viernes, 12 de octubre de 2007

El tricornudo

Tengo 40 años y era un hombre felízmente casado con Susana, con la que tengo 2 hijas de 18 y 20 años. Siempre le fui fiel a pesar de que estaba mucho tiempo fuera de casa por motivos de trabajo; soy delegado comercial de una importante empresa de productos agrícolas.

Susana es una bella mujer de origen mexicano de 36 años. Me casé completamente enamorado de ella a pesar de que tuvimos que adelantar la boda, pues estaba embarazada de Carolina. A los 2 años nació Chavela y convivimos como una típica y feliz familia de clase media.

A las dos hijas las vi crecer dentro de la casa y reconozco que más de una vez me sentí excitado al ver las curvas de mujer que iban cogiendo sus cuerpos. Las dos son tan guapas y macizas como la madre.

Hace dos años aproximadamente me dice de sopetón que quiere el divorcio porque está pasando un periodo de crisis y que desea rehacer su vida. Quedé sorprendido, pues la verdad es que no lo esperaba. A continuación me dice que ya no me quiere y que necesita estar sola unos meses.

El disgusto que me llevé fue tan grande que estuve una temporada a tratamiento psicológico. No podía entender ni aceptar que mi queridísima esposa ya no me quisiese. ¿En qué le había fallado?.

No quería perderla y, pensando que era una crisis pasajera, la propuse una separación provisional durante un año que luego haríamos oficial si no se solucionaban las cosas. Ella se quedaba con la casa y con las niñas, a las que podría ver los fines de semana.

Yo me quedé con el coche y con la casa de campo. Les pasaría una pensión de 2000 dólares mensuales hasta que las niñas acabaran los estudios y encontraran trabajo.

Los primeros meses iba a ver a mis hijas los fines de semana. Transcurrido el tiempo noté algo raro en el comportamiento de mi mujer y las niñas. Vestían de forma provocativa y un vecino me comunicó que solían tener muchas visitas extrañas y que últimamente vivía con ellas un hombre fuerte y alto.

Investigué un poco y me enteré que se trataba del macho que me había hecho cornudo; Un fino macarra, un poco más joven que yo, que ha conseguido pervertir a las tres mujeres de mi vida.

Un día me enfrenté a él pero me dio un golpe dejándome malherido en el suelo (es experto en artes marciales). En el forcejeo de la pelea me dijo a gritos que era un "cornudo de mierda" y que tanto mi mujer como mis hijas trabajaban de putas para él. Me marché dolorido y para no escuchar los exabruptos y barbaridades que me estaba diciendo.

- Tu mujer es la más puta de la ciudad y tú sin saberlo, ¡¡cornudo de mierda!!. Es una ramera de lujo que lo lleva en la sangre. Hace tres años que me la follo y tú sin enterarte. ¡¡¡Cornudo de mierda!!!. Tu decente esposa es la zorra más rentable del burdel. Se corre con cada cliente que la paga y traga semen y orina. ¡Es una guarra!.

Y mientras tu esposa trabaja duro yo me follo a tus hijas. La mayor ya ha rodado tres películas porno y pronto debutará como puta en un club de carretera. Se corre como una perra cuando la doy por el culo. La pequeña chupa la polla estupendamente y se lo traga todo. ¡¡Cornudo, que eres un cornudo de mierda!!.-

El golpe moral fue terrible. Durante unos días pensé en lo peor; llegué a comprar una pistola con la intención de matarlos a los 4 y suicidarme, pero me faltó el valor suficiente. Lo que más me molestaba no era que mi mujer fuera una furcia, sino que disfrutaba con su oficio y colaboraba en el emputecimiento de las niñas.

Al no tener valor para vengarme, empecé a odiar al asqueroso macarra, que me había hecho el más cornudo de los mortales. Con el transcurso de los días, y quizás por una defensa del inconsciente para no volverme loco, el odio se fue reconvirtiendo en excitación.

Poco a poco me fuí calmando y tomándomelo con mas tranquilidad, llegando incluso a excitarme con esta inusual y morbosa situación. Me horrorizaba de mí mismo pues llegué a masturbarme imaginándome a mi mujer y mis hijas trabajando de rameras.

La situación fue más dramática y perversa meses después. Aparte de pagarles la pensión, que seguro administraba el macarra, tenía que pagar cada vez que quería ir a ver a mis hijas.

Mi mujer y la hija mayor trabajaban juntas en un club de carretera de una ciudad cercana perteneciente a México. Podía visitarlas y hablar con ellas, "solamente hablar", previo pago de la tarifa oportuna. Al principio solamente miraba desde el mostrador cómo calentaban a los clientes. Todavía me tenían algo de cariño (más bien pena) pero me trataban como a un hombre sin dignidad y se mofaban de mí humillándome y llamándome "cobarde" y "cornudo".

Me refugié en el vicio y la humillación llegando a un perverso acuerdo con ellas, aumenté la pensión en 500 dólares más al mes y me dejaban ver como trabajaban a los clientes dentro del reservado. Detrás de un espejo falso podía verlas follar y mamar las pollas de los varones con gran placer. A veces entraban las dos con un solo cliente y le dedicaban un morboso lésbico antes de proceder a chuparle los huevos, el culo y la polla.

Marchaba para casa completamente excitado y los orgasmos de mis masturbaciones eran de infarto. Nunca había disfrutado tanto. Mi mujer y Carolina eran dos fulanas de primera clase, estaban buenísimas. Mi esposa realizaba cosas a los clientes que nunca me quiso hacer dentro del matrimonio (jamás me hizo una felación porque decía que le daba asco).

Carolina era una furcia exhuberante a pesar de su juventud. Bailaba desnuda encima del mostrador y, tanto en el culo como en las tetas, llevaba tatuajes obscenos. Reconozco que, durante el matrimonio, más de una vez me excitaba viendo desnudas a mis hijas y tenía que sentarme para que no se me notase que estaba empalmado. Sabía que era una chica muy solicitada -nunca le faltaba el novio de turno- pero nunca imaginé que acabaría siendo una de las zorras más rentables de la zona.

Ellas se esmeraban más con el cliente si sabían que yo estaba mirando; me hacían gestos con los dedos y muecas sordas con los labios llamándome ¡¡cornudo!!. Con la lengua llena de esperma se acercaban al espejo para que viese bien cerca lo cornudo que era.

Un cliente millonario que pagaba bien enculó profundamente a mi esposa, la hizo limpiar la mierda de la polla, se corrió en su boca y luego la hizo tragar una larga meada. Mi puta esposa escupió un poco de orina y semen sobre el espejo llamándome ¡cornudo!, ¡cornudo!, ¡cornudo!, ¡¡TRICORNUDO!!.

Mi mujer me prometió que dentro de unos meses, y previo aumento de la pensión, me dejarían sorber y chupar el coño -también el esfínter- después de que marchase el cliente que me estaba haciendo cornudo. De esta forma se ahorrarían una pasta en papel higiénico. Pero solamente eso, pues el macarra les tenía prohibido hacerme ningún tipo de servicio relacionado con el pene.

La pequeña era la novia del macarra. La iba a buscar al instituto y, después de maquillarla y hacerla vestir de mayor, la llevaba a merendar y a las discotecas. Nunca supe si la gente extraña que entraba en "mi casa" se acostaban con la pequeña. Las veces que la vi me saludaba muy afectuosamente y me decía que estaba enamorada de su novio. Me daba mucha pena de ella pero a la vez se la veía feliz y muy desarrollada.

Su novio no la dejaba llevar sostén y se le notaba todo el pezón negro por la camiseta. También me dijo que nunca usaba bragas debajo de la faldita corta, pues a su novio le gustaba tenerla siempre accesible. Era una monada de criatura y siempre tan sonriente.

El macarra amenazó con cortarme los cojones y denunciarme por abuso a menores si dejaba de pasar la pensión o intentaba algo por la vía policial. Reconozco que de pequeña alguna vez se acostó en mi cama pero nunca la hice nada. Simplemente abrazarla. Pero ante un Juez sería su palabra contra la mía.

De momento no dejan que me divorcie legálmente; parece ser que tanto el chulo como mi mujer quieren que todo el mundo sepa lo cornudo que soy y que disfrute intensamente de mi condición. Me dice que si soy un buen cornudo, posiblemente me deje visualizar todas las películas guarras que han rodado mis hijas. Creo que en una de ellas interviene un enorme perro negro.

Esto último me alteró los nervios y volví a tener otra pelea con el macarra. Me molió a palos con un bastón aunque conseguí darle el primer puñetazo en la cara. Pero las cosas fueron a peor. Me dijo que por cabrón y cornudo a partir de ahora también pagaría por ver a la niña los fines de semana.

Durante la semana que estuve recuperándome del apaleamiento no dejé ni un minuto de odiarle, solamente pensaba en la forma de vengarme. Pero otra vez me instalé en la indignidad de la cobardía y la transformé mentálmente en placer, disfrutando perversamente de la situación.

Decidí ir a ver a la pequeña pero las condiciones de la charla eran superhumillantes. El macarra se sentaba cómodamente en un sillón y ponía a la niña de rodillas a chuparle la polla. Solo me permitía hablar con ella en esa posición. La niña contestaba a mis preguntas mientras lamía, chupaba y mamaba la polla y los huevos del proxeneta.

La niña nunca fue follada delante de mí, pero se tragaba todo el semen con deleite antes de darme un beso de despedida. Cuando llegaba a casa no podía más de la excitación y me masturbaba varias veces recordando la lengua anillada y la boquita de mi hija entrando y saliendo con dulzura del cipote del semental.

El macarra nunca interrumpía nuestra conversación sobre los estudios, amigas..etc; Se limitaba a disfrutar de la boca de la pequeña mientras ojeaba un periódico. Un día cuando marchaba por la puerta le dijo a la niña que se desnudase entera, estaba medio borracho y empezó a acariciarla y besarla mientras me humillaba e insultaba de forma aberrante:

- Tu hija pequeña tiene mucho futuro. Mira que cuerpo más delicioso tiene, estoy enamorado de ella y posiblemente sea las más puta de las tres. Se corre solamente con soplarla los pezones. Antes de follarme a tu mujer, Chavelita me la prepara y le chupa el coño con gran placer. Hemos conseguido cambiarle el sentido de la estricta moral cristiana en lo referente al sexo. Ella disfruta como una cerda joven de los placeres carnales. Está en el mejor momento de la perversión de una adolescente.

¡¡Cornudo de mierda!!, ¿viste que bien mama la polla tu hijita?. Mañana voy a empezar a darla por el culo pues para fin de curso la he prometido una doble penetración. ¡¡Eres un cornudo cobarde y vicioso!! El otro día vi a tu suegra y a tu madre por la calle. Me gustan las dos. A tu madre la tendré de criada y atenderá a algún que otro cliente, tiene unos labios muy gordos. También me encanta tu suegra, aún esta muy buena, igual aún puede quedar embarazada. Me ilusiona dejar preñadas a las 4 a la vez.

Me da mucho placer la idea de ser propietario de ocho tetas repletas de leche para mí solo y para los clientes. Las usaré como putas de cría y leche. ¡Será fantástico!. Te haré el cornudo más cornudo del mundo. Cuando me canse de ellas las venderé a una organización mafiosa para que las sigan explotando como putas. Las rameras americanas tienen mucho éxito en Rusia.-

Sé que no se atreverá y que me lo dice para humillarme pero no podía imaginarme que hubiera personas tan malvadas. Sus palabras aún me retumban en el oído y me marché con el odio renovado. Lo que más me dolió es que mientras me decía todo esto, mi hija pequeña se estaba corriendo con las acaricias y los besos obscenos de su chulo.

Me conformo con ser un pobre cornudo, pero de momento soy "tricornudo" : me han puesto los cuernos las tres mujeres que más quiero. Como siga así me temo que acabaré siendo "pentacornudo" si no cumplo las condiciones que me impone.

Mi suegra y mi madre me echan la culpa de la situación de la familia y he perdido todo su respeto. Me han quitado el saludo y también me llaman "Cornudo" y "cobarde".

La última vez que fui a ver a Chavelita, el macarra estaba de buen humor y, mientras mi hija le lamía los huevos y el culo, me dijo, con buenos modos, que si seguía siendo tan buen cornudo como hasta ahora, dentro de unos años me alquilará o venderá a mi mujer, si le ofrezco un buen precio, para que siga haciéndome cornudo "in situ" el resto de mi vida.

Reconozco que mi situación no es normal y que estoy desbordado por los acontecimientos. Sé que necesito tratamiento psiquiátrico. No me atrevo a ir por miedo a que descubra que en la intimidad de mi cerebro gozo con esta situación. Nunca pensé que ser cornudo me representase tanto placer interior.

Me preocupa estar acostumbrándome a ser cornudo pero gozo más que nunca. Me quedo sin casa, sin mujer, sin hijas, les paso una pensión de 2500 dólares y encima tengo que pagar por verlas.

A pesar de ello, eyaculo placenteramente viendo como mi mujer y mis hijas son felices trabajando de putas para un chulo que me apalea, humilla y chantajea.

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