viernes, 12 de octubre de 2007

La historia de mis morbosos cuernos

Esta historia que les voy a contar es totalmente cierta, comenzó hace 1 año en mayo, solo cambiare los nombres y algunas ubicaciones.

Mi nombre es Tomás, tengo 36 años y soy aparejador. Vivo en las afueras de Sevilla, con mi mujer Paula (34 años) y con mis dos hijos, desde hace 5 años. Paula es una mujer que tiene su punto, no es como las que salen por la tele, pero para mi esta realmente bien. En cuanto a su físico decir que mide 1,70 y que pesa 63, es morena con el pelo corto y usa una 96 de sujetador. En cuanto a mi decir que físicamente estoy bien, mido 1,84 y peso 82 y me cuido bastante, voy a natación, al igual que mi mujer, 2 ó 3 veces por semana.

Una vez que me he presentado y me he descrito vamos a la historia. Para empezar tengo que decir que a mi el tema de las infidelidades y los cuernos no me atraían. Yo tenía una vida sexual satisfactoria con mi mujer y era feliz, pero todo cambio el día que vi a mi vecino.

Como ya dije vivo en las afueras de Sevilla, cuando nos mudamos los pisos eran nuevos y los bloques estaban medio vacíos, en concreto en el nuestro solo estaban ocupados unos 8 de los 30 que tenía el bloque. Debido a esta aparente soledad que vivía nuestro bloque, un vecino nuestro, Andrés, me comento que se iba de viaje a Valencia y que si le podía cuidar el piso, a lo que yo acepte sin ningún problema.

Todo iba bien hasta que una tarde estaba en mi casa y escuche unos ruidos provenientes del piso de Andrés (aclarar que Andrés vivía en el piso de arriba), era como una especie de gritos. Ante esto decidí subir y ver que pasaba. Al llegar abrí la puerta con la llave que el me dejo y entre el piso. Entre y llame un par de veces a Andrés, pero nadie me respondía. Le eche valor y avance hasta el fondo de la casa hacia el dormitorio que era de donde provenían los gritos. Cuando llegue vi la puerta entreabierta y me puse a mirar.

La sorpresa que me lleve fue mayúscula, vi a Sonia, la mujer de Andrés, tirada en la cama con un chico encima penetrándola salvajemente y Andrés sentado en una silla al lado de la cama desnudo y masturbándose como un loco. Yo me quede de piedra ante esta situación y pensé en irme pero una fuerza me obligaba a quedarme y mirar, sin saber por qué me desabroche el pantalón y me empecé a masturbarme. Las sensaciones eran increíbles, estaba disfrutando mucho con aquello. Tras unos minutos reaccione, me subí los pantalones y me marche sin hacer ruido. Cuando llegue a mi casa vi a mi mujer dormida en la cama, y sin saber por qué, empecé a imaginármela follando con otro.

Tras aquella experiencia mi vida cambio, comencé a interesarme por el tema de los cuernos, las infidelidades, etc… Quería saber y más, y cuanto más sabía mas ganas tenía que Paula me pusiera los cuernos. Y tras pensármelo un poco decidí que tenía que conseguir que se acostara con otro hombre.

En Internet había leído que una de las estrategias era decírselo cuando estuviéramos en la cama follando. Me atreví con eso y le comencé a preguntar algunas cosas:

- Tomás: oye Paula, ¿a ti te gustan otros hombres?

- Paula: ¡pero que dices!, ¿por qué me preguntas eso?

- Tomás: venga ya, eres muy guapa y seguro que alguna vez has mirado a alguno y también seguro que te han mirado.

- Paula: hombre, alguna vez he mirado y me han mirado, ¡pero no pienso en acostarme con nadie! Así que deja ya de decirme tonterías.

En este primer intento las cosas no salieron bien, así que cambie de estrategia. Compre algunas películas sobre el tema, sacaba el tema de manera sutil, la piropeaba por la calle, le decía que los hombres la miraban, la compre ropa sugerente, etc…, pero ella no decía nada. Seguí con esa estrategia hasta un día respondió:

- Tomás: que guapa vas hoy.

- Paula: me pongo así para que los hombres me vean. – Esa respuesta me dejo de piedra y con la polla tiesa-.

- Tomás: en serio.

- Paula: claro tonto, las mujeres bonitas tienen que estar siempre bien arregladas.

Con estos comentarios esa noche, cuando dormí a los niños, me fui a por ella y los hicimos como nunca. Tras ello le pregunte otra vez:

- Tomás: ¿así que te gusta que te miren los hombres?

- Paula: -sonriendo- es posible.

- Tomás: ¿y te gustaría estar con alguno?

- Paula: -me coge de la mano y me mira seriamente- mira cari, yo a ti te quiero y no te voy a dejar por otro hombre, pero me llevas mucho tiempo hablando de que te gustaría verme con otro y, claro, me pica la curiosidad.

- Tomás: ¿eso que significa? ¿quieres estar con otro?

- Paula: la verdad es que sí, pero con condiciones. Primero, no soy una buscona, así que no voy hacerlo con el primero que vea, quiero alguien que me agrade y solo quiero uno, nada de más gente. Segundo, quiero que tú estés presente. Y tercero –se rie-, ¿qué hacemos con los niños?

Ante esta sinceridad de mi esposa me puse a tono en un segundo, Paula me miro, se rió y me dijo:

- Paula: ¿así que eso es lo que mi maridito quiere?

Pasaron unos días en los que la cosas estaba bastante tranquila, aunque su actitud claramente había cambiado. De hecho un día en la piscina Paula se entretuvo un poco hablando con Jesús:

- Tomás: ¿por qué has tardado tanto?

- Paula: he estado hablando con Jesús.

- Tomás: ¿te gusta?

- Paula: la verdad es que es muy guapo y simpático.

- Tomás: pero es muy joven, solo tiene 21 años.

- Paula: cuando me dijiste lo de mirar a alguien para acostarme con él no me mencionaste nada acerca de la edad.

A partir de entonces Paula y Jesús empezaron a hablarse más en la piscina y yo también fui conociéndolo un poco más. Jesús era un chico joven de 21 años, en forma, mide 1,79 y pesa 73 kg, es moreno con el pelo rizado, es simpático aunque algo tímido al principio. Estaba estudiando una carrera y venía a la piscina por hacer algo de ejercicio. A Paula le gustaba estar con él y en la piscina se hacían alguna que otra broma, cosa que me ponía a cien.

Al cabo de los días Paula se me acerco y me dijo:

- Paula: creo que me gusta Jesús.

- Tomás: ¿tanto cómo para hacerlo con él?

- Paula: es posible.

- Tomás: ¿pero te atreves?

Tras pensárselo un poco.

- Paula: es lo que tú quieres, ¿no?, así que… vale, me atrevo.

Esas palabras fueron música para mis oídos y automáticamente se puso duro dura, Paula se percato y me ayudo a bajar mi erección con una increíble mamada.

Un día que yo no fui a la piscina, al llegar a casa Paula me soltó de golpe que había invitado a Jesús a comer a casa:

- Paula: tengo una sorpresa para ti, he invitado a Jesús a comer este domingo.

- Tomás: -se me ilumino la cara- se los has dicho y a aceptado.

- Paula: no le he dicho exactamente que íbamos a hacer, solo le he dicho que ya que éramos buenos amigos que se viniera a comer a casa.

- Tomás: pero, ¿no va a ver sexo?

- Paula: no te preocupes, ya lo “convenceré”.

Yo esa semana estaba realmente impaciente, deseaba que llegara ya el domingo. Durante esa semana me tuve que masturbar varias veces ya que Paula decía que quería estar caliente para Jesús y así poderse lanzar sobre él. También durante la semana pensamos en la estrategia que íbamos a seguir para tratar de que todo acabara como queríamos. Primero decidimos enviar a nuestros hijos con sus abuelos a pasar el domingo, les dijimos que era porque tenía una comida con unos amigos. Y segundo había que caldear el ambiente y por eso pensamos en desconectar el aire acondicionado (en Sevilla a finales de mayo a las 2 de la tarde hace un calor increíble) para así “estimular” el que estuviéramos ligeros de ropa.

Con todo preparado llego el gran día. Paula se había puesto una falda vaquera muy corta con un tanga rojo y una camiseta de tirantas verde con un bonito sujetador. Poco a poco el reloj se acercaba a las 2, la hora en la que habíamos quedado. A las 2 menos 5 llamaron al timbre, era Jesús, subió y entro en casa. Paula le dio dos besos pegando completamente sus tetas contra el pecho de Jesús:

- Tomás: hola.

- Paula: hola, ¿cómo estás?

- Jesús: muy bien, aunque no vea lo lejos que vivís –aclarar que Jesús era del centro-, he tardado casi hora y media.

- Tomás: bueno eso es lo que nos toca aguantar por vivir a las afuera.

- Paula: pero pasa y siéntate en el salón.

Pasamos y entramos en el salón. Jesús iba vestido muy de sport, un pantalón pirata vaquero, unas chanclas y una camiseta de España. Cuando entramos al salón yo me quede con Jesús mientras Paula se iba a la cocina a preparar la comida:

- Jesús: tenéis un piso muy bonito, pero hace mucho calor aquí.

- Tomás: sí, es que tenemos el aire estropeado. Aunque si quieres nos podemos quitar la camiseta, total ya te hemos visto en la piscina.

- Jesús: sí, de acuerdo.

Jesús se quito la camiseta, y mi mujer vino al comedor.

- Paula: vaya que guapos sin camiseta.

Tras esto empezamos a charlar y al poco llego Paula pidiendo un poco de ayuda con la mesa. Nos levantamos y la ayudamos pero con tan mala suerte que se “derramo” un poco de salsa encima de Jesús:

- Paula: uy, lo siento.

- Jesús: no te preocupes.

- Paula: Tomás, ¿por qué no le prestas algo?

- Tomás: ven, te voy a deja unas calzonas.

Me fui con Jesús a mi curto y le di unas calzonas, el cogió, se las cambio y volvimos al comedor. Cuando llegamos Paula se le quedo mirando con una cara de gata en celo increíble. Jesús también se percato ya que la miro y sonrió. A partir de ese momento la tensión sexual fue en aumento, durante toda la comida Paula no hacia más que mirar a Jesús y este trataba de disimular la tremenda erección que tenía (hay que decir que las calzonas eran antiguas y le quedaban pequeñas con lo que se le notaba todo el paquete).

- Paula: ¿tienes novia?

- Jesús: ahora mismo no, estoy centrado en terminar mi carrera.

- Paula: pues es una lástima porque creo que eres un buen partido.

La cara de Jesús era todo un poema, estaba totalmente rojo y con una erección increíble.

- Paula: veo que estas muy colorado, ¿tienes calor?, yo sí, con tu permiso me voy a quitar la camiseta, ¿te molesta?

- Jesús: no, es tu casa, haz lo que quieras.

- Paula: ¿lo que quiera?, pues creo que si estas tan colorado y tienes tanto calor porque no nos quitamos toda la ropa.

La situación era increíble, yo mirando como una simple comparsa, mi mujer en sujetador y Jesús con las calzonas. En ese momento en que Paula dijo lo de quitarnos la ropa todos nos callamos y nos miramos, Jesús me miro como pidiéndome ayuda, pero yo estaba super cachondo y solo quería que follaran. Tras unos segundos miramos tanto Paula como yo a Jesús, este nos miro y sonrió, creo que ya lo había entendido.

- Jesús: creo que ya se de que va todo esto y si queréis jugar……. pues jugamos.

Paula y yo nos miramos, por fin lo iba a conseguir, ver follar a mi mujer delante mío. Jesús se levantó se quito las calzonas y se quedo en calzoncillos, se acerco a mi mujer, quedándose la cintura a la altura de su boca. Paula me miro:

- Paula: ¿es esto lo que quieres?, ¿quieres que me folle Jesús?

Yo no respondí, simplemente me levante de la silla, me acerque a Paula, le di un beso, me senté en un sillón, me desnude completamente y empecé a masturbarme (como hizo mi amigo Andrés). A partir de ese momento me convertí en un observador. Paula se acercó a Jesús y le quito los calzoncillos, dejando su miembro completamente libre y totalmente empalmado. Decir que era ligeramente más ancha que la mía y prácticamente igual de larga.

Jesús cogió a Paula y la sentó en otro sofá, enfrente del mío, y empezó a desnudarla suavemente. Primero su falda, después su sujetador y por último sus braguitas. Tras esto se fundieron en un profundo beso. Yo no aguante más y me corrí. Paula me vio, pero siguió a lo suyo. Sentó a Jesús en el sillón y empezó a chupársela de un modo increíble. Primero la observó de arriba abajo, después dirigió la mirada hacia mí y sed la metió completamente, hay comenzó un lento sube y baja tremendo con un Jesús con los ojos cerrados y del gusto que le estaba dando Paula. Así estuvieron unos diez minutos hasta que Jesús descargó en la boca de mi esposa, ella se afanó por que no se le escapara nada y se lo tragó todo.

Tras esto Jesús dijo que ahora le tocaba a él, sentó a Paula en el sillón y se puso de rodillas. Paula estaba deseosa de que se lo comiera y Jesús no la defraudó, logrando que alcanzara el orgasmo en pocos minutos. Tras el orgasmo se fundieron en un profundo y cariñoso beso. Cuando terminaron Paula me miro y me dijo:

- Paula: ¿es esto lo que quería?, ¿te gusta ver cómo me follan?, mira como Jesús lo hace.

- Tomás: me encanta, de verdad –me volvía a correr por segunda vez-

- Paula: bien, pues vamos a mi habitación, quiero hacerlo en la cama de matrimonio.

Nos levantamos y nos fuimos al cuarto, allí yo me senté en una silla en un lateral de la cama. Paula se tiró en la cama y Jesús se montó encima, se la clavó hasta el fondo y comenzaron a moverse, primero lentamente y después más rápido. La situación era espectacular, yo sentado en una silla, machacándomela como un loco, a escasos centímetros de mi cama de matrimonio y escuchando los gemidos de Paula pidiendo a Jesús más y más.

Cuando ya llevaban un rato dándole y algunos cambios de posición, Jesús se corrió dentro de mi esposa (se supone que habíamos acordado que Jesús usaría condones, pero era tal el calentón que se les olvido, y a mi también).

Cuando se corrió nos quedamos los dos mirándonos como diciendo que pasaba, pero Paula dijo que daba igual y que si se quedaba embarazada pues que bueno. Al cabo de rato, Jesús la volvía a tener completamente tiesa y esta vez le dio por el culo, ella al principio no quería pero él la convenció.

Eran ya las cinco de la tarde y con tanto sexo estaban agotados, se fueron a mi habitación y los dos se durmieron abrazados mientras yo recogía la comida. A las seis se levantaron y los escuche como hablaban, al rato me llamaron y nos sentamos en el salón:

- Paula: cariño, te quiero decir algo, Jesús es fantástico y yo me lo he pasado fenomenal con él, hemos hablado y le he pedido que quiero que sea mi amante, quiero que folle siempre que quiera, quiero que venga cuando quiera y quiero follar cuando me de la gana estés tu o no. Hoy he sentido algo increíble y quiero esto siempre. Jesús esta de acuerdo en hacerme feliz y espero que tu también. ¿Qué dices?

- Tomás: yo te quiero y si eso es lo que tú quieres, pues lo haremos así.

Desde ese momento mi vida cambió por completo. Le dimos unas llaves de la casa a Jesús y siempre que quería venía a casa y follaba con mi esposa, estuviera yo o no. Además siempre lo hacían sin protección, porque mi mujer decía que le encantaba sentir el semen dentro de su cuerpo. Yo desde entonces soy el hombre más feliz del mundo, había pasado de ser un hombre “normal” a ser un gran carnudo, pero me encanta.

Espero que les haya gustado. Me ha salido un poco largo pero quería contarles todo el proceso. Otro día les contare otras cosas, como cuando invitamos a Jesús a pasar las vacaciones a la playa y me la dejo preñada. Pero eso es otra historia.

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