viernes, 12 de octubre de 2007

Perdí a mi novia dos días

Hola, mi nombre es Alberto. La historia que quiero contaros es real, y a veces desearía que no lo fuera. Llevo 7 años de relación con mi novia Bea. Ella es morena, de estatura normal, y ni gordita ni delgada, a mí me apasiona. Tiene una mirada y sobretodo una sonrisa que me enamora. Nos encanta el morbo, jugar, inventarnos historias pero nunca hemos pasado esos limites, mejor dicho habíamos pasado esos limites. Pero bueno vayamos a la historia.

Todo ocurrió poco antes de Navidad. Mi novia y yo vivimos juntos desde hace un par de años, aunque no estamos casados. Como preámbulo de la Navidad, decidimos invitar a Susana y Dani. Susana es una amiga de instituto de Bea, siempre han estado en contacto, físicamente, son parecidas, y las dos son preciosas. Dani era el típico guaperas, al que Susana conoció este verano, y que se nos ha acoplado al grupo. Es majo, pero a veces envidio su perfección física y en el trato con las mujeres.

El caso es que aquella noche los cuatro cenamos en casa. Tras la cena, las copas, mas copas, bailes, mas copas, juegos inocentes, mas copas, hasta que Dani propuso con su perfecta sonrisa, animar la fiesta con una partida de cartas. El que perdiera debía quitarse una prenda, y para suavizarlo un poco, se permitía al quitar una prenda, si se quería, tapar con una prenda del sexo contrario, pero una vez perdida esa prenda ya no se podía utilizar. No se si me he explicado.

El caso es que tras una larga noche, entre risas y mas risas acabamos medio en pelotas Susana y yo. Yo tan solo podía tapar mi miembro con el tanga de Susana, que por supuesto no me valía, así que lo tenía puesto por encima nada mas. Susana llevaba mis calzones, dejando a la vista unos pechos preciosos, no demasiado grandes pero ideales para sentirlos con una mano.

Dani estaba en calzones y camiseta, y mi novia, Bea, con tanguita, y la camisa de Dani. Solo verla con la camisa de otro ya me ponía celoso, pero sin embargo mi polla parecía sentir lo contrario, e intentaba no pensar para que el tanguita de Susana no delatara mi estado.

Seguimos con la partida hasta que Susana perdió todas sus prendas y nos mostró su coñito depilado, tan rico. Costaba contener los impulsos para no lanzarse a por ella. Fue mi novia quien dijo que debíamos seguir hasta que ella pudiera disfrutar de un hombre desnudo. Sé que estaba pensando en Dani, y que deseaba verlo desnudo, pero el que acabé perdiendo fui yo. Allí quedé mostrándome al natural. No puedo decir que tenga una polla enorme, simplemente una de la media, y allí quedé delante de todos. Fueron declarados ganadores, mi novia y Dani.

¿Ganadores?. Pues muy bien. ¿Y qué habéis ganado?, pensaba yo. Ya lo descubriría mas tarde.

La noche prosiguió entre la bebida, las burlas de los ganadores, con abrazos efusivos entre ellos, y la intención de volver a repetirlo.

- "Conozco una casa rural a 80 Km. de aquí, donde podíamos pasar la nochebuena, además tiene capacidad para unas 20 personas así que habrá fiesta seguro", dijo Dani.

- "¡Qué guay!, así podemos disfrutar de un nochebuena diferente, y la nochevieja saldremos de copas por aquí", contestó Bea, sin pensar ni un momento en lo que a mí me podía apetecer.

A Susana también le pareció una genial idea, como no, la dijo su novio, Don Perfecto. Y la cosa quedo ahí.

La noche acababa y aprovecharon las últimas oportunidades para burlarse de los perdedores, mas bien de mí, porque a Susana no le decían mucho, y en uno de esos comentarios, salió la idea más absurda que nadie pueda decir. Y por supuesto la dijo Dani, el gran Dani:

- "Bueno, aun no hemos puesto castigo, y como perdedores deberíais tenerlo".

- "Es verdad", respondió Bea, poniéndome cada vez más celoso y nervioso.

- "Ya nos hemos desnudado, ese era el castigo, ¿no?", respondí.

- "No, ese era el juego", dijo mi novia.

- "¿Qué queréis que hagamos?", preguntó Susana.

La miré asombrado, la otra perdedora estaba dando por sentado que teníamos que tener otro castigo, me abandonó en la lucha por librarnos de la pena. Ante eso, agaché la cabeza, esperando el genial castigo.

