viernes, 12 de octubre de 2007

Lo que ella necesitaba: ser una puta

Aunque los nombre aparecerán cambiados, los hechos que a continuación voy a narrar son reales, y en la actualidad siguen ocurriendo.

Somos un matrimonio del sur de España, Nacho (39) y Mar (41), casados desde hace mas de 10 años, y tenemos una hija pequeña. Yo mido 1,76 y siempre me he cuidado mucho, deporte y alimentación sana, pero me considero un hombre bastante normal, con una polla del montón y con un aguante muy justo en la cama.

Mi mujer si es algo espectacular, mide 1,73, rubia con el pelo rizado, con una talla 38 de falda y una 100 de pecho, con unos pezones muy grandes y prominentes, al igual que sus labios vaginales, que rodean un amplio coño y un pequeño clítoris. Siempre fue muy coqueta y presumida, no le falta nunca su maquillaje y sus uñas esculpidas, ni sus altos tacones de aguja, a juego con sus largas y torneadas piernas, aunque su vestimenta siempre fue muy clásica, debido a su trabajo de administrativa en unas oficinas.

Nuestras relaciones, con el paso del tiempo se fueron enfriando, llegando a tener sexo una vez o dos al mes, cosa que me ponía frenético, porque la deseaba con locura y no desaprovechaba ni un momento para tocarla y meterle mano, pero ella lo hacia con desgana, ya que mi esposa tiene un problemilla: le cuesta horrores llegar al orgasmo, y las veces que lo conseguía tenia que ser con el clítoris, a la vez que estiraba e apretaba sus piernas con
fuerza, ya que nunca en su vida lo había conseguido por la penetración.

Prácticamente nuestras relaciones consistían en que ella me la chupaba (cosa que le gusta mucho) y cuando la tenia bien dura, se colocaba boca arriba con las piernas bien abiertas y levantadas, y me la follaba hasta correrme en su interior, o bien me montaba ella, cosa que era aun mejor para mi, porque debido a su forma de tener orgasmo, tenia un fuerte control sobre las paredes vaginales, con lo que literalmente te ordeñaba la polla y era capaz de hacer que eyaculara antes.

Hace dos años, estando los dos en la cama, me comento que tenia dudas sobre nuestro matrimonio, que no era feliz y que no sabia si sentía lo mismo por mi como el primer día. A mi se me vino el mundo encima, ya que estoy locamente enamorado de mi esposa y la considero una mujer muy atractiva, por no mencionar una buena madre.

Le comente que buscara ayuda exterior, una psicóloga de parejas o una sexóloga. Conseguí que aceptara esta ultima, por lo que pasados unos días acudió a su consulta, en el centro de nuestra ciudad, de la que vino mas animada, aunque me indico que en la próxima deberíamos ir los dos juntos. En esta segunda, después de charlar con ella en presencia de mi esposa, la sexóloga nos comento que mi mujer no alcanzaba fácilmente el orgasmo debido a que su excitación no había alcanzado el grado que ella necesitaba, y que debido a los sentimientos que tenia ella hacia mi, deberíamos poner tierra por medio temporalmente.

Cuando llegamos a casa, nos sentamos en el salón y pensamos la mejor manera de llevar el asunto, sobre todo de cara a nuestra hija. Concretamos que como un primo mío tenia un apartamento que solo utilizaba para veranear, podría instalarme allí durante un mes, pero que puntualmente entre semana pasaría alguna noche en casa, y así le podríamos decir a mi hija que por motivos de trabajo, papa tenia que estar casi toda la semana fuera. Para el resto de la familia y conocidos dijimos la verdad.

Nos llamábamos casi todos los días, incluso el día de mi mudanza follamos en
el apartamento, pero sabíamos que durante ese mes podríamos tener relaciones con terceros, dado que era como si estuviéramos separados, y hablábamos a menudo como si fuéramos amigos, de por donde salíamos y con quien, si nos habían tirado los tejos o insinuado en algún sitio, etc... Yo por mi parte busqué amigos del trabajo y salíamos a las discos de treintañeros, pero intentaba ir a zonas no frecuentadas por mi esposa, y ella hacia lo mismo, aunque poco. Lo que en un principio debía durar un mes, se fue alargando con el pasar de los días.

