viernes, 12 de octubre de 2007

Los primeros cuernos que le puse a Juan

El otro día conocí esta web (me la enseñó Carlo), excitándome con ella. Él me ha pedido, que colaborara con vosotros, que os contara nuestro primer encuentro sexual, y después de muchas dudas, me he decidido a contar como fueron los primeros cuernos que le puse a Juan (mi querido marido).

Sucedió en este último verano, desde entonces mi adorado marido se ha convertido en un sumiso y cornudo adorable.

Me llamo Margot, tengo 39 años y hasta ese momento nunca me había atrevido a hacer nada así. Soy bastante cortada en el tema del sexo, pero ahora estoy despertando gracias a Carlo.

Soy sevillana, nada guapa de cara (o por lo menos, así me veo yo al espejo), bajita (no llego a 1,70cm), si algo hay que descartar de mi físico, son mis pechos muy firmes (con unos pezones excesivamente grandes), y un culo espectacular (redondo, respingón, pero no excesivamente grande), las miradas lascivas y los piropos que me echan los hombres ratifican mis apreciaciones.

Mi marido Juan es catalán, delgado, bajito (sobrepasa poco los 1,70cm), si algo hay que descartar de el es su amabilidad e inteligencia. Siempre fue muy pasivo, todo lo tengo que decidir yo (incluso el día del sexo). Esto acaba irritando a cualquiera.

El tercero de esta historia es Carlo, un cocinero de descendencia italiana, que acabó siendo mi objeto de deseo. Lo conocí hace cosa de unos 10 meses, durante los cuales venía a mi lugar de trabajo (las veces que estaba en Asturias, pues viaja mucho por su trabajo), en busca de alivio para sus dolencias de espalda.

Como ya digo, nos veríamos a menudo, pero en “plan profesional” solo mi lugar de trabajo; aunque últimamente habíamos intimado algo (pero era solo amistad), me refiero a que hablábamos mucho, con lo cual cogimos bastante confianza y podíamos hablar de cualquier cosa (incluso nos contábamos algunas cosas intimas).

Pero, realmente, este hombre me empezaba a gustar, es alto, mide cerca de 1’90, complexión fuerte y muy atractivo (demás de ser simpático, amable, tierno y dulce como un caramelo cuando se dirigía a las mujeres..., a todas las mujeres no solo a mi), últimamente cada vez que me pedía una cita para aliviar sus dolencias de espalda, no podía evitar…, me erotizaba y me ponía todo lo sexy posible, siempre con el miedo y la esperanza de que “algo” pasase; así de ingenua debo de ser o eso pensaba, puesto que nunca pasaba nada y al estar a su lado, a pesar de que las últimas veces intuía, que él también deseaba algo.

Pero como todo lo bueno se acaba, mis jefas se enfadaron y decidieron cerrar el local, así que me quedaba sin trabajo. Como es lógico al primero que se lo dije fue a Juan y como siempre no me dio ni una sola pequeña solución; el segundo fue Carlo mientras recibía mis masajes, me dio ánimos…

-¿Que te parece si quedamos después de trabajar, tomamos algo y hablamos?.

La verdad es que necesitaba alguien que me escuchara y escuchar sus opiniones (aunque fueran descabelladas), pero alguna opinión, así que acepte; hablamos mucho, nos reíamos y al final de la conversación me dijo…

-¿Por que no te pones a trabajar en tu casa, y según te vayan las cosas coges después un bajo?..., yo seré uno de tus fieles clientes no te abandonare.

-Lo había pensado, pero en estos momentos andamos muy escasos de dinero y el equipo cuesta demasiado.

-Eso no es problema, yo te presto el dinero, tu se lo dices a tus clientes y a trabajar…, ves que fácil.

-¿Ya pero y si no funciona?..., ¿Cómo te devuelvo el dinero?

-Veras funcionara, porque eres muy buena en tu trabajo…, el resto es cuestión de tiempo.

-Vale, ¿pero si no funciona?..., ¿Cómo te devuelvo el dinero?

-. Eso es muy fácil, tienes unas manos maravillosas…, eres muy buena en tu trabajo…, así que tú me alivias mis dolencias de espalda y yo feliz… ¿no te parece bien?

La verdad es que me sorprendió, no esperaba tal respuesta, me lo ponía tan fácil, se lo conté esa noche a Juan y como siempre no me saco del atolladero, la solución debería tomarla yo; sin perdida de tiempo empecé a decírselo a mis clientes y todos me daban animo, así que me decidí prepara una habitación en casa puse todo el equipo.