Estuvieron un rato pensando, pero a ninguno se le ocurría nada, o al menos no lo decían. Hasta que al guaperas se le ocurrió algo, en lo que seguro que llevaba pensando toda la noche.

- "Se me ha ocurrido algo, pero es bastante fuerte, y no sé que os parecerá".

Con el alcohol que llevábamos cualquiera cosa que dijera casi seguro que sería aceptada.

- "Como vamos a celebrar la nochebuena con desconocidos en una casa rural, los ganadores actuaremos como pareja ante todos, y vosotros actuareis como amigos nuestros nada más".

- "¿Quéeeeee?. Se te va la cabeza, chaval", dije yo.

- "Habéis perdido y tenéis que pagar algún castigo", dijo mi novia.

- "¿Quéeeeee?. ¿Estás de acuerdo con eso?". Yo ya no creía ni lo que veía.

- "Es solo un juego, actuar delante de desconocidos, un juego de dos días. Me encantará disfrutar de ver como me deseas y no me puedes tener, a eso no hemos jugado nunca, probémoslo", dijo mi novia.

Todo sonaba distinto al decirlo mi novia, lo de Dani me pareció un puñal por la espalda, pero lo que decía mi novia era un juego más de los nuestros, lleno de morbo y deseo. A todo esto, Susana no dijo nada, lo que me hizo sospechar que ella ya sabía de que iba todo esto. Así que el alcohol, el cansancio y las palabras de mi novia, me hicieron aceptar el castigo a regañadientes.

Al día siguiente, pensé que todo habría quedado olvidado, que mi novia habría entrado en razón, o cualquier cosa por el estilo. Hablé con Bea, y ella me volvió a decir que sólo era un juego, como cuando me ataba a la cama y se hacía desear provocándome, sin dejar tocarla.

- "¿Deseas a Dani?", le pregunté.

- "No seas celoso, sólo es un juego. Reconozco que ayer me excitó la situación y me hubiera gustado que perdiera él y no tú, y verlo desnudo, pero no pudo ser, pero sólo era eso, morbo. Eso no significa nada", respondió.

Sus palabras no lograron tranquilizarme del todo.

Llegó el día. Pasamos a buscarlos el viernes a última hora de la tarde. Decidimos llevar nuestro coche, y al ir a entrar en el coche, Dani dijo que iría atrás con su novia. Ninguno entendimos el comentario, hasta que Susana se fue a sentar atrás, y Dani le dijo que lo sentía pero ese fin de semana, ella no era su novia, y dirigió su mirada a Bea. Yo miré a Bea, también, Bea me miró a mí, se hizo un silencio y finálmente Susana se sentó conmigo delante mientras que detrás iban mi novia y Dani, "los ganadores".

Durante todo el viaje fuimos hablando de todo un poco, de la situación o juego como ellos querían llamarlo. De vez en cuando, Dani le hacía algún comentario a Bea, al oído y se reían juntos. Eso me ponía muy celoso, el saber que su sonrisa era para otro me volvía loco. Es cierto que en ocasiones Susana y yo también hablábamos de nuestras cosas, pero yo no lo sentía igual, quizá fuera mi mente enferma.

Al llegar a la casa, hablamos con la señora que llevaba todo y nos la mostró. Dani presentó a Bea como su pareja y nosotros como dos amigos a todos los que nos íbamos encontrando. La casa contaba con un espacio común bastante grande, con varios sofás, una televisión, un aparato de música, entre otras muchas cosas. Las habitaciones se encontraban arriba, situadas en dos plantas. Las nuestras estaban en el primer piso. Nos mostró las habitaciones. La primera era una habitación amplia y sencilla, con una cama de matrimonio.

- "Ésta supongo que es para vosotros, que sois la parejita, aunque con las cosas que hacéis los jóvenes ya no se sabe", dijo la señora dirigiéndose a Dani y a mi novia.

Después nos mostró otra habitación algo más amplia que la anterior con dos camas separadas. Se ve que Dani al hacer la reserva, no desaprovechó la ocasión para explicar cual era nuestra situación.

Cada cual nos fuimos a nuestra habitación a cambiarnos para ir a dar una vuelta al pueblo. Por mi mente sólo pasaba el saber qué estarían haciendo en ella mi novia y Dani, pero lo que sí comprobé fue que desde que volví a ver a mi novia salir de la habitación, no era la misma. Salieron cogidos de la mano, para dejar clara su relación ante todos. A lo largo del paseo, le soltaba la mano y la cogía del hombro, de la cintura, le daba besos en la mejilla. Aproveché un momento que íbamos delante para hablar con Susana.

