viernes, 12 de octubre de 2007

Infidelidades provechosas

La sensación que yo tenía desde que me enteré que mi esposa me había sido infiel en varias ocasiones con uno de nuestros mejores amigos, era el intentarle "devolver la pelota". Pero en mi afán descubrí que no había sido tan malo el hecho de ser un cornudo, porque me permitió descubrir placeres que hasta entonces solo habían estado en mis fantasías.

Mi nombre es Fran, soy una persona normal, 37 años, 1,80 m. y de complexión atlética, ya que a mi esposa como a mi nos gusta el ejercicio físico el cual practicamos siempre que tenemos ocasión. Ella se llama Eva, tiene 36 años, 1,70 m., con cara bonita, pechos redondos y preciosos, unas piernas torneadas y un trasero redondo durito y muy bien formado, de esos de los que uno no puede dejar de mirar cuando te lo encuentras.

Una vez realizadas las oportunas descripciones personales, pasaré a contar la historia que comenzó en el mes de mayo del año pasado, cuando Marta la esposa de Juan, que son nuestros mejores amigos, me comentó que tenía una cinta de video en la que están Eva y Juan montándoselo en su casa.

Me comentaba Marta que desde hacía un tiempo tenía sospechas de que allí estaba pasando algo raro, y antes de decirme nada, quería cerciorarse de lo que sospechaba. Fue cuando instaló una cámara de video en su habitación para grabar lo que allí sucediera, y efectivamente sus sospechas se hicieron realidad. Fue cuando urdimos un plan…

En esa misma semana, Eva y yo decidimos invitar a nuestros amigos a pasar el fin de semana en nuestra casa, a lo que accedieron gustosos. Marta y yo fuimos primero (ya que ella y yo salíamos de trabajar al medio día y Eva y Juan salían a las nueve de la noche) entonces Juan recogería a Eva en el trabajo e irían los dos junto para casa y allí nos encontraríamos.

Una vez Marta y yo llegamos a la casa, y después de comer, salió la inevitable conversación de el lío de nuestras respectivas parejas, el cual en un principio nos pareció fatal, les criticamos, les insultamos..., pero después de un rato, ya no nos parecía tan mal. El motivo fue que éramos unas parejas más o menos modernas, con las miras del sexo muy abiertas, pero que nunca nos habíamos planteado nada fuera del matrimonio y menos entre nosotros.

Después de largo rato de conversación, Marta me propuso que viéramos los dos juntos la cinta de video que había grabado el día anterior en su dormitorio entre Eva y Juan, accedí con impaciencia y algo de temor de ver lo que allí había sucedido.

Empezaron la película (sin saber que estaban siendo grabados, claro), entrando en la habitación, y diciéndole mi mujer a su amante que llevaba todo el día pensando en él y que deseaba que le hiciera el amor como nunca se lo hubiera hecho antes, porque estaba muy cachonda y ya no aguantaba más. Entonces, comenzó a quitarle la ropa a Juan hasta dejarlo completamente desnudo. El hombre ya estaba con su herramienta totalmente dura y mostraba su buena polla (todo hay que decirlo).

Agachándose le empezó a pasar la lengua primero por la punta resbalando hasta sus huevos a los que les brindó un buen rato de lametones, acto seguido comenzó a mamársela como una gran maestra en la materia, propinándole una descomunal mamada que le arrancaba gemidos de placer a nuestro amigo.

Era tal la calentura que tenía mi mujer, que se desnudó a la velocidad del rayo y le ordenó a su amante que se la metiera en su recalentado coño, cosa que el hizo sin demora alguna follándola con un ritmo endiablado, mientras que solo se oían palabras obscenas saliendo de sus bocas, motivadas por la excitación que tenían ambos.

Sacándose la polla de Juan de su coño, le dice que se la meta en el culo, que a ella le encanta que la den por ahí, y que está muerta de ganas de sentirla dentro; poniéndose a cuatro patas y separándose las nalgas para mostrar mejor su ojete, él comienza a lamérselo introduciendo primero la lengua seguida de un dedo y después dos, hasta que estaba suficientemente dilatado. Fue entonces cuando se la empezó a meter despacio hasta la mitad y ella dio una fuerte culada y se la clavó entera, comenzando a follarla por el culo.

Eva se corrió dos veces con la polla de su amante en el culo, y cuando él anunció su inminente corrida, ella se la sacó del culo y se la metió en la boca, donde recibió toda la descarga de leche que tragó sin dejar derramar casi nada.

Al ver todo esto, pasé de la rabia a la excitación, la cual se me notaba en el pantalón deportivo que llevaba puesto. Al notar Marta que estaba empalmado, sutilmente me comenta que a ella también le ha subido la temperatura, ya que su marido y mi mujer habían echado un gran polvo.

Como los dos ya estábamos bastante cachondos, decidimos que nosotros también podíamos echar un polvo. Así fue como empezamos a besarnos ardientemente, jugando con nuestras lenguas. Poco a poco comencé a tocar las tetas de Marta, primero por encima de la blusa y después de sacársela junto con el sujetador, comencé a acariciarlas al natural chupándole sus marrones y durísimos pezones. Mientras me entretenía con aquellas maravillas de la naturaleza, ella me había desabrochado los pantalones y me los había bajado junto con los slips hasta las rodillas, meneándomela al ritmo que yo le chupaba los pezones.

Nos desnudamos completamente, sentándose ella en el sillón yo me arrodillé entre sus piernas, procediendo a comerle aquel ardiente, chorreante y delicioso coño, al poco rato de que le empecé a chupar el clítoris me regaló un gran orgasmo en mi boca.

