viernes, 12 de octubre de 2007

Rossana, mi mujer, y una nueva infidelidad

Lo que paso a relatarles es algo que me sucedió y que deseo compartirlo con quien guste leerlo, espero que lo disfruten.

Ya me había enterado de la infidelidad de mi esposa, una no tan lejana noche de abril, comprendiendo que lo mejor era buscarle un giro positivo a las cosas y obrar en consecuencia. La relación con ella mejoraba considerablemente. Hacíamos el amor todos los días y en forma apasionada.

Sin embargo, encontré que lo que más me excitaba era recordar sus palabras, imaginar los gestos o posturas que me llevaran mentalmente al momento en que ella había tenido su desliz.



Imaginarla entregada a otro hombre me volvía loco, y sin embargo no me atrevía a contarle lo que me pasaba. Una vez le mencioné mis fantasías, buscando en ella una respuesta, pero siempre parecía molesta de que yo pensara de ese modo y sistemáticamente me respondía que no la hiciese recordar cosas que le traían dolor.

No obstante, después de la gran tormenta, el río volvió a correr como siempre sabe hacerlo.


Poco a poco volvimos a distanciarnos y ella ya no tenía la alegría que solía tener. Parecía que, la casa con sus obligaciones, sumado a la crianza de nuestros dos hijos, la estaban agobiando.


Necesitaba un cambio en su vida y juntos buscamos alternativas.
Empezó a frecuentar un nuevo grupo de chicos, parecían bastante buenos y, aunque menores que ella, aparentaban ser bastante maduros.
Lógicamente salía con ellos, pero de un tiempo a otro las salidas se hicieron mucho más seguidas, no solo al cine, también iban a bailar pero siempre con su grupo y mayoritariamente hasta altas horas de la noche.


Lógicamente yo quedaba al cuidado de la casa y de nuestros dos pequeños hijos, dicha situación empezó a molestarme más de lo que se imaginan, pero todo intento de dialogo parecía generar en ella un efecto inverso al deseado y en ese tren de cosas surgió por primera vez la idea de la separación.



Ella estaba muy decidida a “tomarse un tiempo”, y no mostraba muchas intenciones de echarse atrás en su determinación, “no hay nadie más” me aseguraba, tan solo necesitaba tiempo para replantearse algunas cosas, decía.

Entonces propuse hacer un viaje juntos a la playa para tratar de reencontrarnos dejando a los niños con sus abuelos. Pero, al contrario, me pidió que hiciera la prueba de ir yo solo llevando conmigo a los niños, porque creía que sería más provechoso para la relación un fin de semana a solas, y así poder ver las cosas de otro modo, para extrañarnos, dijo, e intentar salvar el matrimonio.

Un viernes por la tarde salí con mis hijos hacia San Clemente con la promesa de volver el Domingo por la noche.


Llegamos a destino y luego de instalarnos la llamé por teléfono. Se mostró feliz de saber que habíamos llegado bien y, casi con arrepentimiento, me dijo que lamentaba no haber venido con nosotros. Nos deseó que nos divirtiéramos y yo le desee otro tanto.



El Sábado hizo mucho calor pero recorrimos de punta a punta el famoso oceanario, y ya entrada la tarde, luego de mucha playa y mar, mis hijos casi al borde de las lágrimas me convencieron de volver antes, porque extrañaban a su madre.



Llegamos a Buenos Aires cerca de la medianoche, y los pequeños ya dormían en el asiento trasero del auto. Decidí llevarlos con mis padres para así ir a buscar a mi esposa y tal vez poder conversar tranquilos. Tal vez salir juntos a bailar.



Increíblemente, frente a mi casa no había lugar donde estacionar el auto, cosa que tuve que hacer a la vuelta de la esquina. Había sido un día de calor intenso, y la noche no se quedaba atrás, ergo, recién llegado del viaje; decidí descalzarme para mayor comodidad y así recorrí silencioso el largo pasillo hasta la puerta de mi casa. Todo estaba a oscuras, y en el silencio de la noche mis pasos apenas molestaron al viento.

