viernes, 12 de octubre de 2007

Fantasías digitales

Os voy a relatar lo que mi más íntima amiga, Carmen, me ha contado durante una noche en la que se nos soltó la lengua por unas copas y decidimos confesarnos, nuestro mayor secreto en lo tocante a temas sexuales. Pensé que me iba a relatar la típica historia de lo que hizo una vez con su marido Álex o alguna tontería con algún noviete suyo de antes de casarse, porque es más bien tímida en lo que respecta a confesiones, pero me dejó de piedra, como espero os deje a vosotros el relato que, con su consentimiento y ayuda voy a pasar a contaros para vuestro deleite. Según iban apareciendo en su boca, entre sorbito y sorbito de cava, los hechos de aquella famosa mañana, me iba desarmando y porque no admitirlo, excitando cada vez más. Un punto de envidia apareció en mis ojos. Por mi parte, mi experiencia la tuve que adornar un poquito para que no se quedase tan sosa al lado de la suya, pero ya me contareis lo que os parece.

Entre risas y vapores etílicos empezó por quejarse de su marido, como hacen la mayoría de las mujeres con la boca pequeña claro, ¿no?, y de que no practicaba sus conocimientos digitales en casa; y…..

Cuantas veces le había dicho a Álex que el Canal Digital no funcionaba, que ya le valía siendo técnico en electrónica y, lo mejor, trabajando en una contrata para Canal+, ya se sabe En casa del herrero.... Soy de las mujeres que reconozco que me entretienen las películas de los viernes por la noche, las de sexo vamos. Y desde hacía varias semanas, ná de ná, y él sin atender mis peticiones.

Esa mañana me encontraba cociendo un poco de pasta, en ese momento en el que el agua empieza a ebullir y hay que echarle la sal, después ya es tarde. En ese momento sonó el timbre y me di cuenta que tal y como estaba vestida no era oportuno abrir, ¿o sí?. Siempre me ha sentido un poco putilla, sobre todo cuando estoy sola en casa, y me viene a la mente mi más deseada fantasía, la que incluso le he llegado a confesar a Álex inmersos en una noche de pasión y lujuria. Él se sorprendió mucho cuando se la confesé pero a la vez noté un brillo de curiosidad y deseo en sus ojos, como si no le molestase demasiado, es más, incluso creo que se excitó cuando le fui detallando lo que me gustaría que me hicieran unos desconocidos que viniesen a casa por algún asunto doméstico. Estoy segura que mucha parte de la erección se debía a mis descripciones que, confieso, aquella noche eran de lo más fuerte. Me explayé todo lo que quise, todo lo que me brotó de dentro, todo lo que hizo sentir al día siguiente como una verdadera puta que quiere convertir a su chico en un cornudo pero a sabiendas. Esos hombres estaban en casa, con Álex, mientras yo había salido con unas amigas al cines y después a tomar algo, sin desparramar demasiado, por lo que llegué demasiado pronto, a medias de la partida de póker que, de forma rotatoria, se organizaban algún que otro sábado. Estaban algo bebidos, como yo, y todos fueron muy educados conmigo cuando hice aparición en el comedor con un top de tirantes y una falda vaquera, corta y ajustada. Me saludaron con un par de besos que en el caso de Marcos fue demasiado cerca de las comisuras de mis labios. Álex había bebido más que los otros tres, se le notaba a una legua y empezó a alabarme delante de los demás de forma que me empecé a sentir como en una subasta.

El timbre volvió a sonar, ahora con más decisión. Quién será tan insistente a estas horas, pensé pero volví a ese día, el de la partida. Mi chico seguía eufórico, estaba tocando asuntos íntimos con un desparpajo que me dejaba de piedra. Sus amigos estaban muy animados con su exposición y le solicitaban algún que otro detalle sobre mi: qué si lo hacia tan poco contigo como sus mujeres con ellos; qué si seguía utilizando ropa sexy para ciertas ocasiones; etc. etc. hasta que alguno sacó a relucir el tema de las fantasías sexuales. En ese momento Álex se desparramó, y les soltó en sus caras

-“ Pues no os podéis ni imaginar cuál es la de Carmen. A ella lo que más le gusta es que su maridito consienta en que sus amigos hagan con ella todo lo que les apeteciera, conmigo delante, y que le humillen hasta que dijera lo puta que es, que me le gusta sentirse esclava de los que la estén follando sin piedad y que se correría sólo con la sensación de que le dijeran guarradas al oído y le insultaran por ser tan zorra”.

