viernes, 12 de octubre de 2007

Con Néstor en el Jacuzzi

Nunca agradeceré lo suficiente al cornudo de mi marido su insistencia en quererme ver disfrutando con otras pollas además de la suya. Debo reconocer que hemos recuperado una actividad sexual que no recordaba desde antes de casarnos y la verdad es que estoy encantada.



Me follan (él y todos) como nunca, me siento más joven, los hombres me miran con deseo, situación que además provoco con mi actitud y forma de vestir, porque en el fondo he descubierto que me gusta sentirme deseada e imaginar situaciones para después comentarlas con mi marido y quien sabe si llegar a hacerlas realidad. Es una forma de alimentar nuestra nueva sexualidad.



Después de lo bien que resultó la sesión de la peluquería, mi marido comenzó a meterme en la cabeza la idea de acudir a un club de intercambios. Ciertamente a mí me apetecía mucho, pero me hice un poco de rogar, aunque debo reconocer que a las dos semanas casi soñaba con ello.



Por fin llegó el día elegido, me vestí de la forma más provocativa que encontré. Cuando mi marido me vio se quedó de piedra, parecía una fulana y eso era lo que pretendía ser, su puta, para que disfrutara de la sesión.



De camino al local me preguntó como me encontraba y le dije que cachonda perdida, que estaba deseando hacerle gozar como nunca y a la vez le invité a comprobar mi estado por debajo de mi falda.



Metió su mano y llegó hasta mi depilado coño sin ningún obstáculo, comprobando que no sólo no llevaba bragas, sino que estaba completamente empapada, al sacar la mano se la llevó a la nariz olisqueando sus dedos como un perro y luego se los chupó de uno en uno, poniéndome más cachonda aún, le eché mano al paquete, le saqué la polla y comencé a chupársela como una loca mientras conducía. Me cogió del pelo y retirándome me dijo:



- Tranquilízate zorra, ten paciencia y verás que todo va a salir bien. Tendrás tu ración de polla a su debido tiempo.



Yo iba cachonda perdida y me pasé todo el camino provocándole, le enseñaba el coño depilado y me metía uno y dos dedos diciéndole:



- Mira este coño bien, que dentro de un rato estará lleno de leche para que me lo puedas limpiar como tanto te gusta, cornudo de mierda. Te vas a enterar de lo que es una zorra caliente.



Llegamos al local en cuestión y tras llamar a una discreta puerta, una amable mujer nos recibió y nos acompañó hasta el interior. La luz era muy tenue, pero se distinguía una barra, una pista de baile y unas mesas con sillones al fondo.



No había mucha gente, un hombre en la barra, tomando una copa y en la pista de baile varias parejas bailando y magreándose sin complejos.



Nos pedimos unas copas y poco a poco la vista se fue acomodando y podíamos ver algo más. En la pista, una pareja resultó ser un trío, eran dos hombres para una mujer y debía de estar disfrutando de lo lindo, estaba sin camisa y con la falda bastante subida, de manera que mientras uno le chupaba las tetas, el otro le metía mano por abajo.



Las otras parejas se restregaban morreándose descaradamente y en los sillones se adivinaba movimiento, sin distinguirse claramente las siluetas. En seguida comenté con mi marido que parecía el sitio idóneo para pasar un buen rato.



La música era muy suave y el bajo volumen permitía escuchar los gemidos provenientes de la zona de los sillones. De vez en cuando se veía entrar o salir gente a través de una puerta al fondo de la pista. Preguntamos a la camarera y nos dijo que allí podríamos encontrar distintas salas para poder hacer lo que quisiéramos y con quien quisiéramos con la mayor confianza del mundo.



Estábamos hablando con ella cuando se nos acercó un hombre, alto, fuerte (por lo que se dejaba adivinar bajo su camisa) y negro. Nunca habéis tenido la fantasía de que os folle un negro? con la fama de grandes pollas que tienen?, pues yo estaba allí, ante uno de ellos, completamente decidida a hacer realidad este sueño.



Se llamaba Néstor, comenzamos a charlar de cosas sin importancia, hasta que nos preguntó si nos apetecería pasar dentro con él. Le comentamos que era la primera vez que íbamos allí y que habíamos pensado en un intercambio, aunque tampoco sabíamos muy bien lo que pasaba allí ni cómo pasaba.