La ventana de la puerta estaba abierta, así, pude ver el reflejo tembloroso que provenía desde el dormitorio matrimonial. Sin dudas era la televisión, pero por algún extraño sentimiento guarde en silencio las llaves y espere frente a la puerta.



Me sentí como un extraño, todo estaba muy calmo; y suponiendo que mi esposa se hubiese quedado dormida mirando la tele, pensé en irme, creyendo que tal vez lo mejor sería dejarla sola para regresar el domingo, tal como habíamos convenido.

Sin embargo espere en silencio y así escuche algún sonido que venía desde adentro.
......sin dudas, The Doors, la película de Stone....
.......silencio....y entonces me pareció que alguien se reía. Rossana, estaba despierta, pero tampoco sola, estaba conversando con alguien!!!!.

Un fuerte estremecimiento se apoderó de mi cuerpo; todo a mi alrededor parecía perder sentido, y una nube de bronca cegó mi mente. Un fuerte vacío en el abdomen me impulsó a acurrucarme contra la puerta, cubriéndome el rostro.



Fue entonces que los indescifrables sonidos que provenían desde dentro empezaron a cobrar significado.



El recuerdo de aquella noche de abril volvió a hacerse carne en mi cuerpo, pero esta vez materializado en los susurros que provenían desde adentro. No cabía ninguna duda: Mi esposa estaba con otro.

Sin embargo estaba paralizado; y paradójicamente, el silencio de la noche potenciaba lo que sucedía en el lecho matrimonial, y frente a la puerta de mi casa, llegaban a mis oídos los apagados sonidos producto de una nueva infidelidad de mi esposa.



Mi corazón latía con fuerza, y sentí que la sangre me volvía al cuerpo.
Una fugaz imagen vino a torturar mi mente, mientras mis mente procesaba los sonidos en el aire.....tal vez nadie estaba viendo aquella película, y me pregunté desde cuando estarían haciendo esto....y la imagine, con sus piernas abiertas, entregada a otro hombre.



Lentamente los sonidos que desde hacía un buen rato quebrantaban el silencio nocturno cobraron forma. .....y entendí por fin su significado.
Temblando me pegue contra la ventana, había decidido que ese era el momento de hacer realidad lo que tanto me calentaba, y me serene.

Ñick..ñick..ñick...ñick.... sonaba apagado, pero constante y muy rítmico.
desde la profunda y quebrantada intimidad de mi cuarto.
Muchas veces le había arrancado yo mismo ese sonido, pero ahora era muy distinto dado que yo ya no era uno de los protagonistas.
Inmóvil, escuche.

....Ñick ñick ñick.... Ñick ñick ñick .... Ñick ñick ñick

Temblando coloque la llave en la cerradura y me deslice como un ladrón al interior de mi propia casa. Entonces descubrí que difícilmente me podría ganar la vida de ese modo, porque no fui todo lo silencioso que hubiese deseado ya que al cerrar la puerta, la ventana chirrió ásperamente.



Me quedé muy quieto, la respiración contenida. Todo sonido simplemente murió con ese chirrido, entonces, a las apuradas, me deslicé ocultándome bajo la oscuridad de la mesa del comedor, un instante después vi que Rossana asomaba su cabeza por la puerta del dormitorio y luego de un rato y en absoluto silencio, paso frente a mi con dirección hacia la entrada.

“Quien es?”, repitió varias veces, permaneciendo de pie inmóvil, a un lado de la puerta, esperando.



La observe en silencio. Una pequeña musculosa cubría su torso, y alcance a ver sus pezones muy duros y erectos remarcándose bajo la tela. De la cintura para abajo ninguna prenda cubría su desnudez.. La admiré en silencio...sus piernas largas y torneadas, era realmente hermosa.



Entonces, el maldito silencio que reinaba aquella noche me arrebató su visión, porque al no obtener respuestas, se volvió con premura caminando con sensualidad hacia el dormitorio. Nuevamente oí que conversaban con inquietud, luego de esto y por un largo rato solo pude escuchar la televisión.

Bueno; al menos te arruine el polvo ...pensé, y no pude no sentirme un estúpido.
Sigilosamente me arrastre hasta la misma puerta del dormitorio y esperé.