Ellos me miraron con los ojos como platos, no lo podían creer y yo me quedé petrificada, pero en lo más hondo de mis entrañas y ascendiendo hasta mi cabeza sentí un hormigueo tan agradable y sensual que me empezaron a temblar las piernas y a sudar las manos, a lo que ayudaba mucho las copas que llevaba dentro. A partir de ahí todo se aceleraba y empezaba la fiesta. Primero Álex que sin cortarse comenzó a besarme, allí mismo, delante de sus amigos que seguían sentados en la mesa. Mi marido me llevaba al sillón y comenzó a desnudarme alocadamente, comenzó a trabajar en mi con especial dedicación, y en unos momentos yo estaba más húmeda que en el trópico. Ya nada me importaba, ellos habían empezado a acariciarse sus braguetas ante el panorama, que a estas alturas ya andaba porque me estaba tragando completamente la polla de Álex mientras, como una verdadera puta que hubiese sido contratada para alegrar la partida a los chicos, les ofrecía una panorámica de mi culo y, gracias a mis piernas abiertas, de mi coño por detrás. Era superior para ellos, estaban a punto de unirse a nosotros pero no hizo falta, mi marido les invitó, es más, medio me forzó a que fuese yo la que les invitase, además con unas palabras concretas que él iba dictando:

-“ Vamos, cabrones, ¿os vais a quedar todo el rato ahí, agarrados a vuestras pollas, y no vais a aprovechar la oportunidad que os da una puta y la invitación que os hace su marido, el muy cabrón?”, dije automáticamente, como si fuese otra persona.

No hizo falta más. A partir de ahí, mi fantasía se volvía sublime y explosiva, pero curiosamente, los momentos que más me excitaban eran en los que todos, incluso Álex, me humillaban, me trataban como a una guarra, con la que podían hacer todas las ocurrencias que su sexo les dictase. Sobre mí vaciaron varias veces sus pollas, sobre mis discretos pechos, sobre mi cara, en mi boca, en mi nariz, en mi pelo, dentro de mi coño y, sobre todo, dentro de mi enrojecido culo, porque fue allí por donde todos querían pasar y para el último, mi marido, fue demasiado fácil.

Esta era mi fantasía más brutal y en ella participaba Álex, era pieza imprescindible. Ahora, estos eran mis deseos pero en ese juego siempre faltaba la decisión por mi parte de dejarme llevar, porque pretendientes que me mirasen mis esbeltas piernas y altivo culo había muchos, sin duda.

Esa mañana me había dejado el pelo suelto, en plan melena ondulada, lo que unido al color oscuro del pelo y al movimiento que sabía imprimirla me daba un toque muy sensual. Eso atraía a los hombres que sabían reconocer en esos gestos un deseo contenido, pero no me atrevía a dar ningún paso dado que siempre iba acompañada por el mismo hombre, Álex, pero se me escapaban miradas hacia los machos que sabían reconocer en mi a una mujer deseosa de las más íntimas sensaciones. Sabía que si me lo proponía podía llegar a ser toda una guarra pero la ocasión nunca se presentaba y no me sentía a gusto dando el primer paso. El timbre seguía insistiendo y yo no tenía que ir al trabajo. Mi jefe se había casado y nos había regalado a todos los empleados un día de fiesta. Me encontraba sola y con la mente muy ágil e inquieta. Me había sentido un poco acalorada por lo que iba muy escuetamente vestida, de ahí que no fuese el atuendo más adecuado para abrir la puerta. Antes de ducharme, recién despertada, había estado jugando en mi cama con un juguetito que me había regalado mi chico, vamos un masturbador de esos que tienen dos cabezas. La más grande y más parecida a una polla, con sus venas y todo, para introducírmela en mi depiladito coño y la otra, con menos forma masculina, más delgada pero estriada, para metérmela hasta lo más profundo de mi culito y que cada estría la note al sobrepasar su anillo. Me había dado una buena sesión; en un corto espacio de tiempo había tenido dos orgasmos intensos mientras me perforaba a la vez coño y culito, previamente lubricado como me habían enseñado. Mi coñito tiene unos labios especiales, bastante abultados, sobre todo cuando me excito, lo que suele ser a menudo porque soy de sangre caliente; y el clítoris es muy agradecido y visible, enseguida pide que le den su merecido y por mi parte o por la de mi pareja sabemos acallarle.

