansada, me dio un beso, se duchó y se acostó no levantándose hasta las dos de la tarde.

· ¿Qué tal cariño?, le pregunté como el que no quiere la cosa.

· Cansadísima, mi vida, pues vaya noche que me he pasado y estoy reventada. Me contestó riéndose con boca y ojos.

Aunque no cogí ninguna indirecta, me estremecí un poco, pues si bien estaba seguro de ella la evidencia era que llegó cansadísima. ¿Qué había estado haciendo?

Después de comer retomamos la conversación sobre el tema y tratamos de acordar quien hablaría primero.

· Empieza tú, cariño que estoy muy cansada y así podré ordenar mis ideas. Me dijo y en su rostro se notaba una gran sensación de cansancio.

Así que empecé a contarle una historia inventada y tan rocambolesca, que me daba la impresión de que mi mujer no se la estaba creyendo. Cuando terminé me dijo:

· Eres un pillín. Mira que acostarte con la guarra de Matilde. Espero que hayas aprendido algo, pues la verdad es que no eres el mejor amante del mundo, ni mucho menos.

· A que coño viene eso. Que sabrás tú si no tienes elemento de comparación.

· No estés tan seguro, cariño, y acuérdate que he pasado la noche fuera y ahora te vas a enterar lo que he estado haciendo. ¿No tienes curiosidad?

· Si que la tengo, le contesté algo mosca. Pero cuéntame la verdad, como yo he hecho y no me cuentes fantasías.

· Pues mira, siéntate que te lo voy a contar todo de pe a pa. Y empezó a hablar, sin dejarme que la interrumpiera.

Relato de mi mujer:

I

- Cuando nos separamos, sobre las 8 de la tarde, me fui a la champanería, que allí siempre hay algún amigo nuestro y me encontré con Paco el solterón que nos presentaron el verano pasado. Que ya te acordarás que es muy guapo y está hecho un cachas. Recuerdo que me sacó dos veces a bailar en el Frontón y tu te mosqueaste porque te pareció que se me acercaba demasiado. ¿Te acuerdas?. La verdad es que es un poco fresco y aquella noche me estuvo tirando los tejos hasta que me puse seria y no siguió. Allí estaba hoy esperando a una media novia y al verme se me acercó y me invitó a una copa. Yo en mi papel del acuerdo que hicimos de buscarnos un ligue, estuve muy simpática con él, tanto que llegó a preguntarme que tal nos iba en el matrimonio. Le dije que muy bien, que estábamos muy enamorados pero que éramos una pareja muy liberal y que esta noche, como tu estabas de viaje, había salido a divertirme un poco y tenía ganas de pasarlo bien, dentro de un orden. Que se me hacía la noche muy larga pero que la casa vacía se me caía encima y no tenía prisa por regresar a ella.

De allí nos fuimos a un garito, que no conocía pero que está chachi, y allí estuvimos bailando, bastante tiempo y aunque estaba muy caballeroso no desistía de apretarme y yo en mi papel le dejaba un poco e incluso acerqué mi mejilla a la suya. Pero dos o tres veces intentó besarme en los labios y no le dejé riéndome pero si le besé en la mejilla y él a mí.

Nos fuimos a cenar a Coto’s a base de marisco –que es muy afrodisíaco- y nos cambiamos al cava, que a mi siempre me ha sentado muy bien y no me he mareado. Después nos fuimos a una cafetería y nos sentamos a hablar tranquilamente. Tiene una conversación muy amena y me cambiaba constantemente de tema, pero siempre insistía en saber nuestras relaciones, que si nos éramos fieles y sin disimulo me tenía la mano siempre cogida. Estaba tan a gusto que una vez intentó besarme en los labios y al verme la cara enfadada me pidió perdón.

· No te preocupes Paco, que no soy una estrecha, pero no corras demasiado. Y riéndome le acerqué mis labios y le di un beso en los suyos, que él pretendió prolongar y no le dejé.

· Gracias Mari. La verdad es que me vuelves loco pero no haré nada que no te guste. Y con toda la desfachatez me volvió a besar y yo se lo devolví sonriéndome.