Minutos más tarde, la escuche quejarse en una forma muy poco amable, con palabras dirigidas obviamente para a su compañero,
“no, no!!. Espera que me duele...”, alcanzó a decir con evidente expresión de dolor.... e
inmediatamente:

...páf ....paf.... paf..... paf....... paf..... paf,.... ...páf ....paf.... paf..... paf....... paf..... paf,....

marcadamente fuerte y acelerado, parecía que la estaban cacheteando.
Pero no era eso lo que estaba ocurriendo en ese cuarto.
...páf ....paf.... paf..... paf....... paf..... paf,.... ...páf ....paf.... paf..... paf....... paf..... paf,....

Y ella acompañaba con quejidos entrecortados al ritmo que le imponía su amante.



Me apoyé contra la pared y cerré los ojos, mordiéndome los labios, mientras ella no paraba de jadear y gemir. Sentí mucha bronca y sin embargo la situación era muy fuerte, me estaba excitando. . No me hizo sentir mejor que mi sexo respondiera con semejante erección. A solo un paso, alguien se estaba cogiendo a mi esposa, y yo permanecía inmóvil, solo pudiendo escuchar.

Plap.... Plap..... Plap..... Plap....Plap....

Y ahora eran marcadamente húmedos, y notablemente mas lentos, marcados .

... mi imaginación voló, cobrando altura en las alas de los gemidos y monosílabos que se le escapaban a mi mujer, obviamente arrancados por las habilidades de su amante.....a tan solo un paso.
Entonces se disiparon las dudas, y con sumo cuidado me asomé a la realidad.

Ambos estaban sobre la cama matrimonial. Sus cuerpos brillaban iluminados por el oscilante reflejo de la televisión, sudorosos. Ambos se movían con pasmosa armonía. Ella estaba colocada en cuatro patas y el por detrás, se la cogía con largos y profundos movimientos de cintura, marcando cada penetración con gran intensidad. Ella, sin dudas lo sentía bien dentro suyo, y lo correspondía con delicados movimientos. Con sus ojos cerrados, la boca bien abierta sin poder dejar de jadear, su cuerpo iba y venía sacudido por la enérgica acción de su amante, manejado para su entero placer..



Paf......paf.....paf....paf....paf.... el hombre se movía sin parar, y mientras lo hacía la tomaba por las nalgas, casi por las caderas, mientras sus dedos se hundían apretando firmemente los glúteos de mi mujer, los que a su vez recibían sonoramente cada una de las profundas estocadas que le estaba asestando su joven amante.

Paf......paf......paf......paf.....paf .... y cada vez mas fuerte .resonaba en toda la casa mientras aquel muchacho gozaba del cuerpo de mi esposa, entrechocando sus cuerpos cada vez con más ímpetu, impúdicamente húmedos.

Sin dudas ella intentaba reprimir sus exclamaciones, hundiendo su cara contra la almohada, ahogándolas en sofocados gemidos, pero no había forma de que lo consiguiera, tal vez no deseaba ser oída por todos los vecinos, quien sabe.

Era demasiado evidente que Rossana estaba gozando. Su cuerpo brillaba empapado en sudor, y sus tetas, se bamboleaban erráticas ante los cada vez más descontrolados embates de su partenaire, que ahora la empalmaba con ímpetu, sujetandola firmemente por la cintura.

Entonces, reconocí quien se estaba cogiendo a mi mujer. Era tan solo un adolescente. Tendría a lo sumo 18 años. Era uno de los muchachos que se sentaba, junto con su grupo de amigos, en la casa justo frente a la nuestra.



No sabía su nombre, pero observando su rostro sudoroso advertí en él el rostro de la satisfacción: No solo se estaba tirando a una muy hermosa mujer (tal vez diez años mayor que el), sino que se estaba cogiendo a la madre de los chiquitos que siempre andaban en bici por la vereda, obligándolos a el y a su grupete a correr las piernas; se estaba cogiendo a la vecina que siempre lo reprendía de mal modo.....

Al otro día, seguramente, al enterarse sus amigos, él sería visto como un ídolo y durante los próximos meses los detalles de la cogida propinada a mi mujer serían el comentario obligado en cada reunión, fantaseando con repetirlo, y yo pasaría a ser......

Rossana se sacudía y gritaba ya sin control, pero el permanecía inmóvil, sintiendo mejor que nadie, en su sexo, los espasmos que en ella se desataban.



Luego de penetrarla de ese modo durante un buen rato, el chico se apoyo completamente sobre ella, sobre su espalda, colocándose también el en cuatro patas, cubriéndola con su cuerpo.



La besaba en las orejas y en el cuello. La lamía a gusto. Ella, respondía con gimoteos y risitas suaves, ahora más contenidos, y con su boca abierta buscaba el beso de su amante que no tardo en encontrar. Me pareció que lloraba.



Respiraban aceleradamente. Luego, moviendo marcadamente su pelvis, la penetró lo más profundamente posible, mientras en mis retinas quedarían grabados para siempre la imagen de como el culo, y los muslos de mi mujer se comprimían ante cada animal embestida de su amante.


Este le susurró algo al oído, luego se retiró de encima de ella para acostarse en la cama, sus pies a menos de un metro de mi posición, las piernas abiertas, y sus testículos y verga posicionados justo frente a mi vista, duros...y aún listos para la acción.

Ella, con rapidez, cambió su postura pasiva y colocándose encima de él se preparo para la siguiente batalla....ahora le tocaría moverse a ella, y estoy seguro que lo disfrutaría.

Se colocó de espaldas a su amante de manera que quedaba exactamente frente a mí. Pero en ese momento yo no existía, eran ella y ese trozo de carne palpitante, aún brilloso con los jugos de mi mujer, a punto de volver hundirse en las cálidas y húmedas cavernas de su cuerpo.



No pude ver bien su rostro porque miraba fijamente el choto muy firmemente tomado entre sus dedos. Estaba muy dedicada a su labor y por ello tampoco reparó en mi presencia. El brillo del oro en su dedo anular me sobresaltó.



Entonces como, a menos de un metro de mi posición, justo frente a mis ojos, pude ver como Rossana, mi mujer, acomodaba contra los pliegues de su vagina el glande hinchado y rosado del sexo de su amante, y a medida que se sentaba lo vi desaparecer integramente dentro de Ella, que actuó con calma, hasta que los testículos del flaco empezaron a confundirse entre su bello pubiano..



Ella abrió bien grande su boca y lanzo un largo y profundo gemido. El flaco la tomaba por la cintura, podía ver claramente sus manos apretándola y guiándola para que empezara los movimientos. Ella apoyo sus manos recostándose sobre el cuerpo de su amante con las piernas flexionadas en dirección justo hacia mí.



Se quedó así un buen rato, gozando de aquella penetración, y de las caricias que el muchacho le daba sobre su abdomen.....bajando hacia .......no lo podía creer...., con sus dedos intentaba hurgar entre las piernas de mi mujer, con el secreto anhelo de tocarla, entonces, como una eximia jinete....ella empezó a cabalgar.

Permanecí observándolos lo más que pude, pero me tuve que retirar a un rincón.



Los intensos sonidos que se producían en el dormitorio, absolutamente descontrolados, me bastaron para masturbarme.
Casualidad o no, mientras mi esposa suplicaba que inundaran su cuerpo de esperma.... yo acababa en mi mano..... y él, gimiendo como un loco, complacía a mi mujer....pensé, y agradecí no haber presenciado ese momento, una cosa es imaginarlo pero me di cuenta que no estaba preparado para verlo.

Espere a que se durmieran victimas de su agotamiento, lo cual no ocurrió no antes de poder verlos coger como desesperados cuatro o cinco veces más. Ella tuvo chances de entregarle todos y cada uno de sus orificios, cosa que desde luego no desaprovecho. A buen entendedor.....

En silencio me fui de mi casa.

El Domingo, cuando volví, parecía que nada hubiese pasado.
A las pocas semanas nos separamos definitivamente, y aún así, suplicaba que me quedara..
Me dolió muchísimo la separación, pero como ella nunca me contó nada de este incidente. Entendí que la confianza ya estaba agotada y que lo mejor sería ponerle fin a todo esto y por eso luego de un tiempo separados nos divorciamos definitivamente

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