El siempre con una sonrisa encantadora nos dijo que no nos preocupáramos de nada y que nos dejáramos guiar por él. Pasamos por una serie de salas en las que había escenas de lo más variado, hasta que al final llegamos a un mostrador con una señorita, Néstor le dijo:



- Hola Sara, queremos el jacuzzi. (Se veía que no era la primera vez que se lo pedía)



- Sin problema, le acabamos de poner en marcha y el agua está perfecta.



Pasamos a una sala algo más grande, con una gran cama redonda a los pies de un enorme jacuzzi. La iluminación tenue, contribuía a crear un ambiente íntimo, Néstor nos dijo:



- Comenzaremos con un baño relajante y luego si os apetece, puede entrar Sara.



Yo adivinando lo que tapaba la ropa le dije, bueno ya veremos.



Empezamos a quitarnos la ropa, ellos lo hicieron primero, mi marido se metió en el agua y Néstor le siguió detrás. Cuando vi el cuerpazo de Néstor, musculoso, brillante, con un rabo de tamaño más que aceptable (según me confirmó más adelante unos 20 cm. “armado”) mire a mi marido y le dije:



- Cariño, creo que este pedazo de rabo va a hacerte crecer los cuernos por lo menos tanto como mide, que ya es bastante. Prepárate a disfrutar viendo cómo esta polla se folla a tu puta particular.



Una vez ellos dos en el agua, empecé a desnudarme yo, les hice un numerito provocándoles todo lo que pude, le di mi coño a oler a Néstor y luego le restregué mis grandes tetas por la cara, él mientras manoseaba su rabo bajo el agua.



Luego me metí al agua con ellos, me senté entre los dos, pero enseguida me dediqué a Néstor, ya que era lo que queríamos tanto mi marido como yo. Me senté a horcajadas sobre él y empecé a restregar mis grandes tetas por su cara y su pecho a la vez que con mi coño frotaba sobre su rabo, que ya estaba tomando unas considerables dimensiones.



Decidí marcar yo el ritmo mientras pudiera, así que les hice sentar a los dos en el borde del jacuzzi y comencé a chuparles la polla, aunque debo reconocer que a Néstor le dedicaba muco más tiempo, ya que tenía serios problemas para meterme algo más de la mitad en la boca y además el cornudo de mi marido al poco rato ya se la estaba pelando viendo cómo trataba de engullir aquella barra de carne.



Me la puse entre las tetas y comencé a subirlas y bajarlas alrededor de ella, le chupaba el capullo cada vez que asomaba por encima de mis tetas, mientras miraba la cara de gusto que tenía Néstor.



Vi que así no tardaría en correrse y quería que disfrutara antes un poco más, retiré mis tetas y comencé a chuparle desde los huevos hasta el capullo, me lo metí en la boca y aproveche para juguetear con mi lengua alrededor de él, acompañando la mamada con una suave paja, a la vez que con la otra mano le masajeaba los huevos y la entrada del culo.



Néstor estaba en la gloria, o al menos eso parecía por los gemidos que emitía. Acompañaba los movimientos de mi cabeza con sus manos, sin presionar ya que si lo hacía me hubiera asfixiado con aquel rabo.



Mientras tanto mi marido seguía a lo suyo y me decía alguna que otra guarrada que no hacía sino ponerme más y más cachonda:



- Pero que puta eres, como te vas a poner cuando ese pedazo de rabo te folle hasta dentro, y cómo me gusta verte así.



Yo la verdad no estaba para preocuparme de él en ese momento y seguía masturbando a Néstor, hasta que se arqueó y entre gemidos noté cómo su rabo se hinchaba y un chorro de leche salía por la punta que en ese momento estaba fuera de mi boca.



Me manchó toda la cara, antes de que atinara a metérmela en la boca y siguiera descargando dentro de ella. Chupé hasta asegurarme que no le quedaba ni una gota por escupir, nunca había tenido tanta leche en mi boca, no quise tragármela, para que el cornudo de mi marido hiciera lo que más le gusta, limpiarme después de que alguien se corra sobre mí, así que me incorporé y entreabriendo mis labios la deje caer sobre mis tetas chorreándome hasta caer al agua. Inmediatamente mi marido se acercó y comenzó a lamerme las tetas, deteniéndose cuidadosamente en los pezones que dejo perfectamente limpios y erectos y continuó hasta limpiarlo todo, incluida mi cara y mis labios.