Justo una semana antes de la inauguración, me llamó Carlo, que se marchaba de viaje por dos meses, pero que no me preocupara que si necesitaba más dinero solo tenía que llamarlo, y me lo mandaría (que desilusión, pues en ese tiempo nuestra amistad (que ya no era amistad por mi parte, pues cada vez me costaba mas trabajo controlarme y solo darle un masaje profesional, deseaba darle uno muy intimo).

Nuestros encuentros, hacían que yo volviera a casa, como una perra en celo, eso lo acabo notando Juan y un día me llevo de cena en el restaurante, me llevo a bailar (algo que a mi me encanta pero que el no hace casi nunca pues no se mueve), después de una buena cantidad de champagne (el champagne a mi me excita muchísimo), nos fuimos a casa seguimos con la juerga, empezamos con los juegos, lo puse encima de la camilla, lo masajeé bien, y por primera vez en nuestra relación, tomo la iniciativa.

Me colocó sobre la camilla, me lamió la espalda, separo mis glúteos y pasó su hábil lengua (con la lengua Juan, es un autentico maestro, solo con la lengua…) por mi esfínter (el sabe que eso me vuelve loca) y cuando mis jugos mojaban la sabana que había puesto sobre la camilla, me giro y me penetro…
-. ¿Esto es lo que deseas heeeeeeeeee?…, ¿quieres sentirla bien adentro heeeeeeeeee?

Mientras decía eso, me penetraba y después la sacaba (algo que no había echo jamás), me estaba desesperando, pues yo quería ser penetrada…, penetrada fuerte (a mi mente venían las imágenes de Carlo desnudo, y Juan no me dejaba concentrarme), el me seguía desesperando…

- Seguro que te gustaría tener a Carlo encima.
- Calla y fóllame.
- Si te coge Carlo ahora como estas…, seguro que te rompe el culo.
- Calla y fóllame…, clávamela en el culo…, clávamela y calla.
- Dímelo…, quiero escuchar como deseas ser clavada por Carlo…, dímelo…, dímelo o paro.

Entre la calentura, el alcohol y la rabia que sentía en ese momento, se me escapo la verdad…

- Si…, si deseo que me folle Carlo, que me rompa el culo…, estas a gusto…, pero ahora házmelo tú que me estoy derritiendo.

Cuando nos corrimos, me di cuenta de lo que había dicho; muchas veces en nuestros juegos de cama nos decíamos cosas de otros chicos y también de chicas pero ninguna persona que tuviera relación con nosotros.

Esto sucedió, el fin de semana entes de volver Carlo; en toda la semana no hablamos más del tema y Juan, estuvo más amable y cariñoso que nunca.

El jueves llamo Carlo, que si lo podía atender, pues traía una fuerte distensión muscular; tenía gente asta tarde, pero lógicamente, no podía decirle que no a si que lo cite para las ocho de la tarde (hora en la cual Juan ya había llegado del trabajo).

Los saludos fueron muy cordiales, hablamos de todo un poco me pregunto si estaba contenta con el trabajo, etc. y pasamos a la sala de trabajo, Juan, se quedo afuera como es lógico, se subió a la camilla, se puso boca abajo empecé con unos estiramientos, pero al llegar a la zona lumbar, aquellos calzoncillos era demasiado apretados y no podía llegar bien al músculo que debía trabajar, así que un poco avergonzada y muy nerviosa, le dije…

- ¿Te importaría quitarte los calzoncillos?, pues no soy capaz a hacerlo con ellos…, están muy apretados.
- Claro Margot, estibe muchos años haciendo deporte y ahora mucho tiempo dándome masajes.
- Bueno te pongo una toalla encima…, no te preocupes.

Lo cubrí con una toalla, se saco el calzoncillo; la toalla no era muy grande así que pronto se fue al suelo, mi nerviosismo fue grande y cuando me agache a recogerla, el con una mano firme me sujeto la mano, me quito la toalla y mirándome a los ojos, con una mirada serena, me dijo…

- No necesito que pongas la toalla…, preocúpate de mis músculos no de mi vergüenza…, que dicho sea de paso, no la tango.