- "Susana, ¿a tí no te duele esta situación, no te pone celosa?", le pregunté.

- "Mira Alberto, la relación que yo tengo con Dani es bastante abierta. Cuando yo lo conocí este verano ya sabía como era, y él sabía como era yo. Nos encanta estar juntos, nos queremos, pero no nos va la monotonía. Lo más importante que hay entre nosotros es la sinceridad. Si él hace algo con alguien, siempre me lo cuenta, y yo a él. Esto enriquece nuestra relación. Yo he estado con amigos suyos en la situación que él está ahora. Hoy me ha tocado perder a mí, y debo aceptarlo", me explicó Susana.

- "Tú ya sabías como iba a acabar todo esto del juego de las prendas, ¿verdad?. Por eso no te sorprendió el castigo...".

- "Sí, lo sabía, o al menos no me pilló desprevenida. Me hubiera gustado ganar para estar en la otra situación, pero…".

Sus palabras quedaron en el aire.

Al girarme para ver donde andaban mi novia y Dani, vi como se estaban dando un beso con toda la pasión y las ganas. Entendí de qué iba todo esto, me di cuenta de que había perdido, más bien había caído en una trampa de la que ya no podía salir. Romper las reglas, coger a mi novia, y volver a casa, habría supuesto la ruptura de la relación con mi novia. Aceptar las reglas me convertía en un imbécil y en un cornudo.

Estuvieron toda la noche así, entre besos, morreos, caricias y magreos, que me ponían a mil, tanto de furioso como de excitado. Intenté desquitarme con Susana dándole un beso, pero ella me rechazó.

- "Sólo somos amigos, recuérdalo, es el juego, al menos delante de la gente", replicó Susana.

Al llegar a la casa había unas ocho personas escuchando música, charlando, tomando algo, en la sala de estar, y decidimos quedarnos en ella. Estuvimos charlando, de vez en cuando miraba a mi novia, pero ella ya ni se fijaba en mí. Cada vez estaba más unida a Dani, los dos abrazados...

Estuvimos conversando con el resto de la gente, algunos le tiraban los trastos a Susana, pero ella los rechazaba. Bea y Dani se fueron alejando poco a poco del grupo, hasta quedar en un rincón en el que no paraban de besarse. Él le acaricia suavemente las partes que antes acariciaba yo, sabía qué zonas eran más sensibles para Bea, y él sabía tocarlas. Era cuestión de tiempo el que mi excitada novia me hiciese cornudo.

Lo último que vi era como subían las escaleras como dos enamorados hacia la habitación. Sabía que era el fin de la fidelidad de mi novia, sabía que había llegado el momento.

Tan atento estaba a todo lo sucedido que no presté atención a Susana. La buscaba pero no la encontraba. Pensé que me había quedado más solo que un tonto. Por fin, la vi. Estaba sentada junto a un chico charlando amistosamente. Me acerqué a ellos.

- "¿Interrumpo?, pregunté con miedo.

- "No, Alberto, no. Sólo estábamos hablando", respondió Susana.

- "¿Es la primera vez que venís a una casa rural?", preguntó el extraño compañero de Susana.

- "No, yo he estado más veces, pero para Alberto sí es la primera, ¿no?", dijo Susana.

- "Y creo que la última", dije entre dientes, pero lograron oírme.

- "¿No te está gustando?", preguntó el chico.

- "Está pasando por un mal momento y está algo deprimido, pero seguro que cuando esté en su casa echará de menos esta tranquilidad", contestó Susana, intentando sacarme del apuro, porque ya no sabía ni qué responder.

- "Me voy a la habitación", les dije.

- "Espera, que voy contigo", fueron las palabras de Susana mientras me agarraba para que la esperara.

- "Ok, mañana nos vemos", dijo el chico.

- "Espero poder seguir charlando mañana. Un besito", le respondió Susana. Y se despidieron con un beso muy cercano a la comisura de los labios.

Ya en la habitación, me preguntaba qué estarían haciendo mi novia y Dani. Lamenté no tener habitaciones contiguas para escuchar a través de la pared. Me levanté y fui hacia la habitación de ellos. Llamé a la puerta.

- "¿Quién es?", preguntó Dani.

- "Yo", respondí.

Al cabo de unos segundos, que se me hicieron eternos, se abrió la puerta. Allí de pie, estaba Dani con una sábana alrededor de su cintura, en la cama mi novia tapada hasta arriba, imaginé que desnuda.

- "Sólo quería daros las buenas noches, nada más".

- "Igualmente", respondió Dani, cerrando la puerta y dejándome ahí.

Al volver a mi habitación no podía quitarme de la cabeza a mi novia y a Dani. Susana sabía por lo que estaba pasando e intentaba animarme. Me abrazó por detrás mientras me decía:

- "No es el fin del mundo, nadie mejor que yo sabe lo que Bea siente por ti, y es muy grande lo que hay entre los dos. Esto solo es un juego de una noche, bueno dos, pero es solo un juego. No te comas la cabeza".

- "Me cuesta, Susana, me cuesta".

- "Lo sé, no te preocupes. Ahora ya no hay gente delante, no tenemos porque ser solo amigos...", dijo, y me dio un beso en el cuello.

La miré fijamente intentando entender lo que me había dicho, o por que no creía haberlo entendido bien. Nos quedamos fijamente mirándonos el uno al otro, acercando nuestros labios lentamente, hasta que se tocaron. Sentí el calor de unos labios que tanto necesitaba para olvidar el amargo sabor de los de mi novia.

Sentí su lengua juguetear con la mía, abriéndose paso con suavidad. Susana besaba de maravilla, sabía hacerlo y me gustaba. Mis manos buscaron rápidamente los rincones a los que están acostumbradas, pero Susana no respondía a los mismos estímulos que Bea, era normal, así que lentamente mis manos se dedicaron a conocer el cuerpo de Susana.

Susana se dejaba hacer, disfrutaba de mis caricias y eso me animaba, buscaba bajo su ropa, que poco íbamos despojando. Pude acariciar esos pechos que tanto me gustaban y deseé el día de aquella partida de cartas, pude saborearlos, darles forma, recorrer con un dedo el contorno de sus pechos lo que hizo que sus pezones se endureciesen. Era delicioso saborear un cuerpo nuevo, suponía que esto era o que sentiría mi novia.

Las manos de Susana se dirigieron a mi polla, que para ese momento ya se encontraba en plena forma. Susana bajó sus labios y dejó que estos dieran calor a mi polla dura. Sabía hacerlo, era una experta y se notaba. Me encanta como me lo hace Bea, pero se veía que Susana lo disfrutaba más. Me costó no correrme en sus labios, pero pensé disfrutar otros manjares antes de hacerlo.

Lentamente fui moviéndome para poder devolverle el placer que me estaba dando, nos pusimos en 69 y pude saborear sus jugos, su manjar. Tenía el coñito depilado, y precioso. Recorrí con mi lengua el contorno de su coñito, deslizando mi lengua como sin querer hacia sus labios de vez en cuando y hacia su clítoris. Quería que me desease antes de lanzarme a saborearlo por completo. Poco a poco se fue mojando y excitando, sus manos acariciaban mi cabeza y en ocasiones su coñito.

- "Te quiero adentro", oí decir, no estaba seguro de si era mi imaginación.

- "Métemela", volví a oír. Ahora estaba seguro.

Introduje mis dedos mientras buscaba la posición, para entrar dentro de ella. En esos momentos dejé que mi pene rozase su coño suavemente, tocando su clítoris. Hice este movimiento varias veces hasta que se la metí.

- "Vamos, vamos, muévete", me decía.

- "¿Te gusta?".

- "Me encanta, sigue por favor".

- "Qué coñito más rico tienes", le dije entre beso y beso.

- "¡No te pares!", decía ella.

Buscamos distintas posturas, mis dedos buscaban su ano, e introducía mis dedos en él. Ella se dejaba hacer y disfrutaba de ello. Después de un buen rato y varios orgasmos por parte de ella, mi polla quería explotar ya.

- "Me voy a correr", le dije.

- "Dentro no, por favor, aguanta", me decía Susana, haciéndome recordar que no llevaba condón.

- "Quiero correrme en tu boca, ¿puedo?".

- "Síiiiiiiiii", respondió entre gemidos.

Mi novia pocas veces accedía a ello.

Saqué mi polla y la dirigí hacia sus labios, que bebieron toda la descarga de mi polla. Ella aun con semen en los labios, me dio un beso para saborear el placer de estar juntos.

- "¿Por qué no te quedaste con el chico de debajo de la fiesta?. Vi como lo besaste", le pregunté.

- "Porque tú me necesitabas. Porque tú estabas mal. Pero no me arrepiento porque he disfrutado mucho contigo, y espero haberte animado".

Le di un gran beso como respuesta.

Fue una noche fantástica. Volvimos a hacerlo un par de veces a lo largo de la noche, suponía que mi novia estaría igual, pero no sé por qué ya no me importaba tanto. Quizá ojos que no ven, corazón que no siente, o bien, ande yo caliente, riase la gente...

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