Néstor, que no sabía de los gustos de mi marido se quedó algo asombrado de su comportamiento, pero enseguida entendió el juego que llevábamos y le dijo:



- Si te gusta limpiar la leche de otros sobre tu mujer, creo que vamos a pasar un rato muy entretenido entre los tres, cornudo de mierda.



Néstor nos sugirió pasar a la cama para estar más a gusto y poder seguir con la fiesta. Yo a esas alturas lo único que quería era que me follaran y rápido, así que pasé a la cama rápidamente. Me puse a cuatro patas y le dije a Néstor:



- Méteme el rabo de una vez y hazme gozar como la perra que soy. Quiero sacarte hasta la última gota de tu leche.



Néstor se me acercó por detrás y apuntó su rabo en la puerta de mi coño. Ya no podía más, empecé a empujar y aquella barra de carne comenzó a perforar mi coñito, yo seguía empujando y aquello seguía entrando, hasta que llegó al fondo, o eso creí yo.



Me quedé quieta un instante, como disfrutando de todo eso dentro de mí hasta que Néstor me agarró por las caderas y comenzó a moverse despacito pero con un ritmo fijo que me permitía disfrutar de cada centímetro de su polla que entraba por mi coño. Yo movía la cabeza de un lado a otro, agitando mi melena y gritaba:



- Aaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh!...Qué maravilla de polla, como me gusta que me folles, asiiiiiiii métela, mmmmmmmmm joder que gusto me das cabronazo, no pares de follarme, sigue dándome más, más adentro aaaahhhhhhhhh como me gusta, dame más, así así oooohhhhhhhhhhhh



Mi marido seguía empalmado y pajeándose mientras me veía disfrutar con el rabo de Néstor dentro de mi coño. Al rato, como era lógico, empecé a correrme como una perra y Néstor dándose cuenta aprovecho para clavármela aún más dentro arrancándome un quejido de dolor, ahora sí estaba jodiéndome con los veinte centímetros dentro de mi coño, bombeándome sin parar y haciéndome correr una y otra vez.



Perdí la cuenta y casi el sentido, del intenso placer que me estaba dando. Nunca nadie me había jodido así de fuerte y bien. Me gustaría que todas las que dicen que el tamaño no importa pasaran por una experiencia similar y luego me dijeran si importa o no. Me la sacó un instante para cambiar de posición.



Se tumbó boca arriba y me quedé contemplándole (y recuperándome) un instante. Su rabo se veía enorme y brillante, bañado por mis jugos, me puse en cuclillas y me fui sentando sobre aquel enorme palo negro, que volvió a penetrarme, lo ví entrar en mí y disfruté de cómo lo iba haciendo, una vez estuvo dentro comencé a cabalgar sobre él, estrujándome las tetas y pellizcándome los pezones mientras le decía fuera de mí:



- La quiero toda dentro, así, sigue perro, clávamela hasta las pelotas, que gusto me da, no sabes como me estoy corriendo, empuja fuerte cabrón.



Miré a mi marido y vi que estaba apunto de correrse, decidí que ya era hora de que lo hiciera y le dije:



- A ver si aprendes a follar de verdad cornudo de mierda, mira lo que es una buena polla y como hay que joder a una perra como yo.



Se arrimó y me metió la polla en la boca descargando su leche que bebí, esta vez si, hasta la última gota. Mientras seguía cabalgando sobre Néstor, se me saltaban las lágrimas del gusto que me estaba dando pero no podía parar de moverme arriba y abajo sobre aquel rabo divino que me llevaba una y otra vez al orgasmo.



Al rato Néstor me agarró por la cintura y aceleró el ritmo de la clavada hasta que estalló dentro de mí llenándome el coño con su leche y haciéndome correr una vez más. Los dos quedamos tumbados y agotados después de este maravilloso polvazo.



Mi marido comenzó su trabajo pero esta vez se tuvo que emplear a fondo ya que las corridas de Néstor eran bastante abundantes y estuvo lamiendo la leche que manaba de mi coño durante un buen rato, hasta que lo dejó limpio y dispuesto para un nuevo asalto.



