viernes, 12 de octubre de 2007

Cuatro cervezas y una mamada

Tengo que admitir, que en el momento en el que comienza esta historia, me encontraba en una situación a caballo entre el nerviosismo y la impaciencia. Atrás habían quedado los días en que mi mujer Ana Maria y yo dábamos rienda suelta a nuestras fantasías y perdíamos el pudor ante la web cam para alegrarle la vista al primer internauta que nos pedía cámara por el MSN.

Nos “enganchamos” a esa afición como la mayoría de los que visitan los chats calientes, de manera lenta y progresiva, contemplando a otras parejas, hombres o mujeres, y dando cada semana un paso mas hasta convertirnos en unos asiduos, en ocasiones como simples mirones, y otras veces como protagonistas del espectáculo.

Aun no me explico porque en el caso de Néstor fue algo diferente. Tal vez el hecho de confesarse bisexual desde el primer momento de una forma tan abierta nos hizo depositar en el mas confianza que en el resto de morbosos amigos de la red.

Mientras esperaba impaciente que mi esposa acabara de arreglarse para encontrarnos con él, pasaban por mi mente las primeras conversaciones que tuvimos desde nuestros respectivos ordenadores, y una leve sonrisa acudía a mis labios al recordar como a diferencia de otros, el siempre se mostraba tranquilo y respetuoso, y jamás había dado muestras de impaciencia o desinterés cuando nos enfrascábamos en interminables charlas que a veces no tenían la menor relación con el sexo.

Como muchos tipos originarios del sur de España, Néstor tenia una piel extremadamente morena, y acostumbraba a llevar el pelo bastante corto. Aunque lo que más envidiaba yo de el, era su atlético y bien cuidado cuerpo, al cual yo le sacaba al menos una diferencia de 40 Kg. de peso y media docena de tallas en los pantalones.

Ana Maria salió de la habitación con cara de estar preguntándose si su aspecto seria apropiado para el encuentro que tendría lugar en apenas un par de horas, dando vueltas y mirándose de arriba abajo una y otra vez en el gran espejo que teníamos en el pasillo.

- Víctor, cariño, ¿Qué tal estoy? – Me pregunto examinándose cuidadosamente el peinado.

- ¿Crees que le gustare a Néstor?

- Estas guapísima, cariño. – Le conteste mientras se me pasaba por la cabeza volver a desnudarla y echarle un polvo allí mismo. – Y Néstor ya te ha dicho muchas veces lo buena que estas, así que no te preocupes tanto y date prisa o llegaremos tarde.

Esto era del todo cierto. La primera vez que nuestro amigo había visto por la cam a mi mujer, había mantenido un discreto silencio, pero más tarde, a solas conmigo, me había confesado que estaba impresionado por el cuerpo de Ana Maria, aun cuando la había contemplado completamente vestida.

Mi esposa seguía corriendo por la casa desde el cuarto de baño a la habitación una y otra vez mientras yo la esperaba. Se había puesto una fina falda blanca de color negro con pequeños detalles de hilo en un tono plateado junto con un ajustado top rojo sin tirantes que se sujetaba milagrosamente mediante un elástico por encima de sus pequeños senos y que combinaba perfectamente bien con su media melena rizada de un rubio tan oscuro que podría pasar por pelirroja.

Su metro sesenta de estatura había aumentado en casi diez centímetros gracias a los zapatos negros de alto y fino tacón que se había puesto, lo que la hacia parecer aun más delgada de lo que sus apenas cincuenta quilos podían dar de sí.

A esas horas, el avión de Néstor ya debía de haber aterrizado en el aeropuerto de Barcelona y a buen seguro estaría recorriendo la ciudad para hacer tiempo hasta que llegara la hora convenida de nuestro encuentro.

Si bien yo confiaba plenamente en el muchacho, mi esposa había puesto como condición para aceptar esta cita que nuestra identidad habría de ser reservada en todo momento, lo que nos llevo a decidir encontrarnos en un local de ambiente liberal muy conocido de la ciudad, tras el cual Néstor pernoctaría en un hotel antes de su vuelta a Sevilla al día siguiente.

- Bueno, ya estoy lista. – Me dijo por fin Ana Maria saliendo de la habitación. – Cuando quieras nos vamos.