Nos reinos los dos, pero al llegar a la parte mas dolorida (cerca del sacro), dio un quejido y abrió más las piernas; Al hacerlo, le quedo el pene asomando por detrás entre las piernas (era el doble que el de Juan), aquello no lo pude soportar, las manos me temblaban, mi vagina estaba mojadísima, con los jugos que manan de una hembra caliente, deseosa de macho y el macho, que deseaba en ese momento, era Carlo.

Menos mal que la sesión término, por que si no hubiese pasado lo que yo tanto deseaba que pasase y más habiendo tenido tan cerca de mí aquel hermoso pene; se vistió, y en aquél momento pude contemplarlo en toda su hermosura, se acerco a mí, me beso en la frente…

-Tienes unas manos maravillosas…, eres muy buena…, no siento ninguna molestia…, me dejaste nuevo.

-Gracias…, muchas gracias…, para ti, solo tienes que pedírmelo, el día que quieras y a la hora que sea estoy siempre a tu disposición.

Me di cuenta lo que había dicho y me ruborice, el mirándome a los ojos…, se sonrió con malicia…, y acaricio mi mejilla…

-Te cojo por la palabra… y me alegro que estés siempre a mi disposición.
Los dos nos reímos y en aquel momento supe que iba a ser suya; salimos de la sala de trabajo, mi Juan, se acerco le invito a rentarse en el salón y empezó a darle las gracias por la ayuda que nos había brindado, etc., etc.

Cuando marcho Carlo, fuy a colocar la sala de trabajo, al retirar la sabana de papel, estaba mojada de liquido preseminal (unnnnn…, había conseguido excitarle, esa era una parte de las cosas con las que fantaseaba últimamente), me quite la bata de trabajo, mientras mi cerebro fantaseaba y sin darme tiempo a reaccionar, Juan, se abalanzo sobre mi, metió la mano entre mis piernas, llego hasta mi vagina estaba mojadísima y empezó a frotármelo con los dedos siguiendo el trayecto que marca la raja, buscando con un dedo el clítoris que se estaba poniendo como una piedra…

- Así me gustas…, que estés como una perra en celo, deseando ser montada.
- Venga…, no seas tonto.
- Si entra Carlo ahora, seguro que te pones a cuatro patas para recibirlo.
- Bueno ya esta bien…, fóllame o me marcho a duchar.

Nos pusimos en la posición del 69, agarre el pene y nada mas apoyar su lengua sobre mi esfínter, se corrió como un cerdito; me enfade mucho, marche al baño, me metí en la ducharme y al mismo tiempo aliviarme de mi calentura.

El día siguiente fue tranquilo, no dejaba de pensar en lo caliente que me había puesto con Carlo (y todavía seguía), y la obsesión de Juan, por que le dijera que deseaba ser montada por Carlo; empecé a pensar si no desearía, verme en los brazos Carlo.

Aquella duda pronto se me disipo, pues se presento en casa, mas temprano de lo habitual, con un conjunto de ropa interior de encaje, precioso; lo probé, la braguita era muy escotada (casi como un tanga), el sujetador, realzaba mis pechos y marcaba perfectamente mis grades pezones, al verme Juan, dijo…

- Estás preciosa…, si no hubiese invitado a Carlo a cenar con nosotros en ese restaurante que tato te gusta…, te comería toda ahora mismo.
- ¿Pero por que lo invitaste?
- Para agradecerle todo lo que nos ayudo.
- ¿Y por que hoy me regalas este conjunto tan hermoso?
- Por que quiero que te pongas de infarto y presumir de lo buena que estas.
- Me parece, que estás tonto, y además, me parece que estas jugando con fuego.

Se acerco a mí, me beso con el beso mas largo y dulce que jamás me había dado, metió la mano entre mis glúteos, acaricio mi esfínter y mirándome a los ojos me dijo…

- Espero conseguir que esta noche sea una noche inolvidable para todos…, y en especial para ti…, te quiero…, te quiero a morir y deseo que disfrutes mucho…, te lo mereces.

Entonces comprendí, que mi marido, realmente estaba dispuesto a que Carlo, apagara mis calenturas, nos preparamos yo me puse como el quería lo mas atractiva y sexy que pude (como ya os conté, al ser bajita me gusta mucho ponerme zapatos de tacón bien alto y fino, así que me puse unas sandalias, altísimas, las acompañe con un vestido negro (que aviamos comprado en unas vacaciones), de tela muy suave y vaporosa muy escotado (por delante y por la espalda); es muy cortito casi minifalda y claro, la ropa interior que me había regalado Juan, ese día), me exhibí delante de el…

- ¿Estoy bien así?... ¿no iré demasiado provocativa?
- Noooo, así, estas perfecta.