Esta vez Néstor quería algo más y yo estaba dispuesta a todo. Me dijo que quería encularme. A mí se me abrieron las carnes sólo de imaginarme aquel rabo rompiéndome el culo pero me dijo, tranquila, el cornudo de tu marido nos puede ayudar y dirigiéndose autoritariamente a él le ordenó:



- Empieza a lamer el culo de esta zorra hasta que yo te diga.



A continuación me colocó con el culo en pompa y mi marido se acercó hasta él comenzando a lamerlo como le habían dicho. Néstor desapareció durante un instante y volvió con un consolador no muy grande y un bote de aceite corporal. Se lo dio todo a mi marido y le dijo:



- Coge el consolador y úntalo bien con aceite, luego ve metiéndoselo poco a poco por el culo hasta que entre y salga sin dificultad en ese momento yo sustituiré al consolador y verás como hago desaparecer mi rabo en el culo de tu mujer.



Y dicho esto se recostó a mi lado para contemplarlo todo. Mi marido empezó a meterme aquello por el culo y tengo que reconocer que no lo hizo mal. En poco tiempo consiguió llegar hasta el final, yo estaba tan cachonda que me puse a comerle el rabo a Néstor para prepararle nuevamente, mientras él me acariciaba las tetas y los pezones, poniéndome nuevamente a tono. Enseguida aquello se puso nuevamente duro y a difícilmente lo podía sujetar con la boca. Cuando estuvo preparado, se levantó y sacándome el consolador del culo le dijo a mi marido:



- Coge mi polla, embadúrnamela con aceite, colócasela a tu mujer en la entrada de su dulce culito, y luego aprieta hasta que el capullo haya entrado. Luego retírate a verla gozar como tú nunca podrás hacerlo y espera tu turno para poder limpiar mi leche, cornudo.



Debo decir que como mamporrero mi marido no tiene precio, en un periquete me enchufó aquello por el culo no sin antes ponerme la carne de gallina del dolor que me produjo, pero eso fue solo al principio. Enseguida empezó a moverse muy despacito hasta que casi le supliqué:



- Mmmmmmmmmmmmmm Mete esa polla dentro de mi culo hasta que me lo rompas, cabronazo. No quiero que me la saques nunca, no pares, asi asi. Sigue dándome por culo como a una zorra, asi, asi, hasta las pelotas, cabrón no pares de follar mi culo de zorra, quiero toda tu leche dentro de mi culo. Que rico, no pares ahhhh, ahhhhhh. Que bien, oooohhhhhhh me estoy corriendo, aaaahhhhhhhhhhhhhhh me corrooooooooo, que bueno sigue no pares me revientas el culo sigue así.



No se cuantas veces llegué a correrme, pero fue bestial, cuando notó que iba a correrse se acercó a mi nuca y me dijo:



- Querías mi leche puta? Pues aquí la tienes, te la voy a dar, toda para ti, toda para tu culo de perra. Tómala, tómala toda dentro de ti goza mientras te lleno el culo para que este cornudo te lo limpie después.



Y explotó en una nueva corrida dentro de mi culo que recibió una oleada de calor que consiguió mi enésima corrida de la tarde.



Al salir, mi marido se apresuró a lamerme el culo sin dejar que escapara una sola gota del preciado líquido. No sé cuanto tiempo se tiró mi marido hasta que lo dejó completamente seco y limpio de la leche de Néstor.



Luego me levanté, le di un beso a Néstor y le despedimos quedándonos nosotros en el jacuzzi, comentando la experiencia y lo mucho que habíamos disfrutado los dos.



Comenzamos a besarnos y acabamos echando un polvo en el agua, aunque debo reconocer que después de haber tenido el rabo de Néstor dentro hacía unos minutos, no me llegué a correr pero sí el cornudo de mi marido que se vació una vez más, esta vez en mi coño.



Luego nos vestimos y nos fuimos a casa.



Acaba de llegar con dos billetes, para ir en Semana Santa a un hotel-balneario en Andorra. (Ya os contaré).



Por un lado mi marido está más atento conmigo, por otro voy mejor follada que nunca, mi carácter ha cambiado, soy mucho más alegre y en el trabajo estoy a punto de promocionar, así que, ¿hay algo mejor?.

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