viernes, 12 de octubre de 2007

Una zorra para dos

Estaba claro que sin duda a aquella puta la situación le gustaba. Tumbada sobre la cama, su propia cama de matrimonio donde sólo unos minutos antes había estado follando con su marido, esperaba ser penetrada hasta la extenuación.

En ese momento Marco entró en la habitación, miró su cuerpo sobre la cama y se dispuso a disfrutar de aquel peludo coño que tanto había deseado y que trataba de salir de la opresión de la braguita que lo cubría a duras penas. El sabía que unos segundos antes su marido había estado sobre ella y eso le excitaba más aún. Hacia tiempo que pensaba en los minutos en los que pudiera tener su cuerpo bajo él y no iba dejar pasar la ocasión.

Mientras la miraba pensaba en lo que la iba a hacer disfrutar. Sus blancas tetas, apenas cubiertas por el minúsculo sujetador azul que dejaba ver aquellos pezones grandes y duros, se movían rítmicamente al compás de su respiración y sin duda esperaban que en cualquier momento las manos de un hombre, de aquel hombre, se posaran sobre ellas y empezarán a magrearlas. Tenia los ojos cerrados, sin duda esperando ese gran momento.

Todo comenzó unos días antes cuando Marco y Joan se habían encontrado en un viejo café entonces Marco le contó a Joan el sueño que había tenido la noche anterior. En él, Marco sorprendía en su casa a Roxana la mujer de Joan con el pretexto de llevarle unos libros a su marido.

Marco y Joan se habían conocido unos años antes a través de las listas de noticias de Internet, donde congeniaran l intercambiaban fotos de sus respectivas en bolas. Con el tiempo Marco se obsesiono con poder algún día tirarse a la mujer de su amigo, mientras por contra su mujer no estaba ni mucho menos por la labor de hacérselo con Joan aunque apuntó estuvo de ello.

Después de muchos avatares por fin parecía que llegaba el momento en el que Marco hiciera posible el sueño de retozar con Roxana, sueño doble que compartía Joan deseoso de que un buen amigo también disfrutará de ella. Puesto que hasta ese momento tan sólo podía saber de las aventuras de su mujer, que eran bastantes, con otros hombres por lo que ella le contaba. Esta vez sería el propio hombre que se la tirara el que se lo contara en primera persona y con todo detalle.

Volviendo al sueño que Marco le contaba a Joan, ella solicita le ofreció un café que lógicamente Marco aceptó encantado, por fin tenía la oportunidad e iba a disponer del cuerpo de Roxana a su antojo sin que nadie se lo impidiera.

Ella se fue a la cocina a preparar el café momento que aprovechó Marco para llegando por detrás y preguntándole cuándo volvería Joan empezará a acariciarle la espalda.

En principio ella se revolvió pero Marco no estaba dispuesto a dejar escapar su presa por algo su amigo Joan le llamaba EL CAZADOR. Con habilidad Marco la sujetó por los hombros justo contra la pila mientras con una mano le levantaba la falda, ella trataba de separarse pero Marco estaba dispuesto a cobrar su pieza.

"No Marco por favor, Joan vendrá en cualquier momento " dijo sollozando.

"Estoy convencido de que a Joan le encantará vernos así " dijo Marco mientras le bajaba las bragas.

"No puedo creerlo " dijo Roxana rompiendo a llorar," estabais de acuerdo " y volviéndose ella misma se bajo la falta con rabia " puesto que quiere que me folles, no me opondré " y empujando suavemente a Marco se dirigió al dormitorio.

El se quedó sorprendido y la siguió hasta la alcoba.

Roxana acabó de desnudarse y se tendió sobre la cama, cerró los ojos y con voz suave dijo": Estoy a tu disposición... ".

Marco no podía creerlo después de tanto tiempo de haber visto una y otra vez las fotos que su amigo Joan le había mandado de su mujer desnuda durante los últimos años, por fin la tenía frente a él y a su disposición, había deseado tanto ese momento... .

La observó mientras lentamente se quitaba la chaqueta, y mientras se aproximaba a la cama fue desabrochándose la camisa mirándola una vez más pensando en cuando sus cuerpos se juntasen sobre la cama, ella respiraba al principio lentamente. Seguía con los ojos cerrados y su respiración se hacía cada vez más rápido mientras intuía como se desnudaba Marco y se acercaba la cama.