- Pues en marcha. – Le dije yo sin perder un instante y dirigiéndome ya a la puerta de la calle. – Y tranquilízate un poco, no va a pasar nada que nosotros no queramos. Te lo aseguró Néstor y te lo he repetido yo un montón de veces, solo vamos a tomar algo juntos.

Bajamos al parking y salí con el coche dispuesto a recorrer los escasos veinte Km. que nos separan de la ciudad en el menor tiempo posible, pero a medida que nos acercábamos al centro, yo veía que mi mujer estaba cada vez más nerviosa, e incluso hubo momentos en los que creí que me iba a decir que diera la vuelta para volver a casa.

Cuando ya entrábamos en la ciudad intente calmarla recordándole algunos episodios pasados con Néstor, y sonrió prometedoramente mientras comentábamos un cómico striptis que nos hizo nuestro amigo acompañándolo con la música de nueve semanas y media, y que culmino con su erecto miembro colocado a escasos centímetros de la cámara.

Un poco mas tarde, Ana Maria aun se sintió mucho mas relajada cuando evocábamos un juego en el que nuestro amigo había adoptado el papel de “amo dominante” y nosotros el rol de sumisos, en lo que fue quizás la más placentera experiencia con él a través de la web cam.

Sabia y pausadamente, nos había ido dictando los actos que nosotros obedientemente debíamos realizar, y nos sorprendió de manera especial cuando le indico a mi mujer que lo primero que debía de hacer era dejarme a mí en ropa interior sentado en la silla frente a la cámara, para posteriormente irse desnudando ella de la manera mas morbosa y provocativa posible ante mis ojos.

Aun recuerdo como si hubiera sido ayer, como Néstor la guiaba paso a paso para que me atara las manos tras la silla usando el sujetador que Ana Maria acababa de quitarse delante de el, quedando únicamente cubierta con sus pequeñas braguitas blancas que empezaban a humedecerse a causa de la excitación de mi mujer.

Circulando ya por las calles de Barcelona, empecé a notar una fuerte erección mientras mi esposa me recordaba la forma en que siguiendo las instrucciones de nuestro improvisado “amo” ella se sentó frente a mí y comenzó a sobarme mi tieso rabo con la planta de sus pies por encima de mis calzoncillos, al tiempo que ella con una mano se masajeaba los erectos pezones mientras y con la otra se acariciaba suavemente el clítoris por debajo de sus bragas.

Yo ya estaba totalmente empalmado cuando por mi mente pasaban las claras imágenes del final de aquella atípica sesión de dominación que nos brindo nuestro amigo, en las que yo me encontraba en una humillante postura, sentado en la silla y con los calzoncillos en los tobillos, mis muñecas firmemente atadas a la espalda con el sujetador de mi mujer y sus bragas hechas un ovillo dentro de mi boca con la clara indicación de Néstor de que no debían salir de allí bajo ninguna circunstancia.

Pero lo mejor fue cuando en esa postura, Ana Maria recibió la orden de colocarse sobre mí y de frente a la cámara para concluir el juego con una especie de polvo televisado a un único espectador. En la pantalla yo podía ver con toda claridad como mi mujer me cogía la polla por la base y con una pierna a cada lado de la silla iba haciendo descender su cuerpo hasta que se la metió completamente en el coño

Hecho esto, y siguiendo las consignas que Néstor le iba dando con el mismo tono de voz tranquilo y sereno que al principio de comenzar dicho juego, mi mujer comenzó a mover sus caderas sobre mí rítmicamente mientras nuestro voyeur privado comenzaba a pajearse con una cómplice sonrisa en los labios.

Al cabo de unos minutos, los fuertes brincos que Ana Maria daba sobre mí y que hacían que mi rabo se hundiera en lo más profundo de su vagina, hicieron que una gran cantidad de semen saliera de mi verga al tiempo que un ahogado jadeo intentara salir de mi boca taponada por sus bragas.

Recuerdo que aun durante unos instantes, mi polla ya morcillona permaneció en el interior del coño de mi esposa, mientras ella se frotaba el clítoris con los dedos a una velocidad vertiginosa, lo que dio paso a una abundante corrida que enseguida sentí deslizarse por mis genitales, al tiempo que en la pantalla Néstor también concluía con su masturbación y se apreciaba el producto de la misma repartido por todo su pecho.