Por fin, eché un vistazo por la mirilla y vi a un chico que empezaba a impacientarse y que hablaba con otros comentándoles que no podía ser que los propietarios se hubiesen olvidado de la cita. Les pregunté que qué querían, a lo que el más próximo a la puerta comentó que venían a reparar la señal del canal digital, que les había dado un aviso un tal Álex Hinojosa y habían quedado para esta mañana. Les dije que esperasen un momentito que enseguida les abriría.

Que raro, pensé, Álex me tenía que haber comentado algo, hoy es mi día libre y no me gustan estas sorpresas. Volví a mirar a través de la puerta sin hacer ruido y comprobé que eran tres los operarios que esperaban y, por cierto, no estaban nada mal aunque pareciese el típico tópico. Serían los uniformes digitales que siempre ayudan, pensé. En ese instante oí como uno de ellos decía: “igual la hemos pillado desnuda y tiene que vestirse un poquito, ¿no?, que pena, mira que me da morbo hacer arreglos en casas en las que están las mujeres solas. Un día os tengo que contar lo que le paso a Jiménez en Toledo, fue la hostia, aunque esas cosas sólo pasan en las películas porno….”. No me perdía ni un detalle y sin darme cuenta noté como se me estaban erizando los pezones e, incluso las abultadas aureolas. ¿Sería capaz de aprovechar un momento así y realizar mi deseada fantasía?, aunque pensó que podía ser peligroso, unos desconocidos,….bah, no son desconocidos, son del Plus, vamos vamos, toda una referencia….incluso hasta pueden ser de alguna empresa que conozca Álex,.....andaba metida en estos pensamientos cuando volvió a sonar el timbre.

-“Voy, voy, perdone pero no encuentro las llaves”, triste excusa le di cuando tintineaban entre mis manos.

Fui hacia la habitación pensando qué ponerme, ni muy atrevido ni muy monjil, así tenía que ser. ¡¡¡Un vestido, eso es!!!!. Feliz idea. Cogí uno que me sentaba de miedo, con flores discretas, abierto ligeramente por detrás y no muy corto, por encima de las rodillas. Me calcé unas sandalias que alargaban mis piernas y realzaban mis apetitosas nalgas y me dirigió a la puerta. Con intención, y como haría toda una guarra, olvidé toda la ropa interior, secretos de una mujer de la que nunca se diría que actuaría así pero ahora estaba perdiendo los papeles por el calor que empezaba a sentir entre mis piernas. Me llevé una mano entre mis piernas y me di cuenta que la temperatura de mi coño había aumentado y empezaba a estar húmedo. Soy más puta de lo que pensaba, estoy empezando a chorrear fluidos y todavía no he abierto la puerta. Me dirigí a la puerta lentamente, los pezones ya se me marcaban ligeramente en el vestido y a la vez sentía como al andar los labios de mi ya húmedo coñito se rozaban empezando a sentir un hormigueo que me subía hasta el pecho. Estaba muy excitada y todo por mi fantasía y la conversación de los operarios.