Se quitó despacio la camisa y por momentos se detuvo a contemplar aquel blanco cuerpo sobre la cama. Aquella grandes y atractivas tetas, aquel suave vientre, y lo que más le excitaba aquella mata de pelo negro entre las piernas que sin duda ocultaba la entrada a la cueva del máximo placer.

Despacio fue desabrochando la hebilla de su cinturón, después mientras sus ojos recorrían aquel templo de placer, también abrió el botón de su pantalón. Luego lentamente lo dejó caer.

Entonces se acercó a la cama, tomó las manos de Roxana y la hizo sentar sobre ella. Muy despacio llevó sus manos hacia su pene y la obligó a acariciarlo. Ella continuaba con los ojos cerrados, pero obediente empezó a acariciarlo primero sobre el calzoncillo y luego, con más decisión no exenta de rabia, saco aquel ya crecido miembro y muy despacio se lo introdujo en la boca.

Marco no esperaba esa reacción, pero recordó con satisfacción cuántas veces Joan le había hablado de las cualidades de mamona de su mujer y cuántas noches mientras contemplaba, las fotos que Joan le había mandado, imaginaba aquella sensual boca posándose sobre su polla.

Y ahora estaba allí, en el dormitorio de su querido amigo, donde tantas veces Marco sabía que Joan se había tirado a su mujer para después contárselo con detalle, y estaba de pie junto al lecho nupcial, con su pene al fin dentro de la boca de la mujer de su amigo, esa boca que tanto había deseado.

Una enorme sensación de placer, y le sacó de sus pensamientos, era producida por aquella experta boca que recorría con su lengua cada palmo de su miembro. Verdaderamente Joan tenía razón aquella puta mamona por la que muchos hombres pagarían una fortuna para que les mamara sus miembros, le estaba haciendo llegar al cielo.

Decidió, que era momento de tomar la iniciativa. La retiró suavemente y cogiéndola de los hombros la hizo levantar. Recordó entonces que Joan le había contados, que a veces le tapaba los ojos con un antifaz que había en el primer cajón de la mesilla.

La dejó allí de pie, desnuda, junto a la cama de matrimonio, y rodeando está buscó el antifaz en el lugar que su amigo le indicara. Allí estaba, lo cogió y se detuvo unos momentos para contemplar a aquella mujer totalmente dispuesta a ser un juguete en sus manos.

Se acercó por detrás de ella, y muy despacio le colocó el antifaz mientras apretaba su pene contra las nalgas de ella, tras bajarle las bragas. Luego la hizo inclinarse hacia adelante sobre el borde de la cama, y suavemente con sus manos separó sus muslos. Le encantaba verla así, dispuesta a recibirle en sus entrañas, sin protestar, entregada y sumisa.

Se inclinó sobre ella y mientras con una mano atrapaba una de sus tetas sacándola del sujetador, con la otra tiró suavemente pero con firmeza de su pelo haciéndola levantar la cabeza.

"No sabes cuánto he deseado tenerte así " le dijo al oído para después deslizar sus labios por su cuello y su espalda mientras su polla se acomodaba entre sus nalgas, deslizándose entre sus muslos para por fin alcanzar la entrada de aquella maravillosa gruta.

Se inclinó sobre su espalda y mientras la obligaba a mantener los brazos extendidos sobre la cama fue poco a poco, centímetro a centímetro, palmo a palmo, introduciendo su aparato entre aquellos labios totalmente mojados que lo engullían como si hiciera mucho tiempo, aunque él sabía que hacia apenas unos minutos, que no disfrutaban de un buen rabo.

"Aguanta como una buena puta" le decía al oído mientras la embestía," y aguanta sin derrumbarte hasta que te llene de leche, sino tendré que castigarte ".

Cada envite le costaba más a aquella zorra, mantenerse erguida, pero estaba segura de que él cumpliría su amenaza. Roxana recordaba la época en la que Joan la ataba a la cama y la azotaba sin piedad. A ella al principio no le gustaba, pero poco a poco ella misma provocaba sus castigos diciéndole que se había portado mal y merecía ser azotada.