El resultado creo que fue excelente, pues nada más llegar Carlo, los ojos, casi se le salen…

- Margot, estas preciosa…, coño Juan…, que suerte tienes, normalmente siempre esta de miedo…, pero hoy esta tremendamente exuberante.
Yo me sonroje y sin atreverme a mirarle a la cara, le dije…

- Gracias Carlo, pero eres muy malo, un hombre tan interesante y misterioso como tú, seguro que tienes a casi todas las mujeres locas por tí.

- Que mas quisiera yo…, no todas me miran con tan buenos ojos como tú.

Nos reímos los tres y Juan, le dijo…

- Se preparó así Carlo, para celebrar, que gracias a ti y a su profesionalidad y tesón, podemos seguir permitiéndonos algunos caprichos, como que hoy seas nuestro invitado.

- Me siento muy alagado…, yo no hice nada por vosotros, yo solo lo hice para que las maravillosas las manos de tu adorable mujer, sigan arreglándome la espalda y no tener que empezar a buscar otra kinesióloga, así que fue por puro egoísmo.

Después de esta conversación, pasamos a cenar, me senté enfrente de Carlo y poco a poco según el champagne, hacia efecto, roce alguna vez mis piernas contra las suyas, mientras la conversación paso del trabajo, a lo personal y de ahí a lo sexual (que por cierto mi Juan, se paso con algunos detalles íntimos).

Terminada la comida, nos fuimos a una sala de baile (estaba llena, gracias que Carlo, es amigo del dueño y ya teníamos una mesa reservada, en la zona Vip)

Intente bailar con mi Juan, pero en una hora, solo lo conseguí una vez y junto a la mesa, el resto del tiempo lo pasamos hablando de lo que le gustaba el baile a Carlo y de hay pasamos otra vez al sexo (algunas cosas que decía Juan, me enfurecían, pues eran cosas muy intimas de mis gustos y no me gustaba que las contara).

De repente empezó a sonar, la bachata Obsesión de Aventura (que a mi me encanta) y Juan, no quiso bailar…

- Ya sabes que yo se bailar muy mal, y una bachata menos, así que baila con Carlo.

Salimos a la pista y aunque al ser bachata alguna gente se retira, la pista estaba bastante llena; que bien bailaba me llevaba perfectamente, sentía su mano caliente en mi espalda casi desnuda; eso hizo que mis pezones se pusieran en un estado tal, que a simple vista, se marcaban en el vestido.

Bajó la mano, me acerco a el y pronto sentí su paquete rozándome, eso hizo que una descarga eléctrica recorriera mi columna; termino la bachata empezó un merengue de Ray Córdoba (Plátano Maduro), después un vallenato de Carlos Vives, la siguiente fue una cumbia de Ráfaga y después una bachata de Leydy Bonilla y Luis Miguel del amargue (Cara a Cara).

Entonces me apretó a el sin miramientos, pronto sentí contra mi, como aquel precioso miembro se ponía duro con el roce, y con lo deseosa que yo estaba de aquel el macho, mi vagina empezó a chorrear tanto, que con los jugos que manaban, se me estaba mojando aquella preciosa braguita que Juan, me había regalado para la ocasión; cuando nos dimos cuenta ya estábamos en otra canción, dirigió mi mano, la coloco sobre el paquete…, me mordisqueo e lóbulo de la oreja…

- ¿Sientes como me has puesto?..., vamos a dejarlo al final de esta canción…, si no lo dejamos, creo que no me podré controlarme y tendré que penetrar en ese bosquecillo húmedo, que tienes entre las piernas.

- Si, creo que será lo mejor…, yo también estoy excitadísima…, conseguiste que me mojara como una colegiala...

En cuanto termino la canción, nos abrimos paso entre la gente y mientras subimos la escalera (yo delante) de acceso ala la zona Vip, metió la mano bajo mi corto vestido…

- Que ganas tengo de cabalgarte.

Me acerco a el, y me beso con lujuria, metiendo su lengua hasta la garganta, engancho su lengua con la mía, recorrió lentamente, todo el interior de mi boca, sin dejar ningún rincón y un cosquilleo incontenible invadió mi sexo, cuando llegamos e la mesa…, Carlo, se quejo del calor, echo un trago largo y marcho al baño, Juan, me pregunto…

- ¿Baila bien?
- Si…, baila bien.

Conteste sofocada, pues la calentura y el alcohol me estaban desbordando, cuando me di cuenta Juan, había metido la mano entre mis piernas y pudo tocar lo mojada que estaba…

- ¿Que rápido te puso caliente?… ¿Seguro que te gustaría hoy tenerlo encima?

- ¿Creo que tu también quieres ver cono me lo hace?…, si no, no le contarías lo que le contaste, de mis gustos sexuales.

Conteste yo enfurecida…; no pudimos hablar mas, por que se acercaba Carlo, se sentó, echo un trago, y casi se atraganta al escuchar a Juan…

- Eres la leche…, nunca hasta ahora yo he conseguido excitar a Margot, tanto como lo haces tú.

- Hombre no será para tanto.

-¿No me crees?..., mete una mano con disimulo debajo de su vestido y lo comprobaras.

Aquello, no me lo podía creer…, me estaba ofreciendo a otro hombre…, Carlo, no lo pensó dos veces, y sin darme tiempo a reaccionar, metió su mano bajo el vestido, acarició mis ingles lentamente, hasta que su dedo acarició mi húmeda vagina; empezó a juguetear con mis pelitos y luego jugaba con mis labios vaginales..., de pronto, lo introdujo sin apenas dificultad, hasta el fondo (debía ser su dedo corazón, pues era muy largo por cierto), sin poder contenerme…, solté un suspiro.

El habilidoso dedo, se introducía una y otra vez en mi coñito, proporcionándome un gusto tremendo, apretó mi clítoris, un pequeño grito se escapó de mi garganta (afortunadamente solo nosotros lo escuchamos, pues en el griterío de la gente apenas nadie lo oyó con la música), sin poder contenerme alargue mi mano y la puse sobre la bragueta de Carlo.

Estaba excitadísima y deseosa de que aquel potente miembro se introdujera dentro de mí, comencé a masturbarle sobre al pantalón, notaba como su polla crecía, sobresalía por delante de mi mano, él hacía movimientos para favorecer mis caricias; yo no aguantaba más y él parecía que tampoco, pues acercándose a mi oído me dijo…

- Quiero metértela, quiero follarte, Juan va a ver como lo que tienes en la mano, te entra en ese conejito hambriento....

Mientras la mano de Carlo me martirizaba, yo miraba de reojo a Juan…, su expresión era de excitación…, de deseo..., de ternura... ¿Qué nos estaba pasando?... ¿Por qué habíamos llegado a esta situación?... ¿deseaba de verdad ser un cornudo?..., la respuesta fue rápida…

- ¿Por que no nos vamos a casa?..., si seguimos calentanos mas, vamos a dar un espectáculo.

Llegamos sin casi decirnos nada, Carlo, saco del maletero del coche, CDs de música, champagne y whisky, entramos en el salón, y Juan abrió la boca…

- Margot, pon el champagne en el congelador, trae cubitos de hielo para whisky Carlo…, quiero que Carlo vea que no solo eres una magnifica kinesióloga, sino también excelente anfitriona, y como no una ardiente amante…, mientras tato yo saco los vasos y también os pongo la música que te gusta para que podáis bailar a gusto.

Estaba desconcertada, Juan, quería seguir el juego, estaba preparando todo para ponerme en los brazos de Carlo; llegue con los cubitos de hielo, Juan acarició mis piernas por debajo del vestido y me dijo…

- Sirvo yo…, a partir de ahora, disfrutar los dos, baila con el, pedir lo que queráis yo seré vuestro mayordomo.

Aparto la mesa del salón, trajo una botella de champagne (que ya teníamos nosotros en el frigorífico fría), me sirvió a mi, sirvió a un whisky para Carlo y uno para el, levanto el baso…

- Que este brindis sirva para que mi adorable Margot…, pase la mejor noche que asta ahora le pude dar.

Me lance a su cuello, lo bese con verdadero amor y acaricie su bragueta (estaba muy excitado)…, me separo de el…

- Ponte a bailar con Carlo, que a mi me tienes siempre.

En aquél momento, empezó a sonar una bachata preciosa, Carlo, me llevo hacia el, y sentí contra mi, aquel ansiado miembro duro como una piedra, paso una mano por mis nalgas, y me apretó mas (me sentía muy mal por mi Juan, pero mentiría si digo que no deseaba ser follada por Carlo, aunque la verdad es que aquella situación me aterraba, pero a la vez que me ponía como una perra en celo).