Con esos pensamientos aun rondándonos por la cabeza y una erección que comenzaba a tornarse dolorosa en mi entrepierna, llegamos a las cercanías del local donde nos habíamos citado con nuestro ciber amigo.

Posiblemente fuera la experiencia de esa noche de suave dominación virtual, la que había provocado que estuviéramos a escasos minutos de reunirnos los tres protagonistas, ya que, comentándolo al día siguiente con mi mujer, y posteriormente con Néstor, todos habíamos coincidido en que, el hecho de ser voluntariamente dominados por nuestra parte, y el de compartir un rato de nuestra sexualidad por parte de nuestro amigo, aunque fuera a distancia, nos había provocado a todos una dosis extra de morbosidad.

A mí me había encantado el hecho de ver como Ana Maria le mostraba a Néstor todos sus encantos y habilidades, además de sentir una extrema excitación al participar en un juego en el que nos poníamos a disposición de sus deseos, aun cuando yo resulte ser el mas humillado de la aventura.

Mi esposa había manifestado con total sinceridad que se había excitado enormemente al cumplir las ordenes de nuestro “amo virtual”, y estaba dispuesta a repetirlo muchas mas veces en adelante cuando Néstor declaro que éramos la pareja que más le agradaba y más respetaba de cuantas había conocido en la red.

Así que lo siguiente fue proponer un encuentro entre los tres. No había nada planeado, no tenia por que ocurrir nada, simplemente, después de la amistad que había surgido entre nosotros como ciber amigos, habíamos quedado para tomar unas copas una noche de viernes.

Aun cuando había visto varios aparcamientos libres en las inmediaciones, pase con el coche muy despacio por delante del club al que nos dirigíamos y mire a uno y otro lado intentando encontrar al muchacho sin éxito.

Pasaban apenas cinco minutos de la hora de nuestra cita y mi mujer me comento que quizás Néstor ya estaría dentro del local, así que me dirigí hacia el indicador de un parking que se veía en la siguiente manzana.

Pero cuando volvimos a salir a la calle, allí estaba, justo en la cera de enfrente en que se encontraba el local, caminando despacio y con aire inquisitivo, con unos pantalones vaqueros, una camiseta blanca y una chaqueta sport de un tono color claro.

Al llegar a su altura, nos saludamos con cordialidad, estrechándole yo la mano y dándole el dos besos a Ana Maria en las mejillas. Tras comentar durante unos instantes que todos éramos en vivo tal y como aparecíamos a través de la web cam, nos dirigimos al local con un punto de nerviosismo.

Ni nosotros, ni por supuesto Néstor, habíamos estado nunca en aquel sitio, y cuando franqueamos la puerta los tres recorrimos el local con la mirada hasta donde nuestra posición nos lo permitía, además de que la iluminación no estaba pensada para poder ver lo que ocurría en los distintos apartados del club.

Rápidamente se presento ante nosotros una guapa y llamativa rubia que dijo ser la relaciones publicas, de nombre Gaby, y tras indicarnos en líneas generales como funcionaba el local, nos acompaño a una especie de semi reservado y nos pregunto que deseábamos beber.

Nos quedamos un poco dubitativos a la hora de pedir nuestras consumiciones, y la tal Gaby nos recomendó picaramente una cerveza egipcia que según ella, tenia ingredientes afrodisíacos usados desde la antigüedad.

Nos sentamos en el rinconcito que nos habían asignado y comenzamos ha hablar animadamente entre los tres, intercalando nuestra conversación con indiscretas miradas a los reservados cercanos al que nosotros nos encontrábamos cuando una guapa camarera muy ligerita de ropa apareció con las tres cervezas.

Mi esposa se encontraba sentada entre Néstor y yo, y aunque no había puesto la menor objeción, ella no era precisamente una amante de la cerveza. Yo, mientras tanto, observaba como dos parejas se entretenían muy acarameladamente en un reservado cercano por mi derecha y a un tipo trajeado en otro de la izquierda que estaba acompañado por dos preciosidades morenas.