Marco seguía aumentando el ritmo, mientras recordaba aquella vez que Joan le contó que le había prestado su mujer a un master sado durante un fin de semana para que la entrenará como esclava puta.

La imagen de ella atada y azotada provocó tal excitación que acabó corriéndose dentro de su coño.

Aún así siguió empujando deseando que ella se derrumbara. Joan le había dicho dónde guardaba un látigo de siete colas, por si ella le desobedecía. Por fin lo consiguió, ella se dejó caer sobre la cama, de bruces, con los brazos y las piernas abiertas. Marco vio su oportunidad: además de follada, azotada.

Rápidamente rodeó la cama y allí en el armario que su buen amigo Joan le había dicho, encontró el látigo.

No se lo pensó dos veces, y empezó a descargar sobre la espalda y las nalgas de aquella zorra, uno tras otro varios latigazos que ella al principio acusó, pero que luego encajó casi sin oposición.

Mientras la azotaba, Marco miró el reloj de la mesilla, su buen amigo había tenido el detalle, en retrasarse en la vuelta del trabajo, dándole mayor margen para que pudiera disfrutar de aquella furcia a su entero gusto y sin prisas. Cuando la espalda y las nalgas empezaban a tomar un bonito color púrpura, decidió dejar de azotarla.

Mientras ella sollozaba en silencio él salió del dormitorio, se dirigió al baño donde se ducho y regreso a la alcoba donde aún la mujer de su amigo seguía tumbada boca abajo sobre la cama.

Se vistió en silencio y dándola dos sonoros azotes con la mano abierta, en ambas nalgas aún enrojecidas por los latigazos, le dejó un billete de 5000 pesetas junto a la cara," Esto es para que se lo des a tu marido, por el tiempo que he disfrutado contigo. Y pronto volveré a disfrutarte " luego terminó de vestirse y se puso la chaqueta," se me olvidaba " le dijo mientras cogiéndola de pelo, la obligaba a levantar la cabeza " dile a Joan que el truco de los libros fue muy efectivo " y soltando la cabeza, salió del dormitorio y pocos segundos después de la casa.

Hoy por el fin era aquel día y por fin iba a disfrutar de verdad de aquella zorra. Cuando llamó a la puerta y aunque esperaba encontrarla le sorprendió lo hermosa que estaba con aquella blusa azul que realzaba sus hermosos pechos y aquel pantalón de flores ajustado que hacía sus muslos francamente apetecibles.

"Que haces tú aquí " preguntó ella nerviosa," Joan puede llegar en cualquier momento... Y si te encuentras aquí... ".

" No dices que el te da libertad para follar con quien quieras... Además he venido a traer los libros que él te pidió... ".

"Si pero no en nuestra casa... Además, como justificaría que tu estés aquí ".

"Venga no seas tonta y ofréceme al menos un café... ".

Marco la empujó suavemente hacia el interior de la casa y cerro la puerta. Ella a regañadientes llegó hasta la cocina," Vale un café pero enseguida y... enseguida te marchas... ".

"De acuerdo... venga ese café..." contestó él mientras la achuchaba hacia la cocina.

Mientras ella preparaba el café, Marco se acercó por detrás y comenzó a acariciarle los pechos," déjame por favor... " dijo ella revolviéndose," no ves que puede venir Joan... " Marco seguía insistiendo mientras la empujaba suavemente sobre la pila... " si como dices a él le da lo mismo con quien folles, seguro que si ahora entrará se uniría a la fiesta... ".

Roxana trató de soltarse, pero Marco muy hábil había conseguido inmovilizarla con sus piernas contra la pila... " esta vez no te escapas zorra... Hoy te voy a follar aquí y ahora... " y diciendo esto Marco empezó a desabrocharle la blusa. Pronto aquellas maravillosas tetas quedaban al aire tan sólo cubiertas por el mínimo sujetador.