Juan se puso detrás mío, empezó a acaríciame los pechos y a rozarme el paquete por mis glúteos, me aparto un poco de Carlo, me doblo hacia delante (dándome una buena inclinación), e inmediatamente note como me abría las pierna, me apartaba la braguita y lamía con habilidad ni esfínter, mi coño en aquellos momentos chorreaba tantos jugos, parecía un lago (ahora al recordarlo, me estoy poniendo caliente).

Carlo cogió mi cabeza con sus manos me acerco a su bragueta, abrí con ansia la cremallera, el desabrocho el pantalón, se lo baje y también el calzoncillo; apareció aquélla polla que tanto deseaba, apuntando al techo, mire a Juan para pedir consentimiento, y con la cabeza me dijo que si, la tomé por su base con mi mano y con mi lengua recorrí toda ella, sin olvidarme de los huevos, seguí jugando una y otra vez con su erguida polla.

Empecé a hacerle una mamada de antología, aquella maravilla instrumento lo merecía engullí su polla y comencé a recórrela de arriba a bajo, aumentando la velocidad poco a poco, mientras con la otra mano le acariciaba los testículos; seguí lamiéndola, ahora con calma, disfrutando de cada lengüetazo (tenia que disfrutar aquella oportunidad, por fin se hacían realidad las fantasías que tantas veces habían rondado por mi cabeza)…, de vez en cuando me la sacaba de la boca para observarle…

- No pares zorra…, que se que deseabas comértela... que bien me lo estas haciendo..., sigue zorra.

Aquellas palabras (que nunca me habían dicho), me excitaban mas si cabe, así que seguí un buen rato comiéndome aquella maravilla y observando el placer que le estaba proporcionando, hasta que Carlo, me cogió la cara y sacó su polla de mi boca…

- Ahora te toca disfrutar a ti, boy a follarte bien ese coño tan caliente y mojadito que tienes zorra.

Yo asas alturas entre el alcohol, el trabajo que me estaba haciendo mi Juan y la calentura que tenia, perdí toda vergüenza y le dije…

- Si…, si, fóllame, te deseo…, necesito toda tu polla dentro de mí.
Se puso un condón, se subió sobre mí y me penetro despacio, sentía su polla abrirse paso dentro de mi coño asta llegar a el fondo, empezó a hacer movimientos circulares de cadera (como se movía…, que placer me estaba dando); me la saco…, volvió a penetrarme despacio, acelero el ritmo, la volvió a sacar, después me penetro con ansia asta el fondo y sus huevos golpearon en mi culo, siguió con los movimientos rotatorios de cadera, no se las veces que me corrí, pero el muy cabrón…, me estaba haciendo derretir, pero yo necesitaba más…

- No la saques…, no la saques cabrón…, quiero sentirte bien adentro.

- Así me gustas zorra…, como una perra en celo.

El seguía con su martirio, y yo necesitaba sentir toda su leche dentro de mí, así que en una de las veces que saco su polla de mi ansioso coño, le quite el condón…

- Lléname de leche cabrón…, nunca me follo otro hombre que no fuera mi Juan, pero hoy quiero ser tú puta…, quiero sentir toda tu leche en mi coño.

No me podía creer lo que estaba yo pidiendo, el muy cabrón, me estaba haciendo portarme como a una puta de carretera, aquellas obscenidades que nos decíamos, me ponían a mil, pero necesitaba una buena descarga de leche, como los peces necesitan el agua; me la clavó asta el fondo con un fuerte empujón de cadera, acelero el ritmo y vi en sus ojos como se iba a correr…

- Huíííí…, toma puta…, toma la leche zorra…, tómala todaaaaaaaa.

Aquello, mas que un corrida parecía una catarata, sentía como la leche se salía de mi coño y arrollaba por mi culo (no podéis imaginaros como me corrí, el placer fue increíble, nunca antes lo había hecho con tanta intensidad, fue el primer orgasmo múltiple de mi vida, creo que llegue a tocar el cielo con los dedos), los dos quedamos abrazados y en silencio.