Tumbándome en el suelo, Marta me dijo que me iba a cabalgar, subiéndose encima se clavó mi polla de un solo golpe en su coño moviéndose como una yegua desbocada, me estaba llevando al mismísimo cielo con aquella manera de follar, cuando aparecieron de repente Eva y Juan, no dando crédito a lo que estaban viendo. Se quedaron como atónitos mientras Marta no dejaba de cabalgarme mirando hacia ellos hasta que ya no pude más y me corrí llenando sus entrañas de mi espesa y caliente leche.

Sin darles tiempo de reacción, les dice Marta :

- "¿Os ha gustado ver el polvo que hemos echado Fran y yo?".

Eva y Juan nos llamaron adúlteros, sinvergüenzas y demás lindezas que se les pasaron por la cabeza. Una vez terminaron de insultarnos, les dijimos que les teníamos que mostrar una cosa.

Sentándonos delante de la televisión, les pusimos su propia película pornográfica. Se pusieron muy colorados, intentaban darnos explicaciones, pero no podían, ya que era muy evidente que no era un desliz. Solo pudieron decir que lo sentían, que no volvería a suceder más, que había sido un error y todo ese tipo de cosas que se suelen decir en estos casos.

Marta y yo después de escuchar todas sus disculpas, les dijimos que estuvieran tranquilos, que afortunadamente había sido un gran paso para los cuatro y que deberíamos disfrutar mucho más de nuestras relaciones sexuales los cuatro juntos y que deberíamos de comenzar en ese preciso momento.

Les dijimos que el motivo de que Marta y Juan fueran a pasar el fin de semana, había sido una disculpa para desenmascarar la infidelidad de nuestras respectivas parejas y para poder empezar a gozar sin tabúes ni engaños.

Los cuatro decidimos que así debería ser y que mantendríamos relaciones sexuales con quien quisiéramos de nosotros, con la única condición que los demás lo deberían saber. Nos dimos un gran abrazo los cuatro juntos a modo de sellar el acuerdo y tanto Eva como yo y Marta con Juan nos dijimos en voz alta y casi al unísono que nos amábamos más que nunca.

Sin más tregua, mi esposa me empezó a besar ardientemente, al igual que nuestros amigos lo hacían por su parte. Me metió la mano por dentro de mis pantalones deportivos acariciando mi polla y yo hacía lo propio por debajo de su falda metiéndole un dedo en su ya calentito coño.

Fuimos desnudándonos poco a poco hasta quedar desnudos. Eva me dice :

- "Quiero chupártela hasta que me llenes la boca de tu corrida".

Me sorprendió la decisión con que me lo dijo, pero como es normal no puse ningún impedimento a tan agradable proposición. Y así lo hizo, después de un rato de excelente mamada me corrí en su boca, y sin derramar ni una gota, la mantuvo dentro y cogiendo a Marta por la cintura le dio un morreo compartiendo mi semen entre las dos, tragándoselo todo, no dejando derramar ni una sola gota.

Marta hizo lo mismo con Juan, mientras nosotros los mirábamos, y cuando le llenó la boca de leche la compartieron nuevamente. Esto hizo que me volviera a empalmar otra vez, ya que la escena era súper morbosa.

Le dije a Eva que sacara el consolador con arneses que le había comprado en una ocasión (ya que me gustaba que de vez en cuando ella me diera por el culo con el) y mientras se lo colocaba comencé a follarme a Marta delante de su marido, el cual sonreía mientras se recuperaba de su corrida.

Mientras se la estaba clavando a nuestra amiga, sentí como mi mujer me empezaba a lamer el culo, metiéndome la lengua y después uno y otro dedo hasta abrírmelo bien. Me quedé un rato inmóvil y sentí como mi esposa me empezaba a dar por el culo mientras yo se la tenía metida a Marta en su coño.

Era una situación realmente muy morbosa y Juan empezó a empalmarse de nuevo viéndonos follar a los tres. Fue cuando Eva le dijo que si quería él probar también por el culo, a lo que dijo que sí. Me la sacó del mío y comenzó a pasarle la lengua por el suyo, mientras él confesaba delante de todos, que cuando se masturbaba en su casa se metía uno de los vibradores de Marta en el culo y que le gustaba mucho, entonces Eva comenzó a follarle el culo sin piedad, ya que no era virgen por ahí y no había problemas de dolor, mientras Marta y yo hacíamos un sesenta y nueve de infarto.

En aquel salón solo se oían gemidos y jadeos de placer, respirándose en el ambiente un intenso olor a sexo, el cual contribuía más si cabe a nuestra excitación. Eva se quitó el consolador de arneses y empezó a morrearse con Marta a cuatro patas sobe la alfombra, momento en el que Juan y yo aprovechamos para follarnos cada uno a la mujer del otro viéndonos la cara y disfrutando del momento.

Cuando nos íbamos a correr, colocamos a nuestras cachondas esposas de rodillas delante de nosotros y les regamos las caras con nuestra respectiva leche. Juan y yo caímos rendidos sobre la alfombra, mientras ellas continuaban la fiesta por su cuenta, comiéndose los restos de nuestras corridas, morreándose, se chupaban las tetas mientras se metían los dedos cada una en el coño de la otra. Así estuvieron un rato masturbándose mutuamente, hasta que se fundieron en un lésbico sesenta y nueve durante el cual se corrieron varias veces hasta que cayeron agotadas.

Desde ese día, hacemos intercambio y sexo en grupo en todas sus modalidades entre los cuatro. El amor entre nosotros ha aumentado, al igual que la relación de amistad que nos unía también salió muy pero que muy favorecida.

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