Ella se revolvió pero Marco la mantuvo apoyada contra la pila mientras con una mano trataba de bajarle el pantalón. En unos momentos este a pesar de lo estrecho ser deslizaban por las piernas de aquella puta hasta los tobillos. Entonces fue cuando ella le dijo:" Ya que me vas a follar... Porque no lo hacemos sobre la cama... " y logrando separarse de Marco fue hacia el dormitorio." Espera aquí unos segundos cuando esté lista te llamaré " dijo lanzándole un beso.

Marco efectivamente esperó unos minutos y cuando llegó al dormitorio la encontró espectacularmente tumbada sobre la cama esperando la llegada de un macho, un macho que la hiciera gozar.

Así que Marco estaba disfrutando de la bella vista de aquel cuerpo de la esposa de su mejor amigo que pronto sería suya.

Recordando su sueño lentamente se desabrochó la camisa, entonces se acercó a la cama y cogiéndola de los brazos la hizo sentar en el borde. Luego cogió sus manos y las llevó sobre su ya abultado paquete. Ella como ocurrió en el sueño seguía con los ojos cerrados, pero al sentir aquel enorme aparato abrió los ojos sorprendida.

Mientras le bajaba la cremallera del pantalón levantó sus ojos hacia él pidiéndole permiso para degustar aquel hermoso vástago. Marco hizo un gesto afirmativo con la cabeza y segundos después ella se introducía aquel duros miembro en la boca. Marco volvió a revivir los pensamientos de su sueño recordando que esta vez si iba a disfrutadas en las cualidades de mamona de la mujer de su amigo tal como él le había contado tantas veces.

Roxana se esforzaba en chupar aquel enorme aparato y lo hacía desaparecer en su boca, palmo a palmo, centímetro a centímetro, Marco desde su posición veía como su pene desaparecía dentro de la boca de aquella mujer hasta su raíz.

El placer era inmenso y casi no podía sostenerse sobre sus piernas, por ello decidió tomar la iniciativa. Fue entonces cuando suavemente la hizo levantar del todo y recordó que en su sueño en aquel momento buscaba el famoso antifaz con el que taparle los ojos. Se retiró hacia el cajón donde sabía que estaba.

Roxana le miró sorprendido,:" Donde vas..." .

Él la miró, allí totalmente desnuda, junto a la cama de matrimonio donde tantas veces sin duda Joan se la había tirado, para luego contárselo incluso con fotos a su amigo. La excitación era enorme, después de tantos años deseando poseerla por fin iba hacer realidad sus sueños. Entonces sacó del cajón el antifaz y fue hacia ella.

Ella le miró sorprendida... " como sabias... Que estaba ahí... ".

"Tu me dijiste una vez... " mintió él dándose cuenta que quizá habría metido la pata," que Joan té tapada a veces los ojos con un antifaz que guardabais en el cajón de la cómoda... ".

Roxana pareció contrariada, algo que no encajaba pero casi no tuvo tiempo de pensar Marco ya estaba tras de ella y colocándole el antifaz la hizo inclinarse apoyando las manos sobre la cama, entonces poniéndose tras ella, mientras con una mano le atrapó una y de las tetas sacándola del sujetador, con la otra cogió su pelo y como en el sueño tiró suavemente hacia atrás haciéndola girar la cabeza... " así me gusta pequeña zorra que seas obediente pues si no tendré que castigarte... ".

Roxana sintió un escalofrío, de pronto recordó la época en la que Joan la azotaba con aquel látigo que el principio le causaba dolor pero que acabó gustándola. Marco deslizaba su pene entre sus nalgas mientras le besaba el cuello," espero que aguantes mis empujones como una buena puta, y que no te derrumbes... " La dijo al oído mientras empezaba un suave mete y saca en aquella chorreante cueva.

Roxana aguantaba los envites cada vez más fuertes de Marco sobre su coño. Pero estaba segura de que si el no se corría pronto, no podría aguantar mucho más.

Marco seguía empujando cada vez con más fuerza mientras tumbado sobre la espalda de ella, masajéaba, amasaba, e incluso a veces apretaba hasta hacerse el mismo daño aquellas bamboleantes tetas, haciéndola gritar cuando la presión de sus manos sobre los pechos de ella era tan fuerte que parecía que la carne se escaparía entre sus dedos.

Él recordaba que Joan le había comentado alguna vez que Roxana habría estado un fin de semana con un amigo que había empezado a entrenarla en las técnicas del sado, por ello seguía apretando aquellas tetas sin piedad mientras bombeaba sobre el coño de la mujer de su amigo.

Cuando por fin se corrió en sus entrañas siguió envistiendo con la intención de hacerla caer, para así poder azotarla. Cuando parecía que no lo conseguiría, ella fruto del cansancio, de aguantar los empujones y el peso de aquel macho se dejó caer de bruces sobre la cama. Entonces Marco no quiso cometer errores recordó donde guardaba su amigo el látigo, pero prefirió coger su propio cinturón y sin darle tiempo a reaccionar comenzó a golpearle con él las nalgas.

Roxana dio un respingo con el primer correazo... " que haces estás loco " e intentó levantarse, pero Marco la volvió a empujar sobre la cama... " te dije que si no aguantabas te castigaría... Y es lo que voy a hacer... " y diciendo esto comenzó a descargar su cinto sin contemplaciones sobre la espalda y las y nalgas de ella. Roxana se revolvió... " espera un momento... Si vas a castigarme hazlo con algo que no deje huellas... " y volviéndose sobre un costado la señaló el armario... " ahí en un rincón hay un látigo de siete colas con el que Joan me azota algunas veces... Y en el cajón de la mesilla unas esposas con las que me ata a la cama... " dicho esto volvió a tumbarse boca abajo sobre la cama pero esta vez con las piernas y brazos en cruz esperando ser atada.

Marco no podía creerlo su sueño se estaba cumpliendo pero incluso ella se prestaba a ser su esclava. Sacó el látigo del armario y lo dejó sobre la cama luego sacó las esposas del cajón y ato sus muñecas al cabecero de la cama, después hizo lo mismo con los tobillos atando los a las patas traseras de la cama.

Observó aquel cuerpo totalmente el estirado en cruz ofreciéndole sumisión. Tomo el látigo con la mano derecha y comenzó suavemente a golpear la espalda, las nalgas, y los costados de aquel cuerpo que se brindaba a él.

Conforme el látigo caía sobre aquella blanca piel está iba tomando tonos primero rojizos y luego púrpura. La piel parecida en el límite de su aguante. Cuando creyó que el castigo era suficiente, Marco dejó el látigo sobre la cama y se fue al baño.

Mientras se duchaba pensó que por hoy era suficiente y que muy pronto la tendría totalmente a su disposición incluso para aquellas orgías con las que soñaba Joan.

Una vez regresó al dormitorio ella continuaba en la misma posición. Se fue vistiendo lentamente mientras contemplaba aquel templo de placer y deseo. Rememorando su sueño y antes de ponerse la chaqueta, le dio dos fuertes azotes con la mano abierta en ambas rojizas y doloridas nalgas arrancando un gemido de su garganta. Luego se acercó a ella y retirando el antifaz, dejó junto a su cara un billete de 5000 pesetas mientras sonriendo le decía": este es tu precio, dárselas a tu marido, por haberme permitido disfrutar de ti ".

Unos minutos después Marco conducía su coche devuelta a su oficina cuando de pronto sonó su móvil. Aparcó a un lado y miró quien le llamaba su amigo Joan": lo has pasado bien cabroncete, al menos podrías haberla desatado, el fin luego quedamos y me lo cuentas. Ahí sigue y parece que ella también lo ha pasado bien. AHORA LE VOY A DAR YO UN REPASITO, ENHORABUENA CAZADOR " y colgó.

Aquella noche los dos amigos cenaron juntos celebrando la realización de su sueño. La mujer de Joan durmió atada a la cama y desde aquel día un par de días por semana Marco la visita en su casa y otro día la hace acudir vestida como una puta a su oficina en plena castellana de Madrid disfrutando de ella cuanto quiere mientras ella piensa que su marido no lo sabe, hasta que un fin de semana y desde entonces un par de ellos al mes ambos, Marco y Joan, la comparten durante horas mientras la preparan para su gran sueño: una gran orgía con tres o cuatro hombres más todos contra ella.

Pero como fué el primer fin de semana con los dos y su gran sueño será otra historia que os contaré en otro momento.

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