viernes, 12 de octubre de 2007

El segundo encuentro

Ya sabéis como fue el primer encuentro con aquella pareja, que por cierto, se llamaban Carlos y Maite. En aquella ocasión, ya nos dimos los números de teléfono.



Pero pasaron tres semanas antes de que nos volvieran a llamar, y nos dijeron que hacían una fiesta SORPRESA privada en su casa, que estábamos invitados, aceptamos.



Su casa esta situada en una calle céntrica de Barcelona, lo que nos hizo suponer que eran una pareja con un nivel de vida bastante alto.



Cuando llegamos a la dirección que nos habían dado, vimos que el edificio era aproximadamente de mediados del siglo pasado, pero muy bien conservado y restaurado, muy bonito, con ornamentos en la fachada, incluso, se apreciaba alguna gárgola en la azotea.



El piso era enorme, de los que se hacían antes, con pasillos estrechos y un montón de puertas que conducían a distintas habitaciones.La decoración era estilo antiguo, pero con la tecnología mas moderna de hoy, televisor de plasma, equipo de música de última generación, etc.



Nos quedamos extrañados, ¿donde estaba la fiesta?, ¿éramos los primeros en llegar? pues no, era una fiesta solo para cuatro.



Empezamos a cenar y a charlar animadamente, hasta que Carlos trajo el café, en una bandeja que dejo sobre la mesa, al lado de mi mujer. En cuanto soltó la bandeja, y sin mediar palabra, cogió la cara de mi mujer y la morreó sin ninguna manía, incluso empezó a magrearle las tetas con cierta rudeza.



Mi mujer, para esta ocasión, se había puesto un jersey de cuello alto, de color negro y muy fino, sin sujetador (supongo que ya sabia a qué íbamos), y una falda corta también negra.



Mi mujer, se quedo paralizada, sin decir nada mientras Carlos la magreaba, estando así un par de minutos. Después, y como si nada hubiera pasado, se sentó en su sitio y empezó a tomar el café.



Observe, a través de su jersey, que los pezones de mi mujer se habían endurecido. Por extraño que parezca, a mi siempre me había dicho que fuera romántico, sino, no le gustaba.



A los veinte minutos de haber terminado el café, Maite se levanto y dijo "bien, vamos a por la sorpresa, pero en realidad, la sorpresa es para ti, dirigiéndose a mi mujer, y para dártela, tienes que ponerte "esto", le dio algo de color negro que resulto ser una mascara, que cubría sus ojos y la parte posterior de la cabeza, dejando solo a la vista su boca.



Mi mujer me miró, medio asustada, medio intrigada. Yo asentí con la cabeza, pero me mantuve alerta. Nos llevaron a una de las puertas del piso, y nos hicieron entrar primero, Note que Maite me cogía de la mano.



La habitación estaba en penumbra, con mucha menos luz que la que había en el comedor, así que inicialmente, no vimos nada hasta que nuestros ojos se acostumbraron a la nueva luz.



En ese momento, nos percatamos que en la habitación había otro hombre, solo vestido con un pantalón de cuero negro, y una camiseta de tirantes también negra, además en la habitación habían un montón de aparatos que identifiqué como de Sado-Maso, (porque lo había visto en alguna película del tema, y por Internet)



Dije que no !, ni hablar, que no nos gustaban esos rollos. pero Maite, que me tenia cogido por la mano, me susurró que esperara unos minutos, y que si después no me gustaba, pues lo dejábamos, su voz y su confianza me tranquilizaron.



Aquel tipo, salió de la penumbra y me di cuenta de que era una bestia, si no media dos metros, poco le faltaba, y muy musculado, debía pesar cien kilos.

Se acerco decididamente a mi mujer, la levanto en brazos, como si ella fuese una pluma, y la acercó a una de las pareces de la habitación. Mi mujer, con los ojos tapados, chillo del susto.



Vi que allí habían dos maderas puestas en forma de cruz, con argollas en la parte superior e inferior, donde entre Carlos y aquel tipo, ataron a mi mujer, esta, se asusto, y me llamo, diciéndole yo "estoy aquí, cariño, no pasa nada", parece que eso la tranquilizo, aunque yo no me fiaba del todo.

Cuando la ataron, empezaron a magrearle las tetas.



Aquella visión de mi mujer, con los ojos tapados, atada y con dos tipos metiéndole mano, me puso caliente, y supongo que Maite, que seguía a mi lado, se dio cuenta, y empezó a tocarme la polla por encima del pantalón, notando que ya tenia una erección.



Aquellos dos, le subieron el jersey a mi mujer, dejando a la vista sus tetas, y se dedicaron a tocárselas y a chupárselas, cada uno en un pecho de mi mujer y así estuvieron un buen rato, hasta que sin dejar de chuparselos, Carlos deslizo su mano bajo la falda, empezando a masturbarla.



Maite, viendo que mi erección ya era plena, me bajo los pantalones y los calzoncillos y empezó a chupármela, me vino una oleada de calor, y solté un suspiro que se oyó en la habitación más de lo que yo hubiera deseado.



Creo que eso fue el pistoletazo de salida, porque casi inmediatamente, mi mujer empezó a suspirar también. Vi que Carlos aumentaba considerablemente el ritmo de la masturbación de mi mujer, y entre él, y el otro que le seguía magreando y chupando las tetas, mi mujer empezó a contornearse.



Maite, por su parte, seguía chupándome la polla, hasta que note que me estaba haciendo algo raro en mi pene.



Me estaba colocando una especie de aro alrededor de mis testículos y mi pene, y lo ajusto fuertemente, con lo cual, mi polla adquirió un mayor volumen, se puso roja y con una sensibilidad tremenda, me paso la lengua por el glande y el frenillo, y creí que me moría de gusto.



Al otro lado de la habitación, oí por primera vez la voz del gigantón aquel, que le decía a mi mujer, "¿estas cachonda verdad puta? (creí que allí se acababa todo, ya que nunca nadie había hablado así a mi mujer, pero ella no dijo nada, supongo porque no reconoció la voz).



Aquel tipo insistió, y metiendo la mano en su coño, pellizcando suavemente su clítoris, volvió a decir "estas mojada zorra, ¿estas cachonda?" y ella soltó un casi inaudible "si", "no te he oído, puta, dilo mas fuerte", "si" contesto ella, esta vez mucho mas claro.



En ese momento, Carlos se agacho, y empezó a comerle el coño y el agujero del culo, mientras el otro tipo seguía sobándole las tetas, cada vez mas fuerte.



Aquel tipo, con voz autoritaria, le dijo a mi mujer "no se te ocurra correrte o tendré que castigarte" mientras mi mujer suspiraba cada vez mas fuerte, y se movía acompasadamente cada vez mas rápido, signo inequívoco que estaba a punto de correrse.



Supongo que aquel tipo lo adivino, e inmediatamente, empezó a darle cachetes en el culo a mi mujer, para impedir, con el dolor y la sorpresa, que se corriera, sin embargo, Carlos seguía chupándole el coño, introduciéndole a la vez un dedo en el culo.



Parecía ciertamente que uno intentaba que mi mujer se corriera, y el otro se dedicaba a impedírselo, con lo que mi mujer estaba al límite de correrse.

El tipo aquel, coloco unas pinzas en los pezones de mi mujer, lo cual le provoco cierto dolor, haciendo que finalmente no se corriera en aquel momento.



Aquel tipo le pregunto "estas deseando que te folle, verdad guarra, quieres correrte verdad?" y ella dijo "si", "dímelo, dime que te folle" "suplícame que te folle" y ella dijo "fóllame, haz que me corra".



Entonces, Carlos, dejo de chuparle el coño, y retiró su dedo del culo de mi mujer, poniéndole a esta una especie de collar como de perro alrededor de su cuello, unido a una cadena, y la desataron de las maderas donde estaba.

Mi mujer ya parecía una autómata, no rechistaba, y obedecía en todo.



El gigantón se sentó en una silla, cogiendo la cadena del collar de mi mujer, atrayéndola hacia él, y sacándose la polla le ordeno "chúpamela, hasta que me corra en tu boca", mi mujer obedeció, se puso de rodillas y empezó a chuparle la enorme polla que tenia aquel tipo, la verdad es que era una polla descomunal.



Carlos, se situó detrás de mi mujer, que en la postura que estaba, ofrecía todo su culo y su coño a la vista, y empezó a untarle el culo con lo que supongo que era lubricante, introduciendo primero un dedo, luego dos.



En ese momento, Carlos cogió un artilugio que constaba de dos pollas unidas, una enorme, y otra mas delgada pero igual de larga, de cuya base salía un cable, y al final de este un mando. Al probarlo, vi que las dos pollas se movían como un gusano, retorciéndose. Carlos, le introdujo el aparato a mi mujer, la polla mas gorda en el coño, y la mas delgada, en el culo.



Carlos le dio el mando al tipo aquel, al cual, mi mujer seguía comiéndole la polla, y a juzgar por el empeño que ponía ella, no le disgustaba. Aquel hombre, debió activar el mando, porque mi mujer, soltó un sonoro suspiro y dio un involuntario golpe de pelvis.



Carlos volvió a colocarse detrás de mi mujer, pero esta vez con otro aparato, que resultó ser un vibrador.

Cuando lo activo, mi mujer empezó a arquear la espalda, del placer que todo aquello a la vez le estaba dando.



Aquel tipo le volvió a ordenar, "no te corras hasta que te lo ordene, puta"

Yo no se si querían darle placer o que reventara, pero mi mujer estaba fuera de si, gritaba, insultaba, se retorcía.

Carlos empezó a pegarle palmadas en el culo, cada vez mas fuerte, impidiendo de momento que mi mujer se corriera.

Aquel tipo, cada vez le daba mas marcha a las pollas que mi mujer tenia en su coño y su culo, porque cada vez se oía mas fuerte el motor, y Carlos lo mismo con el vibrador.



Hasta que llego el momento en que ni palmadas en el culo, ni amenazas ni pinzas en los pezones, ni nada, mi mujer se corrió entre gritos, espasmos, y entre los dos la sujetaron en la misma posición de rodillas, mi mujer se estuvo corriendo durante una eternidad, si no la hubieran sujetado, estoy seguro que se hubiera desplomado.



A pesar que ya se había corrido, aquellos dos, no pararon nada de lo que tenían en marcha, y mi mujer grito "parad, parad ya !".

El tipo contesto, "cállate zorra, parare cuando yo quiera", Carlos aumento el nivel del vibrador, y mi mujer, que hacia 30 segundo que se había corrido, se volvió a correr, aullaba como una loba y entonces si, se desplomo, quedo tendida en el suelo, jadeando como una loca, como si fuera un muñeco en manos de aquellos dos. Vi que su entrepierna chorreaba un liquido, se había mojado como nunca lo había hecho.



La levantaron, le quitaron los artilugios que llevaba puestos y aquel tipo que seguía sentado en la silla, se la puso encima y empezó a introducirle su enorme polla en el coño de mi mujer.



Ella parecía un pelele, no tenia fuerzas para nada, aquel tipo la agarro fuertemente de las nalgas, y la obligaba a hacer un movimiento arriba y abajo, introduciendo cada vez mas su polla, hasta que entro entera.

Carlos, cogió unas bolas de color metal, unidas por un hilo, habían diez o doce, y empezó a introducirlas, una a una en el culo de mi mujer.



Esta empezó nuevamente a suspirar, hasta que al poco rato, empezó a chillar, "fóllame, fóllame fuerte, me voy a correr, que polla tienes..."

En ese momento, Carlos, fue sacando del culo de mi mujer las bolas, y mi mujer explotó. se corrió a lo bestia,



Se tomaron un breve respiro, hasta que Carlos se tumbo sobre una colchoneta, y aquel tipo puso a mi mujer sobre el, que empezó a follársela.

Fue entonces cuando creí que la iban a reventar, aquel tipo, se untó su enorme polla con el lubricante, se puso detrás, le abrió muchísimo el culo a mi mujer, y le metió la polla casi de un tirón.



Mi mujer soltó un grito, pero no pudo zafarse porque Carlos la tenia sujeta contra su pecho, empezaron a bombearle el culo y el coño a la vez.

Noté que mi mujer ponía cierta resistencia, pero a medida que pasaban los minutos, empezó a seguir el ritmo que marcaban Carlos y aquel tipo, facilitando que se la follaran los dos a la vez.



Yo hacia rato que me había corrido, no se si por lo que Maite me estaba haciendo, o por la visión de lo que le estaban haciendo a mi mujer.

Pasaron unos minutos, y oí jadear a mi mujer, mientras los otros dos se la follaban de una forma, casi diría yo que violenta.

Y se corrieron, los tres casi a la vez.



Mi mujer se quedo tendida en el suelo, resoplando, vi que le salía semen de su culo y del coño, y que su cara era de absoluta satisfacción.



Aquel tipo salió de la habitación, y volvió a los 15 minutos aproximadamente, vestido de una forma normal, con tejanos y una camisa a cuadros.

Entonces observé que Carlos le daba tres billetes de 100 Euros, y que se marchaba de la casa.



Luego Carlos me contó que es un profesional, al que de vez en cuando, alquilan para una sesión de estas para ellos, y que pensaron que a nosotros también nos gustaría. Y no se equivocaron.

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