Juan, se acerco a nosotros después de un rato, me beso con deseo, lamió mis pezones, se subió sobre mí, me penetro con ansia, acelero el ritmo (que diferencia entre la polla Juan, y la que hacia poco había estado dentro de mi), pero Juan, estaba tan caliente, y lo quiero tanto, que me cerré lo mas que pude, para darle un poco de lo que yo había sentido un rato antes…

- Así cariño…, así…, como me gusta follarte así de mojada y abierta

- ¿Te gusta así corazón?…, ¿pero si estoy llena de leche de Carlo?

- Así me gustas cariño…, hoy quiero ser tu cornudo sirviente.

Casi no termino la frase y se estremeció, corriéndose como jamás se había corrido con migo; tomamos un trago para recuperarnos y nos fuimos a la ducha, después Juan quiso brindar otra vez y mientras bebíamos, charlábamos animadamente, vi como la polla de Carlo, empezaba a recuperarse.

La deseaba otra vez dentro de mí, así que empecé a juguetear con Juan, poniendo posiciones los mas morbosas que podía, en una de esas, me puse a cuatro patas, para que el pudiera disfrutar de la visión de mis encantos; el resultado fue el esperado, metió la mano ente mis piernas, acarició mis ingles, luego los labios vaginales..., hasta que introdujo dos dedos (que rápido se humedecieron con mi jugos).

De pronto, me apretó el clítoris y con el dedo pulgar de la otra mano, comenzó un masaje circular, en mi sensible esfínter, eso ya acabo de encender mi fuego uterino, sin pensarlo dos veces, largue mi mano hasta la polla de Carlo, y empecé a acariciarla (era una sensación fantástica sentir su hermosa polla en mi mano); no duro mucho mi placer, retiro mi mano y no me dejó que continuara masturbarle la suave polla.

- Vamos a cambiar de sitio…, quiero hacértelo en la sala de masajes…, seguro que lo deseaste muchas veces.

No conteste, pero la verdad es que si; en el trayecto hasta la sala yo iba delante, me soltó un cachete en las nalgas…

- Ese culito…, hoy boy a conseguir que disfrute de lo lindo.

Me gire, me colgué de su cuello, lo bese con deseo y el me alzo como una pluma, levante mis piernas rodeé su cuerpo con ellas, poniendo mis pies en su espalda; así me llevo asta la sala, sintiendo como su polla me golpeaba en el culo), me besó suave y tiernamente, mientras su lengua recorría impaciente mis labios, intentando entrar en mi boca, comenzó a besarme en profundidad, su lengua recorría todas las partes de mi boca, enredándose con mi lengua, y luego me la chupaba.

Me poso suavemente, sobre la camilla, sentí el frió tacto de ella en mis nalgas, me baje, la cubrí con una toalla grande, y Carlo se sentó en ella (la visión de aquella polla erecta, me hacia babear); me coloque frente a él, la cogí con una mano y me dispuse hacerle, la mejor mamada que yo había hecho en mi vida; lamí el glande, lo rodee con la punta de mi lengua, baje hasta aquellas distendidas pelotas las lamí, y juguetee con ellas dentro de mi boca.

De pronto, sentí las manos de mi Juan en mis nalgas, abriéndolas, su lengua, lamió mi ano, empezó a dar con ella movimientos rotatorios sobre mi esfínter, después con la lengua empezó a follarme el culo y con los dedos a masajearme el clítoris.

Mi calentura era tal, que humedecí mis labios, me la metí de golpe en la boca, comencé a comérselo, moví mi cabeza de arriba abajo intentando dar con mis labios el máximo placer en aquella hermosa polla (nunca asta entonces, havia estado tan ansiosa, de comerme una polla), con mi lengua, acompañe el ritmo de la lamida, con mi lengua, apretaba con una mano en la base de ella, para que no se me escapara, fui incrementando el ritmo de la mamada y metiéndomela más y más en la boca, la quería toda dentro, estaba

- Ahora te voy a follarte el culo zorra, chúpamela bien, ponla bien dura.

El muy cabrón no lo necesitaba, ya la tenía como un burro, sacó su polla de mi boca, y me coloco con las manos apoyadas en la mesa, se coloco a mis espaldas y acaricio mi ano con la cabeza de su polla; me excito muchísimo y mas cundo sentí como me lubricaba bien el ano, con los dedos (sentía un cosquilleo indescriptible); con la misma mano que antes había lubricado mi ano, lubrico su polla, apoyo otra vez, la cabeza contra mi ano y de un firme empujón, me abrió el esfínter.

Al quinto o sexto empujón, ya le había metido más de la mitad dentro de mi ansioso culo (mas o menos, la medida, de la de mi Juan), empezó a bombear suave y el placer me invadía, cuando de repente, escuche a Carlo decir…

- Juan…, ponte debajo…, cómele el coño a esta zorra, que vamos a hacerla morir de gusto.

Juan…, obedeció, y Carlo, empezó a acelerar el ritmo del bombeo, me estaba el muy cabrón castigando bien el culo…

- Despacio Carlo..., deespacio..., des..., pacio..., hijo de puta..., que me vas a partir el culo…

- Calla y muévete… ¿a que te gusta, heeeeeee zorra?..., dímelo…, dímelo puta, o te rompo el culo

- Ahhhhhhhh..., sííí…, me gustaaaaaa…, hijo de puta..., pero despacio que me..., rompes el culo cabrón.

Los empujones, que me daba eran cada vez más profundos, haciendo que mi esfínter se abriera, y emitiera algunos ruidecitos al bombearme…

- Esta yegua andaluza…, la tienes mal cabalgada Juan…, necesitaba un buen jinete para que la cabalgara con dominio.

Aquella situación para mi excepcional, me desbordaba, mi cuerpo temblaba incontroladamente; tanto es así, que me sentí decir…

- Empuja cabrón…, empuja y rómpeme el culo…, lléname de leche…, soy tú putaaaaa…

- Juan…, aprétale el clítoris con los labios.

Juan, obedeció, apretó mi duro, hinchado clítoris, y el muy hijo de puta de Carlo, no lo pensó, se aferro con sus manos a mis caderas, y de una fuerte embestida , me la clavo hasta el fondo, un gemido fuerte y profundo, de dolor y placer salio de mi garganta (la verdad es que dolió bastante, pero también el placer era cien veces superior al dolor y caí en un orgasmo continuo, con el culo bien penetrado y el clítoris castigado por los labios de mi adorado Juan).
Me estuvo penetrando así durante un buen rato, sus cojones chocaban contra mi coño (entre la polla de Carlo, y la lengua de Juan, que no paraba de moverla divinamente, me estaban provocando unos intensos orgasmos)

- Así zorra…, así…, muévete así…, que te esta gustando.

- Sííííí…, hijo de puta…, síííí…, me estáis martirizando…, pero me vais a matar de gusto.

- Muévete zorra…, que veo que te estas corriendo…

- Siiii…, siiii…, si, hijo de puta…, échame la leche…, lléname el culo…, soy tu puta…, quiero ser tuya…, dame tú lecheeee cabrón…, me estoy corriendoooooo…, otra vez

Cada vez que me llamaba zorra o puta, o yo le llamaba cabron o hijo de puta, sentía un gran placer (algo que nunca podía imaginarme), por fin, oí un gemido ronco y su leche me inundó el culo...; me encantó sentir como se corría, mientras me apretaba fuerte los pezones, curve mi cuerpo, y empuje mi culito contra la polla que tanto placer me estaba proporcionando, para recibirlo todo…

- Asíiiiiii…, así es como debe de portar una buena puta…, asíiiii…, me corro en tu culito de zorra… toma mi leche puta... tomaaalaaaa…, todaaaaaa.
Me estremecí, como la perra cuando sentí toda la carga de semen caliente que salía de su hermosa polla, yendo a parar dentro de mi cuerpo, cerré todo lo que pude mi machacado esfínter, no quería perder ni una sola gota de aquella corrida (fue algo que no olvidare jamás, y lo que me sorprendió fue la cantidad de leche que de el salía, porque hacia poco que se había corrido abundantemente).

Las piernas se me doblaban solas, menos mal que Carlo, se aferro rápido a mis caderas, aunque cerré todo lo que pude el esfínter, notaba como la leche de Carlo, y los con los jugos que manaban de mi coño se mezclaban y resbalaban por mis muslos (parecía que me estaba meando); aquella noche estaba siendo algo alucinante, me sentía rota por el de placer que me habían proporcionado.

Carlo, se había ido después de ducharse y Juan no paraba de besarme muy excitado, y acababa de demostrarme que me adoraba, regalándome aquella noche de sexo salvaje; decidí, darle a él, lo que tantas veces desde que nos conocimos, me había pedido, y yo nunca le permití…

Después de leer esta parte de mi aventura, si os interesa, el resto (pues es bastante larga), la enviare (escrita por mi marido), para que disfrutéis con mi placer.

Besitos húmedos… Margot

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