Allí estuvimos riéndonos y empezamos a contarnos nuestra vida. Él seguía soltero y tenía una novia con la que vivía de cuando en cuando, pero no se sentían muy enamorados para llegar a algo serio.

· Será porque no es la mujer de mi vida, me dijo cogiéndome una mano y empezando a acariciármela, a mí me gustó el detalle y le dejé hacer mirándolo fijamente a los ojos y riéndome con él. Si yo encontrase una mujer como tú no iba a pensarlo y se acabaría mi soltería. Aprovechó y como el que no quiere la cosa me puso una mano en la rodilla y no protesté.

· Pero no estoy libre, cariño, y no podría ser.

· Mujer, yo solo aspiro a que me quieras un poquito como yo a ti pero ya sé que estas felizmente casada.

· Nunca se está felizmente casada, le dije con toda picardía y dándole un pequeño abrazo. Su mano subió algo más arriba de la rodilla.

Así continuamos, bebiendo cava y charlando con cada vez mayor desenfado. Me propuso llevarme a un viaje los dos solos por el Caribe, vernos a menudo, y casi empezar una relación intima entre los dos.

· Mira Paco, cariño. Te voy a ser sincera y ponerte las cartas boca arriba. Estoy felizmente casada y nunca me echaría un querido. De hacerlo te aseguro que serías el primero, pero no tengas ninguna esperanza. Estoy sola, pues mi marido se ha ido a Madrid y no viene hasta mañana. Tengo la noche para mí y no me la estropees con proposiciones seria. Esta noche quiero ser cualquier cosa menos seria. Ayúdame a pasarla bien y mañana ni te acuerdes que existo ni de esta noche. ¿Estamos?

· Como digas cariño. Lo que tú quieras.

· Ah y no te hagas falsa ilusiones, pues no es mi actual deseo.

Asintió y se echó a reír. Así que seguimos bebiendo, cogidos de las manos y dándonos toda clase de besos y abrazos con más o menos disimulos. No pensaba pasar de ahí, así que lo abracé con ganas y dejé que me besara en los labios, sin entregarme y disimulé cuando empezó a tocarme, como quien no quiere la cosa los pechos y por todo el cuerpo.

· Oye Paco una cosa: ¿Me estás metiendo mano o lo parece?

· No, cariño, no lo pienses.

· Es que me ha parecido que me estás tocando los pechos, con disimulo. ¿Por qué?

· Pues mira, ya que me lo preguntas. Los tienes tan bonitos que tenía curiosidad por saber si llevabas sostén o no.

· Haberlo dicho hombre. Toma compruébalo tu mismo. Y con toda naturalidad le cogí las dos manos y se las puse encima de mis pechos.

Él se quedó de piedra pues no se lo esperaba, pero enseguida reaccionó y me los dio un buen meneo tocándolos con todas sus ansias.

· Pues no, no llevas sostén, ni falta que te hace, me dijo sin quitarme las manos de encima.

· Mira Paco, para que no me des la lata toda la noche, tócalos en su jugo. Y como estábamos en un rincón algo oscuro me desabroché la blusa y con los pechos fuera le dejé que me los tocara hasta que los metí dentro y me abotoné. Espero que no te hayan quedado ganas y me dejes toda la noche en paz.

Estuvimos un rato grande riéndonos y nos abrazamos y nos besamos muy lentamente.

II

Se nos hizo tarde y quedamos en tomarnos la última copa en Don Pablo pero cuando llegamos ya habían cerrado. La verdad era que estaba muy a gusto y se me apetecía otra copa, pero no podía, obviamente, llevarle a mi casa y por otro lado no quería irme tan pronto. Y él viendo mi deseo me propuso tomar la última en el Gran Hotel Ciudad de Pamplona, que era donde se alojaba y tenía un buen bar donde podríamos seguir charlando tan animadamente. Pero cuando llegamos estaba ya el bar cerrado.

- << Mira no te preocupes que en mi habitación tengo nevera y siempre hay un buen cava. Espero que no te importe que sigamos esta conversación allí.>>
- <>
Así lo hicimos, pues no me importó, subimos tranquilamente a su habitación y tenía razón, en su nevera había un buen “cava brut nature.” Y seguimos bebiendo muy animadamente y me encontraba en la gloria, aunque en el fondo pensaba que era un fresco pues me había cogido del brazo y no me soltaba la mano y me daba algún que otro achuchón un poco disimulado y yo riéndome me agarré a él y le dejé que me besara.