Como ninguno de nuestros eventuales “vecinos” prestaba la menor atención a lo que sucedía a su alrededor, nosotros acabamos por hacer lo mismo, siguiendo con nuestra conversación que inevitablemente se dirigió a los momentos que habíamos vivido juntos a través de la cámara.

No sé si lo del afrodisíaco era una fanfarronada de la relaciones publicas, pero lo cierto es que la cerveza nos entraba en el cuerpo sin darnos cuenta, y la poca timidez que podíamos haber mostrado al principio de nuestro encuentro, había desaparecido por completo al cabo de unos minutos.

Néstor pidió otra ronda cuando evocábamos el momento en que mi esposa me ataba las manos con su sujetador y aprovecho la ocasión para repetir su opinión respecto a que pensaba que Ana Maria estaba buenísima y que aquella había sido sin duda la mejor ciber velada que habíamos pasado juntos.

Fue a mitad de esa segunda cerveza, y con la cara de Ana Maria ya un poco colorada, no sé si por el alcohol o por el supuesto afrodisíaco, cuando mi mujer me hizo indicaciones para que mirara hacia uno de los reservados cercanos al nuestro.

Se trataba del que estaba ocupado por las dos parejas, pero en este caso, y para mi sorpresa, las dos chicas habían cambiado de posición y ahora se encontraban a los extremos de los dos hombres, que con la bragueta abierta y sus tiesas pollas al aire, contemplaban con satisfacción como ellas se turnaban en pajear alternativamente cada una de las vergas.

También Néstor contemplo la escena y sin lugar a dudas le excito tanto como a nosotros, que rápidamente volvimos la cabeza para no parecer indiscretos y volver a nuestra conversación que también se animaba a cada momento.

- Me encanta el sitio al que me habéis traído. – Nos dijo moviéndose un poco en el amplio sillón sin duda intentando ocultar el bulto que le crecía bajo los pantalones. – Tiene unas vistas de lo más interesante.

- No sé si vosotros os habíais fijado antes en esas dos parejas. – Contesto entonces Ana Maria con cara de asombro. – Pero yo si que lo he hecho al entrar y eso tiene toda la pinta de ser un intercambio de parejas.

Volvimos a nuestra conversación, pero a cada instante, los tres dirigíamos disimuladamente nuestros ojos al lugar donde se encontraban aquellas dos parejas e intentábamos adivinar en que se ocupaban bajo la penumbra que les envolvía.

En un momento dado, y aun no se muy bien como, me atreví a preguntarle descaradamente a mi esposa si ella seria capaz de hacer algo parecido, y para mi sorpresa, tras dirigir una rápida mirada a nuestro expectante compañero, tomo un largo trago de cerveza y dejando la botella vacía sobre la mesa me contesto:

- Aun no he bebido suficiente para hacer una cosa así. – Intento mostrar sensación de seguridad antes de continuar.- Pero si, supongo que seria capaz de hacerte una paja aquí mismo delante de Néstor. Al fin y al cabo, ya nos ha visto en situaciones mucho más comprometidas.

- Pues por mi no os cortéis. – Reacciono inmediatamente nuestro acompañante. – No hace falta que os recuerde que soy un gran voyeur.

Yo me quede perplejo, pero nuestro amigo reacciono al cabo de escasos segundos, y diciendo: - además, eso tiene muy fácil solución. – Se levanto del sofá e hizo señas a la camarera para que nos trajera otras tres cervezas. Y ya van nueve, pensé yo mientras es volvía a sentarse.

El caso es que Ana Maria estaba desconocida, seguramente a causa de la bebida y a lo que acontecía a nuestro alrededor. Pero si me había sorprendido la respuesta de mi mujer, aun me sorprendieron mas las siguientes palabras de Néstor.

- ¿Y a volver a jugar al juego de la pasada noche, te atreverías? – Le espeto de inprovisto mirándome casi mas a mí que a ella. - ¿Cuántas cervezas mas necesitarías para cumplir sumisamente mis ordenes?

Nos mantuvimos en silencio mientras la camarera dejaba sobre la mesa las nuevas consumiciones, pero cuando se fue, bebimos cada uno un trago de nuestras botellas y Néstor volvió al ataque, viendo que yo no me oponía a la prueba propuesta.

Entonces explico que podía ser algo mucho más inocente y suave, que por supuesto nadie se tendría que “comer” las bragas de Ana Maria ante el resto de clientes del club, y que seria un juego que podríamos detener en el momento que quisiéramos.

Mi esposa se mantenía reacia a acceder, pero yo ya la veía masajeándome la polla allí mismo bajo la atenta mirada de nuestro acompañante. Además, aun guardaba un as en la manga, ya que sin que mi esposa lo supiera, yo cargaba con nuestra pequeña cámara de fotos digital y no dudaría en usarla sí la situación lo suficientemente morbosa.

De modo que me uní a Néstor para intentar animarla a ir un paso mas allá, incluso la provocaba para que siguiera bebiendo, y con el calenton que ya había sufrido en el coche de camino al club, me encontraba en una situación tal, que no me hubiera importado emborracharla con tal de que se prestara para algún tipo de aventurilla publica.

Nuestro acompañante le hizo notar que el tipo trajeado que también se encontraba cerca de nosotros, se encontraba sentado debajo de una de las chicas que le acompañaba y los movimientos que esta hacia arrodillada sobre su bajo vientre, indicaban claramente donde el tipo tenia metida la polla.

Vamos, que se la estaba follando, pero además de eso, tenia la cabeza hundida entre las tetas de su otra acompañante, que mientras lo sujetaba por el cabello, se masturbaba descaradamente con la otra mano entre sus piernas, y a juzgar por la cara que ponía esta, no debía de estar muy lejos de llegar al orgasmo.

- Vais a pensar que soy una maruja. – volvió a sorprendernos mi esposa, que siempre fue una gran observadora. - ¿Os habéis dado cuenta de que tanto ese tío como la mujer a la que le esta comiendo las tetas llevan anillos de casados? Sin embargo, la otra no lleva nada en los dedos.

El caso es que entre Néstor y yo, estábamos cada vez mas cerca de convencer a mi mujer para que también en nuestro reservado comenzara el espectáculo. Cada vez se me ponía la polla mas dura y estaba considerando el acercarme a mi esposa y deslizar mi mano por entre sus piernas cuando nuestro acompañante me demostró que nuestros pensamientos no iban en el mismo sentido.

Cogió la botella de cerveza de la mesa y se la entrego a mi mujer incitándola a seguir bebiendo, al mismo tiempo que le indicaba que lo único que quería era que se quitara la falda, que le encantaría ver las hermosas piernas que tenia y que no había podido apreciar bien a través de la web cam.

Lo cierto es que a mí también me atraía la idea de que Ana Maria empezara a quitarse ropa ante nuestro amigo, e incluso me descubrí explicándoles que tenia allí la cámara de fotos y que seria un buen recuerdo de aquel morboso y excitante encuentro.

En fin, que al cabo de unos minutos insistiéndole, mi mujer acabo de un solo trago la cerveza que le quedaba en la botella, y con cierta timidez pero resignada, primero levanto su falda hasta que sus bragas de color rosa quedaron a nuestra vista. Pero acto seguido Néstor la reprendió suavemente diciéndole que eso no era lo que él le había pedido, que lo que quería era que se la quitara, si es que tenia valor.

Sin decir palabra, Ana Maria se puso en pie, y lentamente hizo descender la falda negra por todo lo largo de sus piernas mientras que yo ya me afanaba en sacar la prometida cámara de fotos. Cuando hubo terminado, dejo la prenda en el espacio libre del sofá que quedaba entre ella y Néstor, y al tiempo que se sentaba nos sorprendió con una nerviosa risa que en parte se debía al alcohol ingerido.

- ¿Lo ves? No ha sido tan difícil. – Le dijo Néstor satisfecho mientras yo me dedicaba a hacer media docena de fotos en las que aparecían los dos. – Bien, continuemos con el juego para que Víctor pueda hacerte un buen reportaje.

El exhibicionismo con que nos deleitaba mi esposa me había puesto el rabo totalmente tieso, igual que le ocurría a nuestro compañero a juzgar por el bulto que destacaba bajo su bragueta, pero creo que Ana Maria era la que en esos momentos estaba mas caliente de los tres, aun cuando era evidente un cierto nerviosismo en sus movimientos.

Yo ya estaba totalmente metido en el papel que el juego de Néstor me había asignado, y que de momento se limitaba a dejar constancia grafica de los encantos que mi mujer tenia a bien irnos mostrando, y que confieso no me desagradaba en absoluto.

Nuestro amigo tomo entonces su botella de cerveza, que aun no había tocado y permanecía completamente llena, y se la entrego a Ana Maria al tiempo que le indicaba que se mantuviera con las piernas un poco entreabiertas para que mi cámara pudiera captar con mas facilidad algunas de sus partes más intimas.

Fue entonces cuando mi mujer, en un acto ya ausente de cualquier tipo de pudor, se recostó en el asiento hasta que su espalda quedo apoyada en el mismo, y dando otro sorbo a la cerveza, abrió completamente las piernas y mientras bebía se llevo lujuriosamente la mano libre hasta posarla en su zona vaginal por encima de sus rosadas bragas.

El acto solo duro unos segundos hasta que mi mujer volvió a su postura original sentada en la punta del sofá con las piernas juntas, pero el suficiente para que yo tuviera tiempo de lanzarle unas cuantas instantáneas, hecho lo cual, me tuve que colocar el pene de forma más conveniente para que la erección que me asaltaba no me produjera tanto dolor.

- Eso ha estado muy bien, Ana Maria. – Le dijo Néstor satisfecho haciendo con la cabeza un gesto afirmativo. – pero ahora me gustaría que nos enseñaras tus coquetas tetitas.

A mi esposa le debió de hacer mucha gracia esa petición de nuestro amigo, ya que de nuevo cayo en una nerviosa risa que apenas podía controlar mientras daba otro pequeño sorbo a la botella, y a mí me agrado tanto la idea que inmediatamente puse el objetivo de la cámara apuntando a los pechos de mi mujer.

Ella, de nuevo metida totalmente en su papel de chica obediente, dejo la botella de cerveza sobre la mesa, y poniéndose perfectamente de frente a mi posición, metió sus dedos pulgares por debajo del elástico de su top rojo a ambos lados de sus pechos, y sin dejar de reírse lo deslizo unos centímetros hacia abajo hasta que sus dos tetitas quedaron al aire.

Pero eso no fue todo. Mientras yo disparaba fotos con la cámara desde distintos ángulos, Ana Maria hecho una rápida mirada a Néstor y mostrándole su mirada mas guerrera, se dedico durante unos segundos a masajear sus erectos pezones con sus dedos índices, provocando una nueva excitación tanto a nuestro acompañante como a mí.

Yo me tuve que colocar la polla en su sitio por segunda vez, y Néstor emitió un significativo silbido de aprobación sin dejar de observar como mi mujer se magreaba las tetas ella solita de forma tan morbosa y provocativa.

- Quítate también el top, cariño. – Le dije yo entonces olvidando incluso mi papel de reportero grafico en el morboso juego. – y sigue poniendo esa carita de golfa, cielo, que no sabes como me estas poniendo.

Ni siquiera tuve que esperar a que Néstor, el supuesto “jefe” del juego, diera su aprobación a mis palabras. Ana Maria cruzo los brazos por delante del pecho, sin ni siquiera haberse tapado antes las tetas, y con un movimiento infinidad de veces practicado, tiro de la prenda hacia arriba y se la saco por encima de la cabeza, quedando ya únicamente cubierta con sus braguitas rosa.

Esta vez ni siquiera hubo risas por parte de mi esposa. Se limito a recuperar la botella de cerveza que descansaba sobre la mesa, y con toda naturalidad bebió un largo trago mientras Néstor y yo no dejábamos de observar el gracioso baile que realizaban sus pequeños pechos a causa de sus movimientos.

A continuación, mi mujer nos deleito con unas cuantas poses dignas de la mejor modelo porno, contorneándose con los hombros y haciendo resaltar sus pequeños pechos, poniéndolos primero frente al objetivo de mi cámara e insinuándose luego con total descaro ante las narices de Néstor con los pezones completamente erectos.

Aunque lo mas espectacular, llego en el momento en que, apoyando de nuevo la espalda contra el respaldo del asiento y las piernas obscenamente abiertas, comenzó a jugar con la fría botella de cerveza, pasándosela primero por todo el contorno de las tetas y haciéndola bajar después lentamente hasta su sexo, restregándosela por encima de su ropa interior en repetidas ocasiones, hasta que esta quedo totalmente humedecida, y acompañando ese desvergonzado gesto con un sensual movimiento de su lengua recorriendo su labio superior.

Pero de golpe y porrazo, mi esposa volvió a acomodarse derecha en el sofá, y volviéndose a llevar la cerveza a la boca dio por terminado el espectáculo, no sin antes dirigirnos a los dos una rápida mirada en la que yo creí ver una cierta vidriosidad en sus ojos como la que tantas veces le había visto en nuestras lujuriosas noches de sexo.

Sin lugar a dudas, Ana Maria se había hecho ya dueña de la situación, si bien es cierto que la valentía que mostraba se debía en gran parte a las cuatro cervezas que se había metido entre pecho y espalda. Pero aun así, tenia la suficiente lucidez para volver a sorprendernos con sus palabras.

- Yo también quiero dar ordenes. – Nos dijo mirándome primero a mí y posteriormente a Néstor con expresión desenfadada y arrastrando un poquito las silabas. – Y también quiero ver cositas, no voy a ser yo la única en desnudarme, pareja de mirones.

Yo me quede un poco sorprendido ante las palabras de mi esposa, y nuestro acompañante soltó una sonora carcajada ante el atrevimiento de esta, pero cuando vimos que Ana Maria se arrodillaba un poco tambaleante frente a Néstor, los dos nos quedamos paralizados durante unos segundos.

- Vamos a sacarle unas cuantas fotos a la polla de Néstor, ¿vale, cariño? – Me dijo ella tras una rápida mirada y dirigiendo ya sus manos al botón del pantalón de nuestro amigo. – Es que por la web cam yo tampoco pude verla bien, ¿sabes?

En un primer momento no supe como reaccionar ante el hecho de que mi esposa se hubiera colocado entre las piernas de nuestro amigo y ya estuviera inmersa en la tarea de desabrocharle los pantalones, además, me pareció ver que Néstor se ponía un poco tenso ante la descarada actitud de Ana Maria.

Sin embargo, en cuanto vi como mi mujer hacia descender la cremallera del pantalón del muchacho y tiraba de el haciéndolo bajar hasta sus tobillos, una oleada de morbosidad volvió a asaltarme y de muevo comencé a disparar fotos con la cámara intentando no perder el menor detalle de los pasos que iba dando Ana Maria.

La visión de Néstor en calzoncillos y mi mujer semi desnuda a escasos centímetros de su paquete, provoco que me tuviera que llevar la mano a la entrepierna y me sobara el pene durante unos segundos por encima del pantalón, aunque no por eso deje de seguir lanzando fotos hacia la pareja.

Acto seguido, y tal como mi mujer había predicho, Ana Maria agarro el slip del muchacho y con una sonrisa en la boca tiro de ellos hasta dejárselos en mitad de los muslos, acto al que ayudo Néstor alzando un poco su trasero del sofá y deslizándose al mismo tiempo hacia el extremo del mismo.

Una erecta polla de tamaño medio se mostró entonces ante los deseosos ojos de mi esposa, a la que rápidamente, y tras una ligera mirada hacia donde yo estaba, alargo una mano para posársela suavemente en los genitales y posteriormente la fue haciendo subir con lentitud a lo largo de toda la verga del muchacho, que miraba directamente la cara de Ana Maria con expresión de satisfacción.

La situación ya estaba totalmente descontrolada, y lo que ocurrió a continuación era del todo inevitable. Mi mujer, una experta en el sexo oral, fue bajando la cabeza con ojos de deseo hasta meterse completamente en la boca la polla de nuestro amigo, para continuar con una suave y pausada mamada que hizo que Néstor echara su cabeza hacia atrás y cerrara los ojos a causa del placer que estaba recibiendo.

Hasta ese momento, no había caído en la cuenta del placer que me producía ver a mi esposa comiéndole la polla a una tercera persona, y en lo que casi fue un acto reflejo, me situé mas cerca de ellos para seguir recogiendo con la cámara de fotos todos los detalles de la morbosa situación.

Sin duda alguna, Ana Maria le estaba haciendo a Néstor un trabajo de primera. Los dedos de una de sus manos jugueteaban con los testículos del muchacho al tiempo que se metía la polla en la boca con tal profundidad, que la nariz de mi esposa casi llegaba a tocar en el bajo vientre de su “victima”.

Este, mientras se sujetaba la camiseta a media altura sobre el pecho y emitía algún que otro gemido de placer, comenzó a realizar pequeños movimientos con las caderas que coincidían con el balanceo de la cabeza de mi esposa, provocando así que su tranca llegara casi hasta la garganta de Ana Maria.

Pero no contento con eso, Néstor se decidió a alargar su brazo izquierdo para alcanzar uno de los pechos de mi mujer, y tras masajeárselo unos instantes con toda la palma de la mano, agarro su erecto pezón con los dedos pulgar e índice y se dedico durante un buen rato a retorcérselo con suavidad a uno y otro lado, lo que mi esposa agradecía con ahogados gemidos e intensificando la velocidad de la felacion.

Al cabo de unos minutos, durante los cuales yo debí de disparar al menos un centenar de fotos, mi mujer decidió acompañar la mamada con una frenética masturbación sobre la polla de Néstor, además de que acelero considerablemente sus movimientos en lo que parecía ser una desesperada búsqueda del semen del muchacho.

El anunciado desenlace no se hizo esperar, y unos momentos después Néstor empezó a comunicarnos que estaba a punto de correrse y que iba a vaciar toda su carga de leche en el interior de la boca de Ana Maria, y así mismo le rogaba una y otra vez que no parara de chupar.

Mi esposa, por toda respuesta, se esmero en que la succión que sus labios producían en el rabo de nuestro amigo le produjeran el mayor placer posible, y yo podía ver claramente como sus rosadas mejillas se inflaban y se contraían cada vez con mas violencia hasta hacer que toda la polla de Néstor desapareciera por completo dentro de su boca.

Mi mujer cumplió esta vez la orden a la perfección, ya que segundos mas tarde, un más prolongado gemido de Néstor nos anuncio la inminente corrida. Su leche comenzó a salir de su berga pasando directamente al interior de la boca de Ana Maria en grandes borbotones.

En ningún momento ella dejo de chupar la polla que conservaba entre los labios y solo durante un instante un delgado hilo de semen descendió a lo largo de la iniesta herramienta del muchacho, consiguiendo que el resto de la lefa fuera a parar al mismo sitio en el que reposaban las cuatro cervezas ingeridas.

Una vez que los genitales de nuestro amigo quedaron completamente vacíos, Ana Maria aun se dedico unos instantes a restregarle una mano por los huevos mientras que con la otra seguía masturbándole la polla ya con mas suavidad, al tiempo que mi mujer ponía una cara de golfa que yo jamás le había visto.

Aun lance unas cuantas fotos mas antes de que la tarjeta de la cámara estuviera completamente llena captando como Ana Maria levantaba la cabeza relamiéndose los labios con expresión satisfecha mirando primero a Néstor y después a mí.

- Ha sido una mamada fantástica. – Comento el muchacho inmediatamente después mientras mi esposa se volvía a sentar entre los dos. Sin duda sabes como chupar una polla, guapa.

- Ha sido una mamada fantástica para ti, colega. – Conteste yo guardando ya la cámara de fotos. – Pero en lo que a mí respecta, lo único que he conseguido es que se me ponga el rabo como una barra de hierro.

Entonces Ana Maria alargo su brazo y me palpo descaradamente el paquete mientras me decía que lo mejor seria marcharnos y terminar la fiesta en casa, además de recordarme que allí Néstor podría usar nuestra cámara de video mientras ella y yo ideábamos algún morboso juego sexual.

Dicho y echo. Ellos dos volvieron a vestirse y salimos del local sin ni siquiera echar una rápida mirada a los reservados contiguos, con intención de pasar una lujuriosa noche de sexo en nuestro domicilio mientras yo le comentaba a nuestro amigo que al menos tenia en la nevera media docena de latas de cerveza. Pero eso os lo contare en otro relato.

Si os ha gustado este relato, o si no os ha gustado, agradecería comentarios en mi dirección de correo. Prometo contestar a todos y todas.

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