viernes, 12 de octubre de 2007

!La tercera vez, con tres!".

Hola cornudos:

Creo que tendré que frenar un poco el ritmo ya que desde la última experiencia, mi marido no ha vuelto a insistir en el tema, sin embargo yo cada vez que pienso en ello mojo mis bragas.

Si habéis leído mi anterior relato, (Con Néstor en el jacuzzi) mi marido me sorprendió esta Semana Santa con un viaje a Andorra, a un hotel con tratamientos de relajación y baños de barro y esas cosas que tanto nos gustan a las mujeres. Ni que decir tiene que en cuanto me enteré, empecé a maquinar un nuevo encuentro a tres bandas (o cuatro, o cinco……).



El viaje transcurrió sin incidencias y llegamos al hotel por la noche, bastante tarde. La habitación era sensacional, una especie de suite, con dormitorio independiente, salón con televisión y dos sillones y un baño de película, plato de ducha con paredes de cristal, bañera redonda con hidromasaje, gran encimera de mármol con dos lavabos y cabina independiente para la taza. Os juro que hubiera pasado allí dentro los cuatro días sin mayor problema.



La cama, mejor dicho las camas porque eran dos camas de 1m. X 2m. de largo, resultaban enormes para descansar sin tocarse en toda la noche con el acompañante, aunque estaba claro que esas no eran mis intenciones.



Nos acostamos y dormimos de un tirón pues veníamos algo cansados del viaje. A la mañana siguiente bajamos a desayunar y luego estuvimos viendo las instalaciones del Hotel. Tenía piscina, sauna, jacuzzi, gimnasio, sala de masajes etc.…. Vamos para quedarse a vivir. Yo me apunté a un programa antiestrés, que incluía una serie de baños con algas y barros, duchas con chorros de agua fría, masajes…. o sea de todo lo que hacían. Mi marido cogió simplemente una serie de masajes especiales para la espalda, ya que suele padecer de dolores de espalda.



Esa misma tarde comenzamos el programa. Todo era fenomenal, las instalaciones, el trato del personal, todo muy profesional y serio, tanto que empecé a ver peligrar mis intenciones. Pero comentándolo con mi marido llegamos a la conclusión de que era una pena desaprovechar esta oportunidad y decidimos llevar a cabo un plan que daría como resultado una nueva sesión de sexo en grupo.



Nuestra actividad se limitaba a salir de compras por la mañana y quedarnos por la tarde en el hotel recibiendo el tratamiento elegido, así que una de las tardes, tras las sesión de barros y algas, subimos a la habitación y le dije a mi marido que bajaría a la piscina a nadar un rato, el me dijo que se quedaría dándose una baño relajante.



Me puse un bikini extremadamente pequeño y me bajé a nadar. Me sorprendió que apenas hubiera gente, tan sólo un par de parejas extranjeras y comencé a hacerme unos largos, al rato salí y me metí en el jacuzzi, aprovechando que estaba vacío.



Me quedé medio adormilada y me sobresalté con los gritos de tres jóvenes que se estaban bañando, eran tres camareros del restaurante del hotel, que salían de turno y antes de irse se estaban dando un chapuzón, yo salí y me encaminé hacia la piscina, al verme se quedaron mirando fijamente, no es extraño adivinar porqué.



El bikini dejaba adivinar perfectamente mis grandes tetas, sus duros pezones trataban de romper la fina tela que les cubría y abajo marcaba completamente los labios de mi coño, completamente depilado. Verdad que así no es difícil llamar la atención? De hecho, las parejas que estaban en las tumbonas se quedaron igual de piedra al verme cuando llegué. Yo no di importancia a sus miradas y me metí de nuevo en la piscina, comenzando a nadar. En seguida se me acercaron y uno de ellos me dijo:



- Ese cuerpo tan maravilloso, lo has hecho a base de nadar?.



- No, le contesté, además hago tres horas de gimnasio a diario, monto en bici dos días por semana, por no hablar del monitor personal de yoga que me ayuda a mantenerme en equilibrio diariamente.



Se quedó un poco cortado. Enseguida comencé a reírme y les dije:



- En verdad no hago nada de eso. Simplemente cuido mi alimentación y disfruto de la vida. Y vosotros, tampoco estáis mal, a que os dedicáis?.



- Ahora estamos de camareros, pero también somos monitores de esquí y estamos entre España y Argentina, cada seis meses cambiamos nuestro destino para aprovechar las temporadas en los dos países.



- Ese traje de baño es muy atrevido no te parece?.



- Tú crees? Yo lo veo bien, además me lo regaló mi marido. El es quien me pide que me lo ponga, será porque no es tan atrevido, no os parece?



Les dije, mientras trataba de estirar la tela de la parte superior del bikini, para que tapara algo más mis tetas, sin conseguirlo, ya que lo que tapaba por un lado lo destapaba por otro.



- Así que estás casada? que afortunado debe sentirse él, contigo siempre a su lado.



- Eso es cierto, si tú supieras lo afortunados que somos los dos, por tenernos el uno al otro, además nos compenetramos perfectamente en todo y eso es fundamental en un matrimonio tan liberal como nosotros.



- Liberal? A que te refieres exactamente?.



- Pues justo a lo que estáis pensando, liberal en el sentido que él disfruta viéndome disfrutar y yo disfruto haciéndole disfrutar a él.



De momento se quedaron callados mirándose entre sí, como preguntándose si habían oído lo que les había dicho o se lo habían imaginado. Como vi que no reaccionaban, les dije:



- De hecho él está ahora en la habitación y no tendría ningún reparo en que subiéramos todos a tomar una copa tranquilamente.



- Porqué no, dijo uno de ellos, subamos arriba!



Salimos del agua, nos secamos rápidamente y nos encaminamos a los ascensores. En el trayecto a la habitación se presentaron, eran Mario, Carlos y Juan, con sus toallas colocadas a modo de pareo y las gotas de agua recorriendo sus cuerpos desnudos, me estaba empezando a mojar, por dentro.



Entramos en la habitación. Mi marido estaba en el baño. Les ofrecí una copa y les dije, voy a cambiarme vuelvo en un segundo y metí en el baño. Allí, metido en la bañera estaba mi marido.



- Hola cariño, - le dije - me he subido con tres chicos que estaban en la piscina para que pasemos un buen rato, vamos a estar tomando unas copas en el salón, cuando quieras puedes salir y le di un beso de complicidad. Tengo muchas ganas de ver lo que pasa, hoy seréis cuatro para haceros disfrutar, tendré que emplearme a fondo. Te prometo que no defraudaré a ninguno.



Me di una ducha rápida y me puse el albornoz antes de volver al salón.

Cuando volví, Carlos me preguntó extrañado:



- Tu marido está en el baño?.



- Si, pero estar tranquilos, no os preocupéis sabe que estáis aquí ye saldrá dentro de un rato, se está dando un baño. Además a él le gusta entrar cuando ya la acción se está desarrollando, para que nadie se sienta cortado.



Para romper el hielo, preparé unas copas. Al inclinarme para dejárselas sobre la mesa aproveché para intencionadamente mostrarles mis tetas (aunque ya las habían visto en la piscina) cuando estaba dejando la última Carlos se me acercó por detrás y agarrándome como si me estuviera follando me plantó un respetable bulto sobre el culo y me dijo:



- Que quiere decir que entrará cuando la acción se esté desarrollando? es que tu marido es de los que les gusta ver como se follan a su mujercita?



- Exactamente, y como yo disfruto si el disfruta, pues ya se sabe, todos a disfrutar!.



En cuanto acabé de decir esto, me agarró por la cintura, y hábilmente me deshizo el nudo del albornoz, quedando éste únicamente sujeto por mis dos tetas, de manera que se veía perfectamente mi depilado coño, en el que inmediatamente clavaron sus ojos Mario y Juan.



Me llevó en brazos hasta el sillón en el que quedé sentada entre Mario y Juan, que inmediatamente me despojaron del albornoz y comenzaron a besarme y chuparme las tetas y el cuello alternativamente entre los dos, yo estaba en la gloria, cuatro manos y dos bocas dándome placer, cuando de pronto sentí el calor de la boca de Carlos en mi coño. Así estuve durante unos minutos, los que tardé en empezar a correrme entre jadeos y sacudidas.



Cerré las piernas sujetando fuertemente la cabeza de Carlos, el muy cabrón no paró de follarme con su lengua durante todo el orgasmo, hasta que quedé sin fuerzas, tendida, inmóvil, flotando como en una nube.



En seguida me levantaron y entre los tres me colocaron en la mesa, sobre unos cojines del sillón, completamente abierta de piernas y empezaron de nuevo a lamerme. Nunca había tenido tres lenguas ocupándose de mí simultáneamente.



Mientras Juan lamía mi culo y mi coño, Carlos se dedicaba a besar y lamer mis pezones y Mario ya se había quedado desnudo y me ofrecía la polla para que me la tragase, lo cual hice sin ningún problema. Al poco noté como algo estaba entrando por mi coño, era Juan que fue el primero en follarme esa tarde.



En estas entró en escena mi marido, sentándose en el sillón y comenzó a acariciarse la polla mientras contemplaba la escena. Os podéis imaginar como me estaba poniendo de caliente, un rabo en la boca, otro taladrándome el coño, Carlos de reserva, chupándome las tetas, y mi querido cornudo pajeándose, para mí, todos para mí, disfrutando como una auténtica perra en celo.



No tardé en adivinar que Mario se correría en mi boca, pero no quería que esto sucediera tan pronto, quería llevarlos hasta el final a todos juntos, o al menos eso me propuse. Le sugerí que cambiáramos la mesa por la enorme cama que había en la habitación de al lado, en la que cabríamos todos sin problemas.



Los llevé hasta la cama como los perritos siguen a la madre para darles la comida, y una vez allí organicé la escena, para que todos quedaran perfectamente atendidos, mi marido al sillón, a meneársela, Juan se tumbó en la cama y yo le seguí sentándome sobre él y llenando nuevamente mi coño con su rabo, empezó a bombearme sujetándome por las tetas, como si se me fueran a caer.



Mario, de pié a mi derecha, me metió la polla en la boca, Carlos preguntó a mi marido si podía acercarle un bote de crema del cuarto de baño, os podéis imaginar lo que tardó el cabrón de mi marido en traérselo, incluso fue él quien embadurnó mi culo con ella para prepararle el camino a Carlos, y luego continuó meneándosela.



Cuando estuve preparada, llevé mis tetas al pecho de Juan ofreciendo de esta manera todo mi culo para ser ensartada por el rabo de Carlos, este cogió su cipote y decididamente de un golpe me ensartó un buen trozo, quedó inmóvil durante un momento hasta que yo empecé a apretarle con mi culo para que me la metiera hasta el fondo, cuando los tuve sincronizados, volví a ocuparme del rabo de Mario que ahora estaba tumbado a mi derecha masturbándose, como pude me fui hacia él y me lo metí en la boca no sin antes decirles lo que esperaba de ellos:



- Bueno, ahora que estamos todos colocados, follarme bien follada, que no me queden ganas de hacerlo en unos días. Quiero que me folléis hasta que escupáis sobre mí la última gota de vuestra leche caliente, desde este momento estoy a vuestra disposición, así que llenar de leche cada uno de mis agujeros para que el cornudo de mi marido pueda luego limpiármelos y disfrutar él también como vosotros lo haréis.



- Ves cariño, que bien así los cuatro para mi? Prepárate porque estos chicos van a derramar su leche sobre mí para que puedas recogerla después con tu lengua, cornudo de mierda. Te prometo que no olvidarás esta tarde mientras vivas.



Tras estas palabras, que les encendieron más si cabe, empezaron a moverse los dos rabos dentro de mí, a la vez que yo trataba de no atragantarme con el que follaba mi boca, no tardé ni un minuto en volver a correrme suavizando más aún la entrada por mi coño, lo que propiciaba la salida involuntaria de rabo de Juan en alguna ocasión.



Les pedí a todos que se concentraran y procuraran correrse a la vez y se pusieron en marcha, casi lo conseguimos, Mario fue el primero que inundó mi culo con su liquido caliente tan abundantemente que rebosó de mi culo al sacarme la polla, a continuación Carlos llenó mi boca con su leche que tragué como pude, dejando caer algunas gotas sobre el pecho de Juan que viendo todo el espectáculo siguió a escasos segundos la corrida de Mario, llenado esta vez mi caliente coño con su leche. Mi marido también se corrió mientras veía como salía leche de todos mis orificios, disponiéndose inmediatamente a dejarlos limpios.



Comenzó con el culo, que estaba completamente dilatado y rezumaba leche continuamente, luego paso a mi coño que dejó completamente seco y acabó lamiendo mi boca aunque aquí había poco rastro, ya que yo misma me había tragado la mayoría.



En ese momento me pasó por la cabeza la idea de ver a mi marido haciéndoselo con un hombre. Enseguida le dije que limpiara el rabo de Mario y que luego, si Mario estaba dispuesto se dejara dar por culo por él. Mario dijo que no tenía ningún problema en que le chupara la polla, pero que prefería recibir el rabo de mi marido mientras él me follaba a mí. Debo reconocer que la idea iba más allá de mis fantasías, pero no me disgustaba.



Nos tumbamos a un lado Juan, Carlos y Yo mientras mi marido empezó a chuparle la polla a Mario. Este enseguida provocó un fabuloso 69 en el que los dos rabos crecían cada vez más, parecía que iban a estallar cuando Mario se dispuso a untarse el culo y el rabo de mi marido con la crema que antes habían utilizado para encularme a mí, yo ya estaba disfrutando doblemente ante el morbo que me producía ver a mi propio marido gozar con otro hombre, y un par de pollas, una en cada mano que estaba pajeando lentamente ante el espectáculo, mi coño estaba esperando nuevamente para ser follado.



Cuando todos estuvieron preparados, me puse a cuatro patas y Mario me metió de un golpe su enorme rabo, a continuación mi marido se acercó por detrás y empezó a darle por el culo. Era fantástico, yo sentía cada empujón de mi marido pero con el rabo de Mario en mi interior, a la vez veía la cara de placer de Juan y Carlos pajeándose ante mi cara.



No pude aguantar mucho y me corrí entre gritos de placer cuando sentí correrse a Mario en mi culo y a continuación mi marido hizo lo propio en el culo de Mario, cuando ellos acabaron, Juan y Carlos dejaron de meneársela y siguieron ocupándose de darme placer, pasaron por mi culo y por mi coño, los tres amigos me follaron por cada uno de mis agujeros y en alguno repitieron yo no se cuantas veces se corrieron dentro de mi cuerpo, en la habitación olía perfectamente a semen y a sexo, y al final todos me dedicaron una corrida sobre mis enormes tetas, como agradecimiento por el placer que les había dado.



Acabé así, rebozada en la leche de los tres cabrones y la del cornudo de mi marido, que al final no pudo limpiarme de tanta que tenía por encima. Una vez quedaron todos secos se fueron yendo, yo pasé al baño y me metí en la bañera con agua caliente y espuma hasta arriba, al rato llegó mi marido y se metió conmigo, me besó y empezó a masturbarme un vez más, nada me apetecía menos pero llegó a hacerme correr y yo acabé mamándosela y tragándome una vez más toda su leche como había hecho antes con la de los demás.



Al día siguiente coincidimos en el restaurante a la hora de comer, yo sólo de pensarlo me puse empapada pero no teníamos ganas de otra bacanal, así que les dijimos que olvidaran lo sucedido.



Subimos a la habitación y mi marido me comió el coño como nunca me la había hecho para luego follarme con más fuerza que nunca. No había sentido nada así desde hacía mucho tiempo, no era solo sexo, había mucha pasión y deseo contenido en ese polvazo.



Durante los siguientes días mi marido me folló prácticamente por todo el hotel, en la encimera del baño, en la ducha, en la piscina, en el ascensor, me obligaba a ir sin bragas y en cualquier rincón me follaba, en el restaurante, cenando, una noche acabó haciéndome una paja. Tengo que reconocer que no eché de menos a ningún acompañan hasta que nos volvimos.



Sinceramente disfruto mucho más cuando es mi marido quien me come el coño o me folla, porque sé que lo hace con amor. A partir de ahora, le he prometido que será él quien provoque las situaciones, yo no volveré a provocar directamente ninguna. Sin embargo las orgías que nos montamos me sirven para disfrutar del sexo como si fuéramos animales y también para que él vea realizada una de sus fantasías y disfrute de ello.



He llegado a separar el sexo del sentimiento como dicen los hombres y por ahora me va bien, pero la verdad no cambio un buen polvo a solas con mi marido por tres pollas taladrándome sin parar hasta derretir mis agujeros. Sólo una vez, he sentido algo especial, que fue con Néstor, y su enorme rabo, no fue nada afectivo no penséis mal, pero ese rabo era muy especial, muy grande y muy gordo, durante una semana estuve con el coño reventado y no sentía nada de lo que me entraba, aunque mi marido no sabe nada, y se enterará cuando lea este nuevo relato. Pero no te preocupes cariño, te quiero sólo a ti.



Animaros a hacer cornudo a vuestro marido, y todos saldréis ganando. No dejéis de dejarme vuestros comentarios, en mi e-mail, me sirven para masturbarme en el trabajo…… Besos húmedos cornudos.

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