Pero tanto bebimos, por lo bien que se estaba allí, que empecé a notarme la cabeza pesada y a entrarme sueño. Y yo quería a toda costa despejarme pues así no hubiera podido irme a casa. El se dio cuenta y me recostó en el sofá pero viendo que no se me pasaba me animó a que me diera un baño o una ducha y así se me pasaría el mareo. ¡Y claro que se me pasó!

Me metí en la ducha que era como las de las películas una especie de habitación y que salía el agua por todos los sitios. Me iba encontrando en la gloria y conforme el agua se derramaba por mi cuerpo notaba que poco a poco se me iban pasando los vapores del cava, que por cierto hay que tener cuidado con él porque es muy peligroso, si no estás acostumbrada.

Continué un buen rato dejando que el agua templada se derramara por mi cuerpo desnudo, que me lo iba agradeciendo y la cabeza se me iba aclarando poco a poco y dejaba vagar mi imaginación con los ojos cerrados. De pronto noté un gran alivio pues sentí una esponja en la espalda, y eso siempre me ha nublado la mente de placer. Así que me fui relajando poco a poco sintiendo un gozo infinito, pues soy muy sensible a los masajes en la espalda y me dejé ir, notando como todo mi cuerpo respondía a ese masaje. Hasta que me di cuenta que no estaba sola y pegué un pequeño respingo, pues era Paco quien me estaba dando los masajes.

Me volví y lo vi frente a mí completamente en pelota y mirándome fijamente y entonces me acordé que yo también estaba completamente desnuda y aunque me dio vergüenza no me tapé pues me gustaba que admirasen mi cuerpo que para eso lo tenía de cine, con mis pechos tiesos y mi sexo rubio que deja verlo entero. Y noté en su cara que le gustaba lo que estaba viendo. Le mantuve la mirada riéndome y mi fijé muy despacio en su cuerpo desnudo. Hasta que él se me acercó y me rodeó con sus brazos, y me dejé abrazar pues estaba en la gloria. Cerré los ojos abriéndole la boca, por primera vez, a la suya mientras me besaba, sintiendo su lengua en mi boca, y allí me fui poco a poco abandonando en sus brazos, mientras sus manos, empezaron a recorrerme todo el cuerpo, desde mis duros pechos, mi culo respingón, hasta mi sexo, que me hicieron gemir de placer teniendo que agarrarme fuertemente a él, haciéndome perder poco a poco las pocas ganas que me quedaban de defenderme.

En esta situación se me aflojaron los brazos y al caérseme por el cuerpo me encontré con el paquete, morcillón, de Paco que ¡si se lo merecía!, pues ya te dije que era una gozada de hombre en todos sus aspectos; y sin poderlo remediar lo cogí con las dos manos y casi me faltan manos. Me gustó esa sensación y sin soltarlo me puse a acariciarlo, con unas ganas grandísimas de llevármelo a la boca y de sentirlo entero dentro de mí, pues nunca en mi vida había sido atravesada por algo tan perfecto y debía ser un placer sentirlo entero muy dentro de una. Pero enseguida salí un poco de mi modorra pues al ver como se le estaba poniendo de duro y grande, empecé a ver con claridad que el tío, lo que quería, y estaba claro que lo quería, pues se lo notaba en todo, era sencilla y llanamente echarme un buen polvo, así como suena, sin anestesia ni ná, que no iba a poder olvidar en la vida. Y que a menos que yo hiciera un esfuerzo y se lo impidiera, me podía ir ya dando por follada en la ducha, de la habitación 432 del Gran Hotel Ciudad de Pamplona (para que nuca olvides ese numerito, cariño).

Y tomé una decisión, de la que me iba a acordar toda mi vida. En un momento pasó todo por delante de mis ojos: Estaba casada y no te ibas a merecer lo que te podía hacer en unos momentos. Este pensamiento enfriaba mis ardores pero por otro lado pensé que tú estarías en otra situación igual o parecida y no ibas a tener compasión de mí, pues para eso lo habíamos acordado esta noche. Y además seguía teniendo en mis manos un pedazo de paquete que me volvía loca y quien sabe lo que tú estabas haciendo. Este pensamiento me dio fuerzas y opté por acceder a lo que mi cuerpo me pedía a gritos.

Así que me arrodillé y me lo llevé a la boca y a partir de este momento dejaste de existir en mi remordimiento y me entregué como una loca a besarlo, chuparlo y tragármelo hasta donde podía. ¡Que delicia sentir dentro de mi boca todo ese pedazo de carne! Así seguí un rato hasta que Paco me cogió suavemente por el cuerpo y me apartó la boca besándome con toda la lengua y su boca abierta y yo le abrí la mía chupando con locura. Y poco a poco me levantó en vilo y me llevó a la cama donde me depositó con toda ternura y se decidió a repasarme el cuerpo con su lengua, hasta mi sexo que estaba ya ardiendo y chorreante y muy suavemente y con toda delicadeza me fue poco a poco penetrando y juntos tocamos el cielo, fuertemente abrazados una, dos y hasta tres veces seguidas –aprende cariño- y después descansando hasta una hora antes de venirme a casa. Y te confieso que todavía me tiemblan las piernas, pues antes de salir repetimos por si se nos había quedado algo en el tintero.

· Vaya hija, no perdiste el tiempo.

· Si cariño, no niego que lo pasé como nuca lo había pasado. Pero no te preocupes ni tengas celos ni miedo. Quedé con él que no volveríamos a vernos mas en la vida y que no hiciera por verme. Que yo iba a seguir contigo y él sería solo un recuerdo muy íntimo que no iba a empañar nuestro amor a quien seguiré amando toda la vida. Y ahora mucho mas cuando habiendo gozado con otro hombre, ¡y de que manera!, no he llegado a sentir amor por él y tu serás siempre el único hombre a quien amaré toda la vida.

· Muchas gracias, cariño, me quitas un peso de encima.

· Demuestra que eres un hombre y júrame que me perdonas y que no estás enfadado ni lo estarás nunca en la vida.

· Te lo juro Mari.

· Por tu honor.

· Como tú quieras. Menos mal que todo es mentira pues habiéndotelo jurado iba a tener que vivir siempre con estos cuernos.

Y empezamos a reír y nos abrazamos con mucho cariño. Entonces mi marido intentó echarme en la cama y me negué:

· Espérate mi vida, pues ahora mismo no se me apetece y todavía me duele mucho de todo lo que me ha entrado esta noche.

Entonces empezó a acariciármelo llegando a darme un beso y cuando hice un gesto de dolor, comentó jocosamente:

· ¡Que buena comediante eres, me has hecho creer que es verdad que te duele! Lo único que me ha dolido es que dijeras que nunca te habían metido algo tan grande. Ni tan grande ni tan chico, pues he sido siempre el único ¿verdad?

· Bueno cariño, el único si descontamos a mi anterior novio que me desvirgó, pero solo una vez y a Martín, tu amigo, con quien pasé la noche aquella que estuviste en Málaga y no pudiste hablar conmigo.

· No diga tonterías que sé que es mentira todo lo de esta noche. O te crees que soy tonto y voy a creerme toda la fantasía que me has contado. Me dijo algo más tranquilo y seguro de sí mismo.

Nos estuvimos riendo un rato hasta que llegó la sirvienta con un paquete en la mano:

· Señora, ha venido un botones del Gran Hotel Ciudad de Pamplona con el bolso que esta mañana se dejó la señora en la habitación 432.

Cerré los ojos y no me atreví a ver la cara que se le estaba poniendo a mi marido. Pero antes de que estallare le recordé que no podía faltar al juramento que había hecho y así fue. A partir de entonces no volvimos mas a jugar tan peligrosamente ni a nombrar nada de lo hablado, como si no hubiese ocurrido y mi Manolo lleva los cuernos que le puse con mucha dignidad y si no fuera porque me folla con mas ímpetu que antes, juraría que lo había olvidado para siempre.

Nunca más me encontré con Paco pero no puedo dejar de estremecerme cuando me acuerdo de aquella noche loca.

No hay comentarios: