viernes, 12 de octubre de 2007

La discoteca

Hace tiempo que quería contar una de las experiencias más morbosas e increíbles que me han ocurrido y hoy tengo tiempo para escribirla. Me llamo Juan, madrileño, 36 años, atractivo, empresario de la noche con varias discotecas, tanto propias como en sociedad.



Uno de mis socios se casó con una colombiana y me invitaron a la boda que se celebró allí. A mi lado, en la comida, se sentó un matrimonio, Esperanza y Héctor, ella es prima segunda de la mujer de mi socio.



Congeniamos muy bien, intercambiamos teléfonos y nos invitamos mutuamente para pasar unos días tanto ellos en mi casa como yo en la suya. Ella estaba impresionante. No era alta, 1,60 pero tenía unas tetas y un culo increíbles.



Cuando volví a Madrid, no me la podía quitar de la cabeza, de modo que comencé a llamarla todos los días. Charlábamos mucho y me comentó que estaban pensando en venir a trabajar a España y dejar su país. Yo le dije que si al final lo decidían así, podían contar con mi ayuda en cuanto a darles trabajo y arreglarles los papeles.



A la semana estaban aquí los dos. Como no andaban muy sobrados económicamente, tuve que darles dinero a cuenta para poder alquilar vivienda, gastos, etc. A Héctor lo puse de seguridad en la puerta de una discoteca y a ella de camarera.



Era increíble lo bien que le sentaba cualquier cosa que se pusiese. Sabía de su potencial y siempre llevaba unos escotes muy atrevidos que volvían locos a todos los chicos que se acercaban para pedirle copas.



Casi al final de la noche ella me ayudaba a hacer números. Un día le dije que me encontraba muy solo y que me gustaba mucho. No tuve que decir más. Ella me dijo que les había ayudado mucho y quería agradecérmelo.



Se arrodilló, se bajó los tirantes del vestido y unos magníficos pechos quedaron al descubierto. Me desabrochó el cinturón, y me sacó la polla, comenzando a chuparla porque ya estaba dura de tan solo ver las tetas que tenía.



Puso la polla entre sus tetas y comenzó a hacerme la mejor cubana que me han hecho en la vida. Me corrí como un loco mientras me miraba desde abajo.



A partir de ese día, todas las noches de jueves, viernes y sábado teníamos nuestro momento y comencé a follármela a espaldas de su marido. Siempre me ha dado mucho morbo follarme a una casada y conocer al marido.



Pasado un tiempo, le propuse algún que otro juego. Cuando íbamos al despacho (reservado) a follar a eso de las 5 de la mañana, pasaba al marido de la puerta exterior a la puerta del reservado para que nadie nos molestara, mientras sacábamos cuentas.



Yo, ya dentro, conectaba la cámara de la puerta y la dejaba fija en una gran pantalla para que pudiésemos ver al marido mientras me la comía y mientras le daba por el culo. Él no podía oír nada con el ruido que había de la música.



Otros días mientras el marido estaba fuera, aprovechaba para sobarle el culo o los pechos dentro de la barra o ella bailaba con el culo pegado a mi paquete. En ese momento no podía más y me la llevaba a la vista de todos al reservado.



Todo el personal (camareras, gogos, limpieza…) sabía que me la estaba tirando, menos Héctor.



Pasamos varios meses así hasta que una tía de Héctor se puso muy enferma y se fue a Colombia 20 días. Puse mucho de mi parte para que Esperanza se quedase, diciendo que necesitaba ayuda con las cuentas.



Esperanza se vino a mi casa 10 días en lo que fue para ella un cuento de hadas. No paraba de decirme lo bien que estaba en mi casa, con la piscina, la pista de tenis, sin tener que hacer la comida… Salíamos todos los días a comer y cenar fuera a sitios VIP y ella quedó prendada.



Luego, pasamos otros 7 días en Italia. Le hacía mucha ilusión y le regalé un viaje de ensueño. No dejamos de follar ninguna noche y me pareció increíble verme a mí mismo abrazado toda la noche a ella. Me gustaba tanto. Sus deliciosas piernas, su culito perfecto, sus impresionantes pechos, esos ojos que lo decían todo y una carita angelical.



Cuando regresamos a Madrid, yo le dije que viniese a mi casa definitivamente y dejase a su marido, pero ella me dijo que iba a esperarle y tenía mucho que pensar y que decidir.



Al día siguiente de llegar Héctor de Colombia, Esperanza apareció en mi casa con un par de maletas. Me contó que había dejado a su marido, que ya no le quería y que estaba muy enamorada de mí.



Esa misma noche, apareció Héctor porque ella le había contado que se venía a mi casa. Se arrodilló frente a ella y se echó a llorar pidiéndole que volviese con él. Ella se mostró inflexible y despiadada, lo que hizo que casi me estallara el paquete.



Yo le dije que tenía dos opciones: quedarse trabajando para mí y aceptar la situación o si lo tomaba a mal, le despediría y las cosas continuarían del mismo modo de todas formas.



A los pocos días me dijo que lo había pensado y que no quería volver a su país, de modo que seguiría en su puesto. También me dijo que él no veía el mundo sin tener cerca a Esperanza, lo que me dio una idea.



Tras hablar con ella, le dije a Héctor que debía ser duro tener que pagar ahora el piso con tan solo su sueldo. Le comenté que yo tenía la caseta de invitados cerrada y que se podía quedar allí si quería. Le dije que de ese modo podía ver más a menudo a Esperanza.



Pero como contrapartida tenía que consentir algunas cosas a cambio de la vivienda y tener la oportunidad de tener a su esposa tan cerca. La contrapartida era que debía ser nuestro perrito. Y consintió. Ese día lo pasé en tensión. No podía más que imaginar lo que sucedería esa noche.



Llegada la noche, le llamamos y lo tuvimos de rodillas mirando como me comía toda la verga, me chupaba los huevos, como me comía sus tetas, como me apoderaba de su lindo culito. Tuve un orgasmo de campeonato viendo la cara de Héctor y cómo su mujercita dejaba que la diese por el culo, algo que él jamás había hecho.



Para dar más morbo a todo, ella no se cortaba, pues sabía de mi morbo y quería verme feliz. No dejaba de mirar y sonreír al marido y decirle “que rico, que rico”.



Esperanza se hizo la dueña de este tipo de situaciones e improvisaba con cosas que sabía nos harían tener orgasmos impresionantes. Un día puso a su marido a 4 patas y nos subimos en su espalda a caballito. Le puso un collar con riendas y le dijo que nos pasease por toda la casa. Ella delante, yo sobándole sus preciosas tetas, subidos los dos encima de su marido. Casi me corro allí mismo sin sacar la polla.



Entonces, se sube el vestido y me desata la bata. Le dijo a su marido “lleva siempre el mismo ritmo que vamos a follar”. Casi me da un infarto. Le clavé por detrás la polla notando sus jugos. Estaba tan caliente como yo por la situación. Era increíble sacar y meter la polla que seguro sentía su marido debajo de nosotros en cada movimiento.



De vez en cuando, ella se echaba hacia delante para que saliese la polla y su marido la notara en la espalda. ¡Como le divertía!. Luego se dio la vuelta y follamos yo sentado en su marido y ella a horcajadas sobre mí.



Ella no dejaba de chillar “así, así, Siiiiiiiiiiiiii”. Entonces escuchamos que su marido estaba llorando aunque seguía su ritmo y nos paseaba. Fue el mejor orgasmo de mi vida. Corriéndome dentro de ella y subidos a caballito del marido que no dejaba de llorar.



El orgasmo de Esperanza también fue apoteósico. ¡Cuanto le gustaba humillarle!. Incluso, cuando yo estaba fuera, ella montaba actuaciones que grababa para después enseñármelas.



Un día se pasó sentada en la cara del marido leyendo 2 horas y sonriendo con malicia a la cámara cada vez que se tiraba un pedo y decía en alto “huele, huele”.



Otro día le hizo lamerle los pies media hora tras un partido de tenis, mientras le decía lo mucho que disfrutaba con mi polla y con mi dinero y lo cornudo que era. Cuando me ponía estos vídeos, yo no podía aguantar y follábamos como locos.



Héctor aguantó bastante pero un día nos dijo que se marchaba a su país. Había ahorrado mucho dinero tras dos años aquí y no quería continuar. Desde entonces, nada fue igual.



Esperanza sigue trabajando de camarera aunque ya no vive conmigo. De vez en cuando me la chupa o me ofrece sus tetas en una espléndida cubana en el reservado de la discoteca.

Últimamente están visitando la discoteca una pareja de rumanos. He hablado con la chica y me preguntó el otro día si la veía con cuerpo para trabajar en la discoteca. Yo le contesté que por supuesto, que tenía un físico de escándalo pero le puse como condición que quería contratarles a ella y a su marido también para controlar la puerta de la discoteca.



Se lo están pensando y esta noche me darán una contestación.

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