Cuando mas hablábamos era el día que pasaba por casa, y me acostaba con ella, y como me dejaba que la follara, mientras yo le preguntaba que cosas había hecho sin mi, me ponía muy caliente saber de sus andanzas, y a ella parecía que la ponía mas cachonda contármelas, con quien había salido, con quien se había morreado o le había metido mano, y alcanzaba mejor el orgasmo si mientras le acariciaba el clítoris, le preguntaba quien y como se la habían follado.

Como tardaba tanto en llegar y se ponía tan caliente, tenia tiempo de preguntarle cantidad de cosas, y me sorprendió un día saber que su jefe la estaba acosando en la oficina desde que se entero de nuestra ruptura. Empezó por cambiarla de puesto y ponerla pegadita a su despacho, a solas con el, en la planta superior de la empresa. Poco después continuo metiendose con su forma de vestir, exigiéndole no llevar pantalones y si ajustadas y cortas faldas.

Todo eso que me contaba me estaba poniendo mas cachondo, ver a mi mujer desnuda ante mi, las piernas estiradas, juntas y apretadas, sus brazos a sus costados, dejando que juegue con su clítoris y chupe y muerda sus grandes pezones, duros como piedras, mientras me narraba como no podía negarse a los requerimientos de su jefe, porque peligraba su puesto de trabajo, y yo necesitaba que me contara mas.

Me relataba como había cambiado de forma de vestir, mas provocativa y sensual, cosa que había envalentonado mas a su jefe, que no paraba de tocarla y acariciarla cuando podía, algo que ella evitaba si le era posible, pero no le paraba los pies en firme, y eso era aprovechado por el, hasta convertirse en costumbre el tenerla siempre cogida por la cintura cuando hablaba con ella, despachar los asuntos en el sofá muy pegado a ella, metiendose con su indumentaria, que debía ser mas corta y ajustada, cosa que ella a los pocos días corregía.

Loco de excitación le pregunte a mi mujer donde estaba comprando la ropa y
me dijo que en las tiendas de las chicas jóvenes, la mas corta y ajustada que podía encontrar, su jefe quería que fuera como una puta al trabajo, y ella lo complacía, pero también le estaba gustando vestir así, se encontraba mas juvenil y sexy, que la miraran los hombres aun mas por la calle.

Mi mujer estaba muy mojada, le estaba gustando relatarme, entre suspiros y jadeos, las cosas que hacia, y me seguía contando que su jefe continuo con su acoso hasta que un día, de cogerla por la cintura paso a poner sus manos sobre su culo, por debajo de su minifalda y a sobárselo mientras la miraba a los ojos, ella intento separarse de el, pero la atrajo cogiéndola con fuerza del culo, hasta pegarla a el, y la beso en los labios, mientras le subía la faldita con una mano y buscaba con la otra su entrepierna, desapareciendo sus dedos por debajo de su tanguita, buscando su clítoris. Ella intentaba separarse de el, pero dejo de hacerlo cuando empezó a masturbarla, cada vez mas rápido, a lo que ella empezó a gemir y a responder a los besos de el.

Así estuvo un buen rato, y de pronto paro de masturbarla, cogió la mano de ella y se la llevo a su coño, ordenándole que se masturbara, cosa que empezó a hacer sin rechistar, mientras el la desnudaba a su antojo, primero la blusa, dejándola en sujetador tipo balconet, como suele usar ella, después su faldita, dejándola solo con sus taconcitos de aguja, porque su tanga estaba a la altura de sus tobillos.

El relato de mi mujer me había producido una erección tremenda, al imaginar a mi dulce esposa prácticamente desnuda, de pie apretando las piernas mientras se masturbaba por orden de su jefe, su amo. Mi esposa me miro a los ojos y jadeando me pregunto si me gustaba que su mujer se vistiera y comportase como una puta, saber que otros machos se la follaban y hacen con ella todo lo que les place, y me cogió la polla y empezó a masturbarme a mi también.

Yo estaba como en una nube, mientras mi esposa me preguntaba si me gustaba estar casado con una zorra, a lo que le dije “SIIIIIIIIII” cuéntame como eres de puta con tu jefe, y sin parar de masturbarnos, me contó como mientras ella se acariciaba, el le quito el sujetador y la emprendió a chupadas y mordiscos con sus pezones, mientras le decía que a partir de ahora seria suya, de su propiedad, que su único trabajo en la empresa seria entregarle su cuerpo, a lo que mi querida esposa le contestaba que si, seria su esclava y el su amo y señor.

Su jefe se bajo los pantalones y mostró su gruesa, muy gruesa herramienta, la cogió de la mano, hizo que se despojara de su tanga, y la llevo a una silla, donde se sentó el y ella encima, frente al el, abierta de piernas, sintiendo la punta de su gruesa polla en la entrada de su chorreante coñito. La cogió por las caderas y la hizo bajar lentamente pero con firmeza, ella le dijo que sin preservativo no, no estaba poniendo medio debido a nuestra ruptura, y porque yo tengo la vasectomía, le pidió por favor que no la montara a pelo, pero no la hizo caso, y la penetro casi de golpe, clavándosela hasta el fondo.

Intento de nuevo levantarse, pero la cogió de las muñecas y le dijo que era su puta y se la follaría a pelo, llenándola de leche caliente, y levantándola en vilo del asiento, la echo sobre la mesa, comenzando a fallársela con mucho ímpetu, a la vez que le gritaba cosas como que era suya, que llevaba mucho tiempo queriendo hacer esto, tenerla así, rendida a sus pies, jadeando como una perra.

Mientras me contaba esto ultimo, de mi polla saltaron chorros de semen, que cayeron sobre sus pechos, a lo que yo intensifique su masturbación, pero de repente me paro la mano con la suya, y mirándome a los ojos me pregunto si me había gustado saber que era la puta de otro hombre. Le di un beso y le exprese mi satisfacción. Entonces ella me dijo que me tenia que contar hasta el final, mientras me la seguí meneando. Me dijo que su jefe la tiene muy gruesa y no anda mal de longitud, que se siente llena de polla cuando la penetra, y que tiene mucho aguante, tanto que ese mismo día consiguió lo que ningún otro hombre antes: que se corriera con una penetración.

Me quede atónito, nunca, ni con sus anteriores novios ni conmigo, lo había conseguido, pero al parecer su jefe si lo consiguió, y no solo una vez, sino siempre que la folla. Mientras me contaba esto se levanto y fue al armario. Lo abrió y de un cajón saco un corsé negro de encaje, de esos que deja los pechos fuera, unas medias, y se las empezó a poner sin mirarme. Saco también de una caja grande unas botas negras, pegadas y altas sobre las rodillas, con un altísimo bacón de aguja y se las coloco. Yo estaba embobado, me miro y vio mi nueva erección, y me dijo que todo eso no era para mi, que tenia una sorpresa preparada, y se fue al baño a maquillarse.

Al cabo de pocos minutos sonó el portero electrónico, ella saliendo del baño me indico que ya acudía ella, le pregunte quien seria a estas horas, y me dijo: “es mi amo, todo lo que llevo me lo ha regalado el para su único disfrute”. Yo estaba confuso y excitado. Escuche la puerta cerrarse, y tardo un rato en aparecer por la puerta del cuarto, de la mano de su jefe, era maravilloso verla de esa forma vestida, con ese corsé dejando sus pechos libres, sus pezones duros, esas piernas enfundadas en tales prendas, los labios de su coño brillando de lo mojado que estaba, detrás de el, sumisa a sus deseos.

Le ordeno que se echara sobre la cama, a mi lado, abierta de piernas y que empezara a masturbarse. Dicho y hecho, mientras el se desnudaba, mi mujer ya estaba a mi lado acariciándose como una loca y abriendo los labios del coño para su jefe. Cuando este se despojo de toda su ropa, pude ver que tamaño portaba el macho de mi mujer, se acerco y se acoplo sobre ella y, apuntando su gorda polla en la empapada cueva de mi querida esposa, me miro y me dijo que esa era su hembra, que podría seguir casado con ella y follarla cuando quisiera, pero que sus orgasmos le pertenecían, que estaba a su entera disposición, en la oficina o en mi propia casa, y en este ultimo lugar, siempre que fuera posible, estando yo delante, para ver como se corria una puta con un buen semental. Después miro fijamente a los ojos a mi mujer, a lo que ella respondió que era su puta, su esclava, y que solo se correría con el y para el. Entonces la penetro bruscamente, hasta el fondo, y empezó a bombearla con mucho ímpetu, mientras le cogía con fuerza, mucha fuerza, los pechos, a la vez que mi mujer abría mas las piernas y me cogía una mano en señal de cariño.

Empezó a gemir muy fuerte, le besaba en la boca y le pedía que apretara mas los pechos, que le pellizcara mas fuerte los pezones, como a el le gustaba. Los tenia casi morados, y empezó a mordérselos con mucha fuerza, pasaba de uno a otro, entre tanto me miraba y me decía que le tocara el coño a mi esposa, que sintiera como una buena polla la partía en dos. No me pude resistir y acerque mi mano a la entrepierna de mi mujer, estaba empapada, parecía que se había meado, muy abierta, acaricie los labios y pude sentir en mis manos como entraba y salía de ella, empapada en sus jugos. Mientras lo hacia.

Le pregunte a mi esposa si le gustaba, y entre gemidos y pequeños gritos me dijo que le gustaba mucho, que se sentía suya. Así estuvieron mas de quince minutos, sin parar de bombear, los dos sudando por todo el cuerpo, sin poder separar mi mano de su coño, deseaba sentir el semen resbalando por su raja.

Siguieron así hasta que mi mujer empezó a gemir mas fuerte y a decir “mi amo, mi señor, te quiero, te quiero, te quierooooooooo” y comenzó a convulsionarse, levantando mas las piernas, señal que se estaba corriendo como nunca la vi antes, entonces su jefe comenzó a reírse y dirigiéndose a mi me dijo “mira como se folla de verdad, chaval, a esta puta ya la has perdido para siempre, le gusta mi polla y no puede vivir sin ella”, y siguió el mete saca hasta que, a los pocos minutos, cogiendo con mas fuerza, si cabe, los pecho de mi mujer, la clavo hasta el fondo y comenzó a correrse, a inundar su coño con chorros de semen de macho dominante.

Yo con mi mano en su entrepierna, pude sentir como se derramaba parte de esa corrida, y cuando la saco entera, el coño de mi mujer estaba muy dilatado y manaba leche de su semental, el cual se puso junto a mi mujer y continuaron dándose besos y acariciándole los doloridos pechos. Allí yacía mi esposa, abierta de piernas, vestida como una furcia, inundada su cueva del liquido blanco y espeso de su jefe, que la había convertido en su posesión.

El se levanto y fue hacia el armario, lo abrió y empezó a mostrar que clase de ropa estaba mi mujercita comprando para vestir de diario. Me dijo que antes, el tiro la que no le gustaba, y fue con ella a comprar la nueva ropa, algunas prendas adquiridas en los sex-shopp, que las usaba cuando iba con el a los club de intercambios de parejas, en los que la obligaba a follar con el maromo de la chica que el pretendía tirarse. Y como le gusta que la monten a pelo, le había ordenado que se colocase un DIU, para que su coño este siempre llenito de leche caliente y espesa.

Yo estaba alucinando, mi mujer había pasado de estar apática en el tema del
sexo, a convertirse en una autentica golfa.

Su jefe se vistió y mi mujer lo acompaño hasta la puerta. Cuando volvió se quito la ropa y se metió en la cama, sin lavarse, ordenes de su amo, quería que oliera el fuerte perfume de su semen en mi mujer. Ella me pregunto si me había gustado, y me la volvió a coger y a meneármela, a lo que le dije que si, me gusto verla jodiendo con otro hombre, verla en pleno orgasmo con otra polla y sentir su semen resbalar por sus labios. Me dijo que quizás esa seria la puerta de salida a la situación de la separación, dejarla follar con otros machos, esté, o no, yo delante, y así ella podrá corresponderme siendo una buena amante, esposa y madre.

Siguió pajeandome mientras al oído me narraba que podríamos poner un anuncio en Internet buscando buenos sementales, con grandes aparatos, para que la montaran y la hicieran correrse, siempre delante de mi, vestida como una puta, y de repente empecé a eyacular como un burro.

Hace un año casi que volvimos a estar juntos, y llevamos con este tema el mismo tiempo. Mi mujer viste cada vez mas provocativa, su jefe le subió el sueldo y se la sigue tirando casi a diario, tiene un par de amantes mas que durante la semana se la follan lo que quieren, y los fines de semana vamos juntos a los club de intercambio, buscando completar lo que falta en nuestro matrimonio.

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