-“Buenos días y perdonen la espera, pero no me habían dicho que iban a venir, lo siento”, me disculpé como pude advirtiendo que mi voz no era la normal.

-“No se preocupe. Teníamos un hueco y hemos pensado que seguro que les venía bien solucionar el problema de la orientación de la parabólica. Esperemos que sólo sea eso”, me dijo el que parecía el responsable del grupo, en el que además de los tres que vi por la mirilla también había una mujer, lo que me desilusionó un poco.

-“Gracias por el detalle. Es verdad, llevamos un par de semanas sin señal y con lo que ponen en las otras cadenas, mejor apagar la tele, sobre todo los viernes. Síganme, el receptor está en la habitación”, les indiqué con bastante desparpajo, lo que me sorprendió debido al furor que se revolvía dentro de mí.

En un momento me vi rodeada de extraños y en mi habitación. Increíble. Ni en mis mejores fantasías. Como me gustaría saber que tenía que hacer ahora para desencadenar la cascada de sucesos que estaba deseando. Me acerqué a la tele que estaba a los pies de la cama y para indicarles dónde estaba la conexión tuve que subirme a la cama y agacharme, y este gesto tuvo que ser demasiado provocativo para ellos, y ella, porque oí un comentario del moreno, el encargado, inundado de ironía: “Ya, ya, ya me parece que lo voy viendo más claro, cre-o que he lo-ca-li-za-do la a-ve-rí-a”, alargando las sílabas. Me di cuenta que al acercarme a la tele y no llevar bragas, la imagen de mi entrepierna por detrás tuvo que dejarles con la boca abierta. Seguro que el que contaba lo de la clienta de Toledo se había empezado a hacer su castillo en el aire. Eché un vistazo hacia atrás de reojo y comprobé como los cuatro estaban ligeramente agachados para ver mejor la supuesta avería. ¡¡¡¡Me estaban mirando el culo descaradamente!!!.

Como una guarra me hice la despistada y seguí indicándoles dónde estaba la conexión, aunque el moreno había visto como al volver mi cabeza les había sorprendido espiando mi cuerpo. A estas alturas ya nada me importaba y él, sabiendo que no llevaba bragas, habría comprendido lo obvio, que me estaba insinuando. La mujercita educada y modosita que está sola en casa, con extraños, y se vuelve la mujer más puta del barrio y sólo por vicio, por disfrute, por verse perforada por todos sus agujeros y llena de leche de unos machos que pretenden saciarse con ella y hacer lo que no se atreven a hacer con sus propias mujeres o ellas no les dejan.

En estos pensamientos estaba sumida cuando noté que mi propia cama, en la que había follado intensamente durante la noche anterior, se hundía con un peso que se acercaba sigilosamente hacia ella. Dejé hacer al intruso mientras intentaba balbucear algunas palabras inconexas sobre la oferta digital.

El hombre demostró saber lo que hacía, me deslizo una caricia en mi oído, un leve mordisco en mi espalda, recorriéndola despacito, poco a poco, descendiendo desde el cuello, una vez apartado los sensuales rizos que lo cubría, bajando por mi espalda decididamente hasta la curva de mi cintura y siguiendo entre mis nalgas, separándolas para besar mi, para él, apetecible culito. Esa entrada natural de placer por la que él se moría día a día pero que su mujer no le permitía. El pensó que una puta como aquella no le iba a poner impedimentos como su mujer.

Con su dedo empezó a hacer círculos, levantando mi vestido hasta la cintura para observar esa preciosidad, tersa y sugerente, que le ofrecía y para que todos pudiesen observar lo que aquella guarrilla ponía a su disposición. Me metió los dedos en la boca y se los mordisqueé con pasión, noté que su respiración le delataba y ponía a la vista su deseos más abyectos. Así, una vez humedecido, lo fue introduciendo dentro de mi, poco a poco, describiendo círculos como una barrena, como la herramienta de un escultor que busca la mejor posición para descubrir la vena artística en su materia bruta. El dedo seguía su camino, que a estas alturas ya estaba acompañado por la banda sonora de su respiración entrecortada, hasta pasar el anillo de presión, ese que yo había ya aprendido a relajar para permitir que un intruso deje de serlo y se convierta en un arrogante amante.

Intenté darme la vuelta, pero en ese momento mi hombre me demostró claramente quién mandaba allí: “Te he dicho acaso que te des la vuelta, zorra. Quiero que mientras yo sea el que hace contigo lo que le da la gana no te vuelvas ni me toques, sólo te vas a dejar, como puta que eres, que te hagamos lo que nos apetezca. Que quede claro, ¿entendido?”

Sentí una descarga dentro de mí que me puso en el borde del éxtasis. Ese trato vejatorio obró en mi como un detonante. No me conocía en esta faceta pero me excité profundamente, mi fantasía comenzaba a materializarse, creo que no lo voy a soportar. Pensar que todos me iban a usar, como una puta, como una guarra y zorra que es como me estoy comportando en estos momentos. Me dejaría hacer y ellos serían los amos. Haría todo lo que me pidiesen, y no pararía a pensar si me gusta o no. Obedecer ciegamente como el mando del Digital.

Él me giró bruscamente la cara hacia la conexión eléctrica y me hizo agachar la cabeza hasta dar con la frente en la cama, para quedarme con el culo bien alto y abierto. Debía de ser un espectáculo impresionante, todos resoplaban. Con los dos pulgares me abrió bien la entrada de mi ano y me escupió, su saliva penetró por su entrada y la sintió caliente.

-“Escupirle en el culo a esta guarra, que le gusta. Quiero que todos lo hagáis”.

Parecía una orden de trabajo. Uno por uno se acercaron a mi culo, mientras sentía dolorosamente la presión que separaba mis nalgas, y fueron escupiendo dentro a la vez que introducían un dedo para que la saliva no se quedase en la puerta. En último lugar, la mujer del equipo se me acercó al oído y me dijo lo guarra que era y lo caliente que había puesto a sus compañeros, y a ella, para que negarlo, y que no sabía bien lo que hacía, ya no había quién los parase y acto seguido metió sin compasión un par de dedos dentro de mi culo, lo que hizo que me estremeciese pero sin abrir la boca, como me habían ordenado.

El que dirigía la situación comenzó a meter su dedo sin compasión, sabiendo desenvolverse en esas oscuridades, dilatando la entrada de mi cueva como un explorador avanzado que prepara el camino del grueso del grupo, nunca mejor dicho. Mientras, mi deseo iba aumentando a cada segundo, me sentía como que se me había olvidado el resto del cuerpo, porque él no le prestaba atención pero no era así, lo reservaba para después, pero, ahora, es esta puerta a mi placer la protagonista. Me abrasaba mi culo por dentro, el hijoputa me estaba haciendo daño pero me gustaba demasiado como para parar.

Una vez que el dedo, o los dedos, porque el primero estaba muy sólo y quería ser acompañado en este juego, habían hecho su labor, su lengua aterrizó en mi culito para darme una pátina brillante y deslizante a esa entrada, profundizando con su dureza; empujando los bordes de mi anillo para que sintiese que algo vivo y húmedo penetraba en mis entrañas.

Su lengua hizo bien sus deberes, lo que se notaba porque además de conseguir que mi humedad interna y viscosa fuese una realidad palpable, también había logrado que su polla absorbiese toda la sangre que corría por su cuerpo libremente, y ahora estaba inmensa, pletórica, radiante, exhultante, amenazadora, arrebatadora, cárdena, valiente, y algunos epítetos más que la convierten en un arma de paz, placer y dolor.

Por mi parte, sabiendo lo que me esperaba a la entrada de mi culito, me di la vuelta y solicité sumisa:

“¿Puedo comerte un poquito la polla?, con voz casi de arrepentida.

Él asintió con la cabeza y me lancé con decisión, con vicio, con necesidad de engullir su polla y cubrirla de mi generosa saliva, la misma que iba a valer dentro de unos momentos para facilitar su entrada en mi culito, el salvoconducto que necesitaba su polla para acceder a mi recinto más privado, más íntimo, más cuidado. En lo de comerle la polla a alguien cuando estoy muy excitada puedo llegar a ser una campeona, Álex siempre me dices “Tú sabes hacerlo”, aunque casi no podía respirar, giraba, chupaba, mordisqueaba, tragaba, soplaba, absorbía, golpeaba con la lengua, y hacía todo tipo de juegos que estaba consiguiendo que él se acercase peligrosamente a la explosión total.

-“Aparta cerda o qué quieres hacerme correr y que no lo haga dentro de tu apretado culo, cacho puta”, y al decirme esto me dio una bofetada para que volviese a mi sitio, al de la puta sumisa que va a recibir lo que se merece y lo que está deseando.

Volví a plantar la frente contra las sábanas y llevé mi mano, por entre sus piernas, al miembro de mi amo, aunque a estas alturas ya era una buena polla más que un miembro, y me lo situé en la entrada de mi culito, para que llame y se presente y con decisión es mi gruta la que la engulle, con un certero golpe de mis caderas hacia atrás, me introduje más de la mitad de su polla, ha pasado el anillo y tan sólo he sentido una fuerte presión dentro de mí, bastante dolorosa pero que no me arrancó más que un suspiro que enardeció todavía más a mi atacante. Sé, por experiencia, que en breve llegará el placer.

El que me estaba perforando las entrañas, al sentir que su polla era abrazada por las paredes estrechas de mi culo comenzó a suspirar profundamente; ahora es él el que remata la acción y con un golpe serio hace que su estoque penetre hasta su base, hasta que siento como sus huevos chocan con los labios de mi coño, sabiendo que estoy en un punto sin retorno. Él se queda muy quieto para que, al igual que una puta, me haga con la situación y que comience a mover mis caderas de atrás adelante, marcando el ritmo de la follada, o mejor dicho, de la enculada. Me voy acelerando poco a poco, demostrando que ya he entrado en una fase de placer exclusivo de la que el follador y los testigos son los culpables. Por nada del mundo permitiría que me la sacase. Él me dejó hacer hasta que estaba tan excitada que ya no mido la potencia de mis embestidas, de los impulsos de mis nalgas que golpean sus caderas contundentemente.

-"Zorrita, a qué te gusta que te de por el culo, eh viciosilla", "Dímelo, dímelo, pide que no pare" empezó a susurrarme al oído, mientras mordisqueaba el lóbulo de mi oreja y resopla en mi cuello su aliento que sólo sabe y huele a sexo.

-"Sí, sí, no pares cabrón, no pares. Me gusta tener tu polla ahí, rompiéndome mi culito, no pares...." ya , me había disparado, le repito todo lo que me ordena, reconozco quien manda, quien marca los ritmos, quien me está haciendo morir de placer.

Mi macho me ordena que pare en los arrebatos, porque llevo más de cinco minutos dando culadas y ahora quiere ser él el que lo haga, el que folle mi culo sin piedad, el que haga que Carmen la puta grite con cada embestida. Clava sus uñas en mis nalgas para separarlas con firmeza y para que su polla entre hasta en mi hasta el final, más no se puede; comienza a embestirme, primero lentamente, tensando todo su cuerpo para que le sienta de una sola pieza, todo él una prolongación de su polla, alta tensión. Poco a poco aumenta el ritmo y el recorrido de su polla dentro de mi enrojecido culo, saca la cabeza del anillo y vuelve a meterla hasta el fondo, sabiendo que esto duele, todo lo que da de si, y cada vez que mi anillo se abre y se cierra un gemido intenso va anunciándome que no falta mucho para que me corra. Eso le anima a acelerar su enculada, una vez, otra vez, dentro, fuera, uhmmm, el también presiente que algo dentro pugna por salir. Sus gemidos son continuados, son una bella canción entonada en su alcoba, en la de su marido, para los oídos de todos los allí presentes, que a estas alturas ya han sacado sus pollas y se están masturbando a conciencia, incluso la operaria se ha bajado los pantalones y se mete los dedos en una rajita ya babeante. Al contemplar aquella estampa, mis gemidos pasaron a pequeños grititos y palabras entrecortadas que ni yo misma entendía, debían pertenecer a mi dialecto íntimo y sexual, sólo un "no pares, dame fuerte con tu polla" destacó entre lo demás.

La excitación del técnico es sublime, nunca había dado porculo a una mujer como yo, a una puta que disfrutase tanto con esa humillación. Mis palabras estaban actuando en él como un detonador, comenzó a follarme brutalmente, escupiendo en la entrada del culo para que nada frenase su creciente ritmo, untando su polla del lubricante natural de una perra, de mi babeante coño, que estaba palpitando y queriendo que una polla caritativa lo rellenase. Al llevar la mano ahí, él notó que me estaba dándome una buena friega al botoncito, mientras él iba recogiendo mis jugos que ya me chorrean por los muslos y los volvía a introducir en mi maltratado culo.

Segundos después noté como en mi gruta comenzaban a materializarse unos espasmos que cada vez iban apretando más y más su polla, me estaba corriendo como una verdadera perra salvaje, sin tapujos, natural, gritando: "Síiiiiii, síiiiii, asíiiii, cabrón" y justo entonces él empezó a sentir como una compuerta se abría en la base de su polla y un río impetuoso ascendía buscando precipitadamente una salida, y bufff, un fuerte y caliente chorro inundó mi culito y entrañas, con la polla metida hasta el fondo los chorros de semen debían de llegar casi a mi estómago, mientras seguía inmersa en un orgasmo bestial, único, el mejor; mi respiración se hacia difícil, sentí que me iba a desmayar y el muy cabrón seguía apretando, bombeando su líquido y clavándome sus yemas en mis nalgas.

Todavía le dió tiempo a sacarla de mi amoratado culito, dejarme caer de bruces en el lecho, darme la vuelta y continuar echando su leche en mis pechos y cara, para que saborease hasta la última gota de su manjar. Por mi parte, lo extendí sobre mi cuerpo como si un exilir de vida fuera. Me lancé hacia su fuente y la limpié completamente, con todo lo que llevaba, sus jugos, la corrida de él, sus residuos, su saliva, todo, todo, todo me gustaba como nunca y sabía bien, mientras con la otra mano me seguía extendiendo el semen por mi cuerpo y recogía el que salía de dentro del culo para llevármelo a la boca, era todo un espectáculo, no podía ser más puta y mis acciones tuvieron su recompensa. En ese momento sentí como muchas manos se me acercaban, me acariciaban, me penetraban por todos mis agujeros. No tenía voluntad para nada, lo que ellas querían me hacían, era el corolario de mi fantasía.

Uno de los chicos aprovechó el trabajo anterior para meter su polla de un solo golpe en mi maltratado culo diciéndome al oído obscenidades increíbles, que vocabulario y que imaginación, pero a mi me encendían más si cabe. El otro se fue directamente a mi coño, tenía una gran polla que no le costó, de otro empujón, meter hasta dentro, con la intención de presionar todo su cuerpo y, la mujer, me puso su rasurado coño en la boca para que se lo lamiese como pudiese, nunca lo había hecho pero ese día me atrevía con todo, porque no; mi cara estaba toda pringada de semen y casi no acertaba a ver a la destinataria de mis lamidas, pero me di cuenta que los dos tíos se estaban ganando una buena propina por su trabajo, me estaban digitalizando.

La escena continuó así hasta que de pronto sentí un ligero calorcillo en mi cuerpo, agradable y sensual, y al separar la cara del coño de la operaria me di cuenta que el que me había perforado el culo estaba meando sobre mí. Me sorprendió pero reaccioné enseguida dirigiendo la boca hacia aquel chorro mágico y tragando como una posesa todo lo que podía. Mientras, mis agresores seguían follándome con intensidad cada vez mayor. Un cataclismo se desencadenó dentro de mí. No me creía tan zorra, me corría a pesar de que se estaban meando encima. El orgasmo fue inmenso, extenuante, agotador. Hasta dónde sería capaz de aguantar y hasta dónde llegaría con esos cuatro. Tras ese momento de explosión, que sin duda calentó a todos los presentes, noté como mis acompañantes aceleraron el ritmo de sus embestidas y empezaron a correrse como animales, pero en vez de hacerlo dentro de mí, sacaron a tiempo sus pollas para dirigir sus lances a mi cara, tetas, pelo, incluso en mi piercing azul cayeron algunas gotas que extendí con esmero, llevándome después a la boca los grumos de semen de cada uno de ellos para diferenciar su agrio sabor mientras les miraba a la cara y les decía:

-“Sois unos hijos de puta. Os dais cuenta lo que estáis haciendo con una mujer decente. Me estáis convirtiendo en una zorra, una esclava de vuestros deseos, de vuestras pollas. Una adicta a que me llenéis mis agujeros con vuestro semen”, a lo que ellos respondieron casi al unísono que ya era una verdadera guarra antes y que no les culpase de satisfacer a la puta del bloque, a la que seguro que se lo hacía con todos los que se pusiesen a tiro.

Sus palabras me hicieron caer exhausta sobre el suelo de la habitación, retorciéndome de placer y volví a sentir la sensación cálida de antes, aumentada porque ahora eran cuatro los que estaban dirigiendo sus meadas hacia mí. Sublime, no sabía como atender a todos, incluso a la mujer que apuntando su raja hacia mí también me acertaba en la cara. Me estaban humillando de la manera más directa que se puede hacer, después de haberme usado como les había apetecido, ahora me despreciaban, les servía de taza del water. Me acerqué de rodillas, como pude, hacia cada uno de ellos para chuparles sus rabos que ya no estaban tan arrogantes y se los dejé limpios y secos. Seguro que tenía que tener un aspecto deplorable, cubierta de semen por todos lados, meada desde la cabeza a los pies, chorreando mis propios jugos, todo mezclado en mí, junto al olor a sexo que se respiraba en la habitación. Me acerqué a gatas, porque me dijeron que era una perra y que sólo podía andar a cuatro patas hacia ellos, pues me acerqué a la mujer con intención de volver a hacer que se corriese con mi lengua. Empecé a lamer su coño y su culo como una posesa, primero para limpiar todos sus fluidos y después con la intención de que se corriera con mi ayuda. Una vez limpia introduje con pasión y brutalidad los dedos en su coño, y ella dio un respingo.

En esos momentos sonó el teléfono que ella no podía coger y al saltar el contestador una voz clara decía:

-“Chiqui, ¿han llegado los del Plus?. Les avisé pero se me olvidó decírtelo, espero que no te molestes por ello. Aunque creo que los cuatro han hecho bien su trabajo y ahora estarás en la gloria. Sabré recompensar este contratiempo como ayer por la noche. Un beso en donde más te gusta, putita nuestra.”

Y aquí concluyó su relato, como veis todo preparado por el cornudo consentidor de su marido, una delicia diréis todas y todos, que gusto un maridito así. Bueno, espero que os haya encantado y excitado, sobre todo va dirigido a vosotras para que veáis como saben algunas disfrutar de la vida.

Me gustaría que me dierais vuestra opinión sobre Carmen y, sobre todo, si os ha pasado algo similar para que ella se dé cuenta que no es la única a la que tratan como una reina.

Un húmedo beso a todas y a todos, que no quiero olvidarme de vosotros, los que estáis maquinando continuamente para que puedan suceder estas cosas, como Álex, que hasta que no lo consiguió no paró, aunque creo que a partir de ahora es Carmen la que ya no tiene freno, pero eso os lo contaremos en otra ocasión…ya que las correrías de este grupo no hicieron más que empezar, siempre que estéis interesada/os, claro.

